6 de febrer del 2014

Nadie ama a los policías

[Diario de Córdoba, 6 de febrero de 2014]

Guillermo Orsi presenta hoy en Córdoba su última novela, 'Fantasmas del pasado', el regreso a la ficción del expolicía Pablo Martelli, alias Gotán

José Abad


Le pregunto a Guillermo Orsi qué función cumple la novela negra y a vuelta de correo responde que no sabría decir. No rehúye la respuesta; es que tiene más de una: "La novela negra -me dice- puede ser funcional para un estado de cosas en la sociedad que retrata o para la sacralización de determinados lugares comunes". Y aquí apunta a esas historias en las que los malos darán con sus huesos en la cárcel y los buenos serán felices y comerán perdices. A renglón seguido, Orsi añade otra consideración sobre el género: "También puede aportar otra mirada, menos complaciente, radicalmente crítica, sobre lo que entendemos por justicia". De este talante es Fantasmas del desierto (Almuzara), la novela que esta tarde presenta en Córdoba (Librería Luque, 20:00), una historia que, a pesar de dar la batalla por perdida de antemano, se echa a la calle con ganas de dar guerra. (Estoy seguro de que Guillermo Orsi suscribiría el axioma de Albert Camus según el cual no hay destino que no se venza con el desprecio). El argentino matiza: "La novela negra puede sí deslizar en el lector -y antes, en el propio autor- nuevas maneras de abordar lo que creemos conocer. Por qué la corrupción afecta con tal profundidad a nuestras instituciones, por ejemplo, y por qué sus protagonistas se ven a menudo atrapados en telarañas de complicidades y decisiones que precipitan tragedias personales, conductas que la crónica periodística no pretende ni alcanza a desentrañar". 

Al protagonista de Fantasmas del desierto, Pablo Martelli, lo conocíamos de una novela anterior, Nadie ama a un policía (Almuzara, 2007), en donde tuvo que vérselas con un complot para mandar al carajo, digamos que a tomar por culo, al gobierno legítimo argentino, en tiempos del corralito. Le pregunto a Guillermo Orsi cómo ve el futuro inmediato de Argentina y entra a trapo sin dilación: "Si me atengo a los datos duros de la economía, ese futuro será mejor que el pasado reciente". Y acto seguido va al meollo de la cuestión: "Incluso tomando referencias concretas sobre su situación social -desigualdad, pobreza, marginalidad-, mi país ha mejorado significativamente en estos últimos diez años. Enormes masas de dinero que hasta comienzos del nuevo siglo iban destinadas al pago de servicios e intereses de una deuda ilegítima y voraz, empezaron a ser volcados en programas de asistencia social, en reformas estructurales básicas y en el alivio de situaciones críticas para grandes masas de la población. Hoy Argentina -como buena parte de la región- enfrenta el desafío no menor de dar continuidad a esas reformas". 

En Nadie ama a un policía, Martelli, un policía defenestrado durante la dictadura por no ser capaz ni de mirar de frente ni de mirar para otro lado, era ya un tipo cansado, desclasado, pero firme, digamos que terco, en unas pocas convicciones. Martelli cree en "el calor de los cuerpos y en el frío glacial de algunas certezas", leemos en Fantasmas del desierto; cree en el poder balsámico del amor y la amistad, y en la necesidad de poder mirarte al espejo y no sentir demasiado asco por ti mismo. Siete años después, Martelli sigue sin encontrar a nadie que ame a los policías. Como entonces, se gana la vida vendiendo sanitarios. Pero un buen día, maldita la hora, un empresario de nombre Manuel Galván Ontiveros lo convence para que salga de su agujero y descubra quién eligió una lujosa mansión de su propiedad para asesinar a una niña; el potentado sabe de los hechos porque lo grabaron las cámaras de seguridad, si bien del cuerpo no queda ni rastro. Martelli no tarda en descubrir que al susodicho no le interesa hacer justicia -la muertita le trae sin cuidado- sino descubrir qué clase de jugarreta le está preparando la competencia. Estamos instalados en el futuro que nos espera: el de la rendición incondicional a los ejércitos del capitalismo salvaje. 

La curiosidad me puede y le pregunto cómo ve el futuro inmediato de España. (Me imagino, pero no veo, su sonrisa al otro lado del mundo). "Desde lejos pero con la cercanía que me da el afecto y gratitud que siento por España -responde Orsi-, observo con preocupación la sucesión de acontecimientos que van dibujando un escenario tan similar al de Argentina en años recientes. Con su incorporación a la Unión Europea, España dio un gran paso hacia el futuro: la llamada sociedad del bienestar derramó sus mieles sobre una población marginada durante décadas por la civilizada Europa. La crisis financiera de 2008 la tomó desprevenida, como al resto de las naciones europeas, pero con menos elementos para defenderse de los que tienen Alemania o Francia. La moneda única se convierte en estas circunstancias en un cepo para la toma de decisiones independientes que podrían tal vez abrir rumbos diferentes a los propuestos hasta hoy, tanto por el anterior gobierno como por el actual". Un diagnóstico certero de un pura sangre de la novela, un narrador de prosa lúcida y poderosa y, por ende, necesario.






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