Crea el lector en la Reforma Penal; en la justícia divina o en la justícia humana; en que pueda haber errores judiciales. Bruce Hamilton presenta aquí con una dramática y vigorosa agudeza, que no busca persuadir, un caso que el lector puede resolver por sí mismo.
Lo excepcional de esta novela policíaca es que el acusado es un juez de un Tribunal Supremo, que desde su puesto desciende al banquillo de los acusados para responder de un crimen que tenía todos los motivos para cometer.
El libro culmina en un proceso en que el caso contra el acusado avanza inexorable, hecho tras hecho, hacia su veredicto y sentencia. Tras un desarrollo sorprendente, ocurre el inesperado desenlance.
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