25 d’octubre del 2014

Las pobres víctimas de la novela negra

[Elemental, 25 de octubre de 2014]

Juan Carlos Galindo



Un equipo de lujo formado por Paul French, David G. Panadero, Carlos Zanón, Berna González Harbour y Víctor del Árbol habló este viernes en Getafe Negro bajo el título Nosotros, los muertos de esos grandes olvidados de la novela negra: las víctimas de los crímenes de los que, tantas veces, nos alimentamos los lectores. Y que, casi otras tantas veces, son olvidados por todos, empezando por los escritores. ¿Qué tienen que decir?
Seguimos así con la cobertura de Getafe Negro que iniciamos con las recomendaciones sobre el programa, las lecturas de las estrellas del festival, la entrevista a modo de tercer grado con Lorenzo Silva o mi conversación con Lee Child en el Museo del Prado. Si olvidar que estuvimos con Juan Cruz y Sergio Álvarez hablando del Gabriel García Márquez conspirador. Lean y disfruten.
Rápido y algo polémico, como debe ser. Así empieza el debate David G. Panadero, moderador y presentador, cuando lanza la cuestión clave: la culpabilidad puede estar bien repartida e igual hay que entender las motivaciones de determinados agresores. Carlos Zanón es el primero en asumir el reto: “Mis personajes se encuentran en una olla exprés en el que el único camino es la violencia. Los escritores no tratamos excesivamente bien a las víctimas, nos ensañarnos con ellas y lo que hacemos es castigarlas doblemente. A veces leo libros que con independencia de que estén bien o mal te hacen pensar que por su fascinación por la violencia o por su misoginia, ese hombre, ese autor necesita un tratamiento”, justifica, al tiempo que ataca, Carlos Zanón, autor de No llames a casa o Yo fui Johnny Thunders.
Paul French es el encargado de lanzar los avisos: “Hay una enorme responsabilidad con la familia de las víctimas. La única manera de llegar hasta el fondo es documentarlo a fondo, lo contrario es pornografía de la violencia”.
BERNA
Como periodista, Berna González Harbour, que ha contado el drama de los suicidios en las grandes compañías por la presión laboral y social en Margen de error, es la responsable de tomar el relevo y dar respuestas reales y periodísticas a las preguntas de Panadero.  Como no podría ser de otra manera, la directora de Babelia tira de un caso real: “Cuando hablamos de los muertos, cuando los escogemos, hablamos y escogemos también a los culpables”, asegura. ¿Cómo? Pues clasificándolos pero teniendo en cuenta que siempre, o casi siempre, los VIP y más los súper VIP, se salvan, afirma directa a la yugular de determinados ex directivos de determinadas cajas de ahorros.
Víctor Del Árbol aporta el punto de vista más filosófico. El autor de Un millón de gotas cita a James Ellroy para marcar territorio:  “La verdad nos hace libre aunque nos duela”, afirma. “Una víctima”, continúa, “no se tiene por qué asociar necesariamente al hecho de morir. Escribo sobre personajes ciegos que miran pero no ven, porque lo que hacen mis personajes es no ver el dolor”, concluye con algo de desesperanza, abriendo la puerta, sin entrar en detalles, a otro gran tema que queda para otra ocasión: ¿puede haber novela negra sin un muerto? .

La verdad, la mentira y la vida

“¿Qué es la verdad? ¿Qué es la realidad? Las medias verdades y las medias mentiras son las que te hacen funcionar. Y eso es así en la realidad y en la ficción”, suelta a medio camino entre la boutade y la reflexión Zanón. “Pretendo mostrar lo que veo bajo mis gafas y para eso tienes que mentir, vamos, toneladas”, añade el autor de No llames a casa, que arranca las risas del personal cuando habla de las víctimas, de los asesinos cutres, de los criminales que no están a la altura y de los Pujol.
Paul French, que viene del periodismo puro y duro, no se ve fuera de la realidad, fuera de la ficción heredera directa del reporterismo salvaje. “No, no lo veo”, afirma con cierta flema. Una pregunta para González Harbour: ¿De quién es culpa que busquemos verdades absolutas en ciertas novelas? “La realidad es siempre muchísimo peor que la ficción. Mirad por ejemplo el caso del pederasta de Ciudad Lineal. No sé si habéis recalado en que sus dos primeras víctimas son dos niñas, una china y otra dominicana. Cuando la tercera víctima es una española el Gobierno lo convierte en asunto de prioridad nacional y eso es horrible”, asevera, dejando cierto poso de malestar entre el público. “Veo la realidad y veo novelas y apuesto por ellas porque es en ese terreno en el que te puedes vengar, en el que si violan a una niña china puedes vengarte sin esperar a que una niña española sea violada”, añade para no dejar cerrada la puerta de la esperanza, en la ficción o donde sea.
Del Árbol, que tan bien mezcla realidad y ficción y hechos históricos en Un millón de gotas, mete de nuevo el dedo en el ojo: “La ficción hace caricatura de la realidad. En la ficción de hoy en día y en especial en la novela negra hay una tendencia a la hiperrealidad que desnaturaliza la novela negra. En la ficción las cosas tienen que empezar y acabar, pero en la realidad eso no es así. Una guerra nunca acaba. El perdón, qué concepto tan curioso. ¿Cómo vas a perdonar a determinados personajes?” deja caer, como una losa en pleno calor de Getafe.
Carlos Zanón, tan próximo al rock y a la cultura pop, llega más lejos:  
“Estamos muy habituados a trabajar con la representación de una muerte en la ficción. La muerte y las víctimas en la ficción son una convención. Lo sabe el autor y lo sabe el lector. Muchas veces rizamos tanto el rizo que llegamos casi casi a la caricatura”.
El autor se acuerda de The Wire, de la violencia vista como lo cotidiano, "un día más en la oficina" y lo contrasta con un escena de Mad Men que dejó tieso a este bloguero y parece que también al autor: la familia de Donald Drapper se va al campo y ven que llegan las nubes y puede empezar a llover cogen el mantel y tiran toda la basura al suelo, en medio de la naturaleza y se van tan tranquilos. Eso es violencia. “Si hago eso en Barcelona, me matan”, asegura para asombro o asentimiento, depende del sujeto, del público que llena la sala.

El éxito de la novela negra

Era inevitable. El tema vuelve a resurgir. ¿Por qué triunfa el género? Pregunta abierta a la que se lanza al aire y que recoge Víctor del Árbol: “No soy un experto pero creo que tiene algo que ver con acercarte, con domesticar el horror, haciéndolo habitual y convirtiéndolo en cliché. Está bien que te persiga un malo pero que cuando cierres el libro, desaparezca”.
“Es un género de poder”, asegura González Harbour, que está tan pegado a la realidad, que ha sabido conectar tanto con el público que busca referencias que por eso ha triunfado.

Recomendaciones negras

El moderador, que ha tenido el acierto de cerrar con esa gran frase con doble sentido de “la letra, con sangre entra”, pide a los autores que den un par de recomendaciones de lecturas. Ahí van como ejemplo:
Zanón: Mar de fondo de Patricia Highsmith. Cualquiera Julían Ibáñez -”he leído nueve y son todas buenísimas- y Raymond Chandler y Tren Nocturno de Martin Amis
French:  El autor británico apuesta por People from darkness de Joe Leaphom.
González Habour: Su admiración por Chandler se ve algo frenada por los personajes “machotes” que pueblan sus novelas, así que sugiere Tana French y su Faithfull Place
Del Árbol: El diablo a todas horas. Ronald Ray Pollock . Zulú de Caryl Férey.




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