José María Sánchez Pardo
Santiago Blanco es un cincuentón que trabaja como encargado de una casa de vecindad en Cochabamba (Bolivia). Antiguo policía encargado de investigar homicidios, una crisis personal le abocó a la indigencia de donde le sacó un antiguo mando de la policía, el coronel Uribe, que le ofreció el trabajo que ahora lleva a cabo.
En estas, un antiguo delincuente reciclado como camarero apodado Abrelatas le pide que investigue que ha ocurrido con el cadáver de su hijo, que ha desaparecido misteriosamente de la morgue donde estaba.
La investigación, por un lado, lleva a Blanco a enfrentarse con algunas realidades contemporáneas de Bolivia, que no dejan en muy buen lugar a las autoridades. Y por otra parte nos hará un fresco detallado, profundo y en demasiadas ocasiones doloroso, de la situación actual de la sociedad boliviana, con sus paradojas, sus injusticias y sus singulares formas de enfrentar la existencia.
hombre desorientado que lucha por aquello en lo que cree
Acompañaremos a este investigador en sus deambuleos personales y profesionales, con una mirada amable y a la vez un tanto desesperada, tanto por lo crítico y duro de la situación, como por los dilemas, desencantos y anhelos de un hombre desorientado, pero que al mismo tiempo lucha por aquello en lo que cree.
De esta forma nos propone una galería riquísima de personajes callejeros, policiales y vecinales, entre los que destacan los diversos ocupantes de la casa de vecindad que cuida, y que nos propondrán una serie de historias chocantes, dolorosas pero con un punto de exceso e histrionismo, que deja huella en la lectura. De los múltiples personajes que aparecen en el libro, destaca a gusto de quien reseña la paabullante presencia de la fiscal Margot Talavera, grant cantante de boleros, comedora y jodedora con su gran humanidad, que apabulla en su reivindicación contínua de la vida, el amor y la justicia.
Otro elemento fundamental de esta narración es el festival culinario en el que acompañamos al protagonista, un paseo por la oferta culinaria popular de esta ciudad, donde en figones, tableros en las calles o de pie, se nos ofrecerá una cocina variadísima, rica y llena de matices, aunque hemos de advertir que están destinadas fundamentalmente a estómagos bien sólidos. Pero este carrusel culinario se aleja del gourmetismo y nos ahonda en las más telúricas texturas, sabores y sensaciones de esta duro y rico país.
Y junto con la comida, otro gran tema de este protagonista será su enrevesada relación con las mujeres, de las que nos ofrecerá un variado surtido de opciones existenciales y sentimentales, y que provocará en el protagonista momentos de exaltación y de agónica inquietud.
En lo referido al papel de las fuerzas policiales y gubernamentales, el panorama es desolador, pues se las va a tener que ver con unos cuerpos donde la desidia, la estupidez y la rapacidad son los únicos motivadores de sus acciones, y donde se usa de fenómenos como el terrorismo o el separatismo como cortinas de humo, para no enfrentar la infusticia y las tropelías que los poderosos hacen padecer a las clases más humildes de la sociedad.
En esta línea, es de destacar la ambivalente mirada con la que juzga el autor el papel de la prensa, que tanto puede ser un torrente de farsa para despiste y entontecimiento de la plebe, como un elemento fundamental para la denuncia de asuntos poco claros de los poderes sociales y gubernamentales.
Y todo esto con un difícil equilibrio entre lo amargo, lo cómico, la desesperanza y la ilusión vital, logrando no abandonarse en ninguno de estos extremos, y ofreciéndonos unas historias apasionantes, que nos llenan de zozobra, cabreo e ilusión. Una propuesta de lo más interesante.
Roca, 2017
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