Sebastià Bennasar
© Fotografía de Carles Domènec
Jordi Canal se atrinchera a diario en el pequeño despacho de la Biblioteca La Bòbila, en L’Hospitalet de Llobregat. Esta biblioteca de barrio, situada en la periferia de la ciudad metropolitana, es el lugar de culto y peregrinaje de todos los amantes de la novela negra en España (o debería serlo). Primera biblioteca especializada en el género en el conjunto del Estado, en sus fondos hay obras únicas que hacen las delicias de los especialistas en el género, que a la vez conviven en las estanterías con los títulos que se llevan los usuarios cada vez más numerosos de este populoso barrio. Canal es un sabio de la novela de género, uno de los hombres que mejor lo conocen y en esta entrevista desmonta algunos mitos y clarifica conceptos en un toque de atención para autores, editores, compradores y lectores.
-¿Qué es la biblioteca La Bòbila?
-Es una biblioteca pública, de proximidad, como cualquier otra, con vocación de servicio para todo el mundo y que además tiene un fondo muy importante especializado de novela negra y policial. Todos los amantes del género y los especialistas en este género, que era un tipo de gente que antes no iba a la biblioteca porque sabía que no encontraría nada que les dejase satisfechos ahora tienen un lugar especializado. Compramos todos los ensayos que podemos sobre el género en inglés, francés e italiano y pequeñas joyitas que creemos que difícilmente nadie tendrá en España.
-¿Por qué optaste por esta especialización en esta biblioteca?
-Hace 18 años las bibliotecas públicas sufrieron una gran reconversión cuando La Caixa dejó de mantenerlas y pasaron a la administración. Durante seis meses estuve decidiendo qué hacer con mi vida y decidí que ya que tenía que trabajar lo mejor que podía hacer era hacerlo con alegría. Estuve en la Bilipo de París, la gran biblioteca pública especializada en género negro, donde los libros no están en préstamo sino que son para los investigadores y decidí que yo quería juntar dos conceptos: la biblioteca de barrio y la especializada, una mezcla interesante y todo un reto porque aquí estamos en la periferia de la periferia, es decir, estamos en la periferia de L’Hospitalet, tocando a Esplugues. Mi objetivo, y creo que este se ha cumplido, era conseguir que la gente de Barcelona vaya a l’Hospitalet y vea mundo.
-¿Y cuál es el balance?
-Muy positivo. Fuimos pioneros en el género negro y todo el mundo que ha empezado una iniciativa posterior nos ha venido a ver. Hemos influido también en nuestro entorno directo, nuestros usuarios son de cada vez más exigentes con la novela negra y además esto no es una moda, es una conjunción. Abrió Negra y Criminal, se hizo el primer año de la lectura con un gran éxito en el homenaje a Vázquez Montalbán que se transformó en el BCNegra y nosotros llegamos a un mercado que no tenía salida y que se ha ido consolidando.
-Has dicho a menudo que faltan referentes…
-Es que yo tengo una cierta edad y enganché la moda de la novela negra de los años setenta, su declive y la nueva subida y el boom, pero falta algo que una esas generaciones. La visión amplia es buena para saber de dónde venimos.
© Fotografía de Carles Domènec
-Hace años que se habla del fin del boom de la novela negra, pero sin embargo va aguantando. ¿Se acabará?
-Pienso que sí porque el mercado no está consolidado por falta de lectores. Es una moda y se acabará. La librería Negra y Criminal, por ejemplo, fue una gran dinamizadora que ha hecho mucho trabajo que no se ha traducido en dinero. En los negocios tienen que salir los números y la librería, por ejemplo, hizo más trabajo de biblioteca y la gente dejó de ir porque el cliente no compra libros por militancia. Internet, cuando abrieron, estaba en sus inicios y hoy es normal comprar y esperar que el libro esté en casa el día siguiente o como mínimo muy rápido. Pero hay posibilidades de mercado y de mercados, por ejemplo en Barcelona es muy difícil conseguir novelas negras en inglés y en cambio hay cada vez más lectores, de aquí y sobre todo de fuera.
-Dices que faltan lectores…
-Todos los lectores tendrían que pasar por Burdeos y la librería Mollat para ver lo que es una gran librería llena de gente que va a lo que va, no a deambular. Allí ves mucha gente comprando ensayos. Aquí vas a las librerías más o menos grandes un día entre semana a media mañana y puedes estar solo. Se lee muy poco y en el caso catalán pecamos de una soberbia excesiva. Somos un grano en el culo del universo y nunca seremos normales.
-En este país se escribe un montón de novela negra, cada vez más, pero en cambio no hay casi ensayo sobre el género…
-En este país nos estamos volviendo tontos con el culto a las últimas modas. Siempre queremos estar a la última. Pero en Francia, que es un país civilizado, hacen las cosas bien. Ven que hay una tendencia, por ejemplo la novela nórdica, y rápidamente alguien hace un diccionario sobre novela nórdica para que la gente sepa por donde moverse. Aquí no tenemos interés por nada.
-¿Cómo ves la novela negra de aquí?
-Globalmente la novela negra y policíaca castellana y catalana es una novela costumbrista con policía. Los escritores han leído poca novela negra y como mucho han visto cine y se han quedado con algunos referentes. Rasgan poco en el alma humana que a mi es lo que interesa, ver las partes oscuras del alma humana para conocerme mejor a mí y a la sociedad. La mayor parte de las veces el protagonista es la imagen idealizada del propio autor y no, señores, lo negro no es esto. Aquí se hace novela de crímenes y muy poca novela negra, hay una cada tres o cuatro años y pocos autores nuevos: Víctor del Árbol, Carles Zanón, Llort, Jordi Ledesma, Alexis Ravelo. Se hace poca crook story, la novela negra de delincuentes, no hay novela de prisiones y queda muy poco de la esencia noir de después de la segunda guerra Mundial con autores como Goodis o Jim Thompson o en otro estilo como James Ellroy.
-¿Y en Latinoamérica? En general los latinoamericanos escriben mejor que los españoles y los españoles mejor que los catalanes. Zanón y Del Árbol son dos excepciones, son diferentes, igual que Alexis Ravelo, que es canario y hace como nadie la crook story.
-Dice Àlex Martín que hay una sobreabundancia de procedural…
-Estoy completamente de acuerdo, pero lo que hay sobre todo es un abuso del policía como protagonista de la historia y casi como trasunto del autor. No puede ser.
-Siempre has recomendado la lectura de Julián Ibáñez, al que consideras como el mejor escritor de novela negra de España. ¿Por qué es casi un desconocido?
-Porque hace novela negra y la novela negra en España no le gusta a casi nadie. Cuando vinieron a verme los editores de Alrevés y me preguntaron quién era el mejor escritor español no tuve ninguna duda y le recomendé. Publicó en la editorial pero vendió muy poco. Durante años ha estado publicando en e-book y ahora parece que ha encontrado una editorial, Cuadernos del Laberinto, que cree en su obra. El problema es que tenemos un mercado que le pone la etiqueta de negra a cualquier cosa y la terminología tendría que usarse bien.
-La novela negra es la gran novela social de nuestros tiempos. ¿La frase sigue siendo cierta?
-No estoy muy de acuerdo ya. Eso se decía hace mucho tiempo y los tiempos han cambiado. Cuando la frase hizo fortuna precisamente se intentaba poner en relieve ese reflejo de la realidad, era un argumento de venta, pero ¿ahora es la gran novela social? No sé qué decir, alguna habrá pero no tiene ese carácter exclusivo. Antes la frase la revalorizaba.
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