28 de setembre del 2013

"Cada vez que escribo una novela, pienso: 'Ésta no la publican en Cuba"

[Diario de Sