El escocés Craig Russell novela la aparición del cuerpo de un gángster en el turbulento Glasgow de los cincuenta
foto: Emilia Gutiérrez
Xavi Ayén
El detective Lennox, que opera en el Glasgow de los años cin cuenta, se parece mucho o a los clásicos norteamericanos del género. Su creador, el novelista escocés Craig Russell (Fife, 1956), lo ha dibujado irónico, solitario, desorganizado, de pasado algo turbio, un poco chulo con las mujeres, bien conectado a la vez con la policía y los hampones... Russell -con quien hablamos en el último Hay Festival celebrado en Segovia tiene un pasado como policía, pero sobre todo una amplia trayectoria como novelista negro. Ahora publica El sueño oscuro y profundo (Roca), historia que empieza con la aparición de un cuerpo en lo más hondo del río Clyde, cuyas turbias aguas parecen guardar un nuevo secreto cada día.
Sobre su oxigenante ambición literaria, cuenta que "los clásicos son mi punto de referencia, empecé leyendo a Macdonald, Chandler... No les imito, pero adopto su punto de vista pensando en un lector moderno. Situar las escenas en los años 50 me permite explorar la época en que, para mí, nace el género, unos tiempos de crímenes fascinantes, particularmente en Gran Bretaña".
Glasgow "era la segunda ciudad del imperio británico. Había gente que se hizo terriblemente rica, pero sobre una base social de enorme pobreza. Era una ciudad negra, literalmente, por que los edificios quedaban tiznados por la polución de la industria pesada de la ciudad, con su constante expectoración de humo y gente trabajando en condiciones extremadamente duras".
Una época en que las leyes escocesas eran diferentes de las inglesas, por ejemplo en temas como el divorcio. "Se enfrentaban el derecho natural, creer que tenemos unos derechos inherentes a nuestra condición humana, y la ley basada en la costumbre". Eso sí, la homosexualidad era ilegal en toda Europa, lo que pondrá a algún personaje en aprietos, pues "la policía los perseguía, cosa que se flexibilizó en los sesenta, hasta que en los setenta dejó de ser delito". "En fin, los cincuenta fue un periodo fantástico - bromea siempre que no fueras una mujer, tuvieras tendencias gais o las creencias religiosas equivocadas". Su Lennox pronuncia frases que el autor comparte, como "el mundo del hampa en Glasgow tiene más mitos y leyendas que la antigua Grecia" o "Escocia contaba con dos pasatiempos nacionales que despertaban una auténtica pasión: el fútbol y el consumo de alcohol, y eran tan rematadamente malos en lo primero como extraordinarios en lo segundo". En el libro, mientras Stalin, Roosevelt v Churchill se reparten Europa: los tres reyes del crimen de Glasgow hacen lo mismo con la ciudad. Son tres personajes ficticios, aunque "aquello era un campo de batalla de las bandas, que controlaron muchas cosas durante los cincuenta v sesenta. La violencia se extendía hasta el punto de que la gente llevaba navajas escondidas en el sombrero o en los dos bolsillos de los chalecos ... Existía la frase de que si te reías mucho te tenían que poner puntos, porque saltaba el arma blanca. Se hablaba de la sonrisa de Glasgow -te la dibujaban a cuchillo en la cara- e incluso hay un cabezazo que se llama el beso de Glasgow". Una ciudad, en fin, famosa por hazañas criminales como el asalto al tren, del que se acaban de cumplir 50 años. Aparte de la serie de Lennox -esta es la tercera entrega, tras Lennox y El beso de Glasgow-, Russell tiene otra ambientada en el Hamburgo contemporáneo, la del comisario Jan Fabel, del que se han traducido ya cinco títulos. "Las alterno. Lo único que tienen en común es que son hombres que hacen lo correcto". Lo extraño, dice, es que "Glasgow está a 45 minutos de donde vivo, pero es físicamente tan diferente al de los años cincuenta que no me sirve mucho pasear por ahí: ¡las calles y edificios han desaparecido!". Russell trabajó cuatro años como policía: "Suena extraño, pero es algo que hice -confiesa- como una experiencia, para vivirlo y tener ese bagaje como narrador. Entré en el cuerpo en 1977, una época de reclutamiento masivo, como al que al final de la II Guerra Mundial".
Su compatriota Val McDermid, presente en el Hay, dice que "hay una manera escocesa de escribir crimen, basada en la oscuridad psicológica y el humor negro". Russell asiente y añade: "No hay nada como lo que siente un escocés cuando se da cuenta, por alguna razón, de que el invierno está llegando.
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