21 de juliol del 2014

´No conozco a ningún poderoso que tenga la conciencia tranquila´

[La Opinión de Tenerife, 20 de julio de 2014]

Alexis Ravelo 
Premio Dashiell Hammet 2014 


"La trama de mi próxima novela  es más idiota que la de 'La estrategia del pequinés'"

Nora Navarro



El escritor Alexis Ravelo (Las Palmas de Gran Canaria, 1971) saborea las mieles del éxito tras años de perseverancia y duro trabajo en el ejercicio de la literatura. Se alzó la semana pasada con el Premio Dashiell Hammett 2014 a la Mejor Novela Negra por su libro La estrategia del pequinés (Alrevés, 2013), en la Semana Negra de Gijón.
–Ahora que es un escritor ganador, ¿seguirá escribiendo desde el lado de los perdedores?
–Claro, como siempre. Ese es mi tema y no sé tratar otro. Puede que me salga de la novela negra y que quizás trate otros asuntos, pero los vencedores no me interesan nada. Ya los oímos hablar cada día, ellos han escrito la historia, los que hacen declaraciones en ruedas de prensa multitudinarias y salen en las portadas de los medios y, además, muchos de ellos, quedándose con el dinero de todos nosotros. Un triunfador no tiene nada que contar en mi novela y no me interesan en absoluto. Lo que me interesa es lo que pueda contar el perdedor. Me interesa la gente como tú y yo, que está todo el día trabajando para poder sobrevivir o la gente que, incluso, peor que nosotros, ni siquiera tiene la suerte de poder trabajar. Y se tiene que buscar la vida como puede.
–Sin embargo, dice la bella Cora en La estrategia del pequinés, que los protagonistas de sus novelas pierden siempre.
–No es que pierdan siempre, pero salen muy baldados: pierden dinero, pierden la vida, o pierden la dignidad. Precisamente porque, hasta donde sé del mundo, este mundo es para los hijos de puta. La buena gente no suele salir ganando, salvo raras y honrosas excepciones. Con esto, quiero decir que no conozco a ningún poderoso que tenga la conciencia tranquila.
–¿Por qué sucede que, aunque se vean envueltos en los crímenes más violentos, los lectores empatizan con sus personajes?
–Creo que porque, al margen de que utilicen la violencia o no, yo creo a los personajes intentando que sean seres humanos creíbles y, luego, los pongo en situaciones muy normales y, sobre todo, reales. La épica del perdedor pasa por que sea la épica del ser humano corriente. Trabajo con clase media baja, que es esa masa de seres humanos anónimos que está intentando que no les lleve la corriente. Entonces, aunque introduzca algunas situaciones violentas o de suspense, porque hay que captar la atención del lector, lo que me interesa contar es su día a día. La novela negra siempre ha sido una excusa para contar otras cosas.
–Al mismo tiempo, en España hay una propensión a dar voz a la periferia, ¿así surge el éxito actual del género negro?
–Claro, hay un auge tremendo, que ha sido muy bonito pero se trata de un fenómeno habitual en todos los mercados y escaparates culturales. El centro domina durante cierto tiempo hasta que, de repente, ese centro se satura y empiezan a llegar voces periféricas, tanto geográfica como culturalmente. Al fin y al cabo, la periferia geográfica es periferia cultural. También ocurrió en México cuando, en los años 90, aparecieron las voces de autores como Élmer Mendoza. Durante muchos años, parecía que la narrativa mexicana solo era lo que se escribía y publicaba en DF y, en España, está pasando algo similar con el País Vasco, Extremadura, Galicia y Canarias, sobre todo. Además, Canarias es un soplo de aire fresco porque la variante del español que se habla aquí no se habla en ningún lado. Cada comunidad autónoma tiene sus especificidades pero, en nuestro caso, quizás por no tener una lengua propia, como los vascos o los catalanes, toda esa diferenciación con respecto al resto de España la hemos introducido en nuestra variante del español, que es tremendamente musical, muy oral e, incluso, muy difícil de transcribir, como a la hora de transcribir oíste o fitetú. Entonces, el centro acaba agotándose.
