Juan Carlos Galindo
Llega a España 'Recursos inhumanos' el implacable thriller de Lemaitre sobre las consecuencias de la crisis
“¡Alain qué! Pero, joder, ¿No ves que nos estamos convirtiendo en indigentes? ¡Llevamos cuatro años consumiéndonos a fuego lento y vamos a terminar muriendo de verdad! ¡Pues sí, es asqueroso, pero también nuestra vida es asquerosa! Sí, estos tíos son unos mierdas, pero voy a hacerlo ¿lo entiendes? Voy a hacer lo que me pidan ¡Todo lo que me pidan! Incluso si hay que pegarles un tiro para conseguir el trabajo, voy a hacerlo porque estoy harto de estar jodido y…¡estoy harto, con sesenta tacos, de que me pateen el culo!” Quien así se expresa ante su mujer es Alain Delambre, 57 años, directivo en paro en caída libre, que sobrevive encadenando trabajos míseros al tiempo que pierde toda su dignidad. Por eso cuando le surge una oportunidad de volver al ruedo la acepta sin miramientos, sin importar el cómo, sabiendo el porqué. Tiene que participar en el secuestro ficticio de un grupo de directivos a los que su empresa quiere poner a prueba. No importa, todo vale: ganarse el desprecio de su esposa Nicole, arruinar la vida de sus hijas...
Este es el arriesgado punto de partida de Recursos inhumanos (Alfaguara, traducción de Juan Carlos Durán), el último libro publicado en España del Premio Goncourt Pierre Lemaitre. El autor de Vestido de novia nos pone a prueba con una narración en primera persona en la que se siente la angustia del que ha perdido poco a poco todo lo que el sistema nos da a cambio de que nos portemos bien.
¿Es Delambre un psicópata? Pues a ratos sí, y de los peligrosos. Pero no juzguen todavía. El protagonista, paradójicamente antiguo jefe de recursos humanos, ha sido maltratado por el sistema del que se sirvió para vivir bien, pero, como en El amigo americano o en Breaking Bad, el antihéroe desesperado que se pasa al lado oscuro no lo hace en última instancia basado en principios nobles sino por su amor propio, por su deseo de venganza, por ser alguien.
En la segunda parte de las tres que forman este terrible relato sobre las consecuencias de la crisis cambia radicalmente el punto de vista, el lector ve el otro lado, todo lo que creía sólido salta por los aires. Como ocurre en Alex o en Vestido de novia, a mitad de camino ya no sabes qué pensar de nada.
“Si quieres destruir a un hombre, dale lo que más desea”, dice Charles, el único amigo del protagonista, que vive en un coche y comparte trabajo miserable con Alain. Parece una sentencia más en el torrente verbal de un alcohólico con gusto por las frases grandilocuentes, pero resume a la perfección lo que pasa en la última mitad y en un final inevitablemente amargo.
Siempre preocupado por el aspecto social, en una entrevista en el Hay Festival de 2014 en Segovia, Lemaitre me decía que el desempleo de los jóvenes en España era una insólita situación de violencia. Parece que él ya tenía la respuesta en marcha. En esa misma charla me contaba: “Voy a seguir escribiendo historias sin que el género policial me constriña, dentro de distintos contextos, pero sin perder su carácter criminal”. Por ahora, ha cumplido con creces. Vive le noir!
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