–Además de conocerla bien, ¿qué le atrae de la sociedad insular que enmarca en sus novelas?
–Bueno, uno conoce lo que va viendo y, por tanto, otros tendrán otros puntos de vista. Yo hablo de lo que veo, de lo que vivo y de lo que huelo. Sobre Las Palmas de Gran Canaria, me interesa que se trata de una ciudad muy cosmopolita, con muchos vicios de gran ciudad y, al mismo tiempo, con muchos defectos de ciudad de provincias, así que se da una interesante mezcla. Las capas sociales no pueden separarse porque la ciudad no es tan grande y, por tanto, nos acabamos mezclando de forma obligatoria. Pero, luego, sigue existiendo cierto clasismo y familias adineradas de toda la vida. En definitiva, hay una gran mezcla y la ciudad es muy cosmopolita porque hay gente de cualquier parte del mundo viviendo aquí. Por ejemplo, en la novela que publico el año que viene, uno de los personajes principales es argentino, porque es normal que haya argentinos aquí. Sé que en Madrid y Barcelona también lo es pero, en Cuenca, por ejemplo, no lo es tanto. En ciudades del tamaño de Las Palmas, no es habitual que haya tanto cosmopolitismo como el que hay aquí. También me parece muy interesante que estamos en tierra de nadie, porque no sabemos si somos África, Europa, América o si somos todas esas cosas a la vez. Eso me parece interesantísimo.
–La novela negra es un género que aflora con la crisis pero, en alguna ocasión, también ha dicho que es muy sartreana.
–Por supuesto. Fue un escritor al que admiro mucho, Raúl Argemí, también Premio Hammett, por cierto, quien me dijo una vez que, en las novelas negras, Dios no existe, y eso es cierto. En una buena novela sartreana o camusiana, los personajes están solos, tienen que tomar decisiones y no pueden echarle la culpa a la sociedad, ni al sistema, ni a Dios, ni al destino. Ellos son lo que han hecho de sí mismos y serán lo que ellos decidan ser, dentro de las circunstancias que les tocan. Entonces, la novela negra me parece un vehículo perfecto para introducir los temas ético-morales que aborda la novela existencialista.
–Entre el premio Getafe Negro por La última tumba y el Dashiell Hammett, coescribió el guion de El crimen de la perra Chona junto a Antonio Lozano. La cosa va de perros.
–Pues desde la primera reunión que tuvimos con Mario Vega, Víctor Batista y Antonio Lozano, hasta el día de la última función, ha sido una experiencia maravillosa y estoy enamorado de las 182 personas que trabajaron en eso. Cuando Mario me planteó este espectáculo tan grande, pensé en recomendarle un buen psicoterapeuta pero, cuando asistí a las representaciones y vi lo que habían hecho, me dije: qué tonto soy y qué grande es Mario Vega. Fue algo que nadie se había planteado aquí y que nadie se volverá a plantear en un tiempo, porque es un espectáculo absolutamente irrepetible, que tuvo de todo: teatro de calidad, misterio, reflexión histórica y una música impresionante de Los Gofiones, a los que sigo desde que era niño y que nunca habían sonando tan bien. Y haré una confesión: a los 11 o 12 años, me cogieron robando o tifando, como decíamos entonces, en El Corte Inglés. Me llevé unos muñecos de Los Pitufos, una cassette original de la Música para los fuegos artificiales de Haendel y otra de Los Gofiones. Yo robaba discos de Los Gofiones y estoy orgullosísimo de haber trabajado con ellos.
–Mientras digiere el éxito en Gijón, ¿cuáles son sus proyectos a medio plazo?
–Pues, como siempre, seguir trabajando. Ahora, estoy acabando una novela que aparecerá en enero, pero aún no quiero desvelar el título ni la trama. Solo puedo decir que, si La estrategia del pequinés trataba sobre un plan criminal completamente idiota, este trata sobre un plan criminal todavía más idiota. También será una novela coral con muchos personajes y mucha ambientación. Y, al mismo tiempo, estoy documentándome para una novela histórica.





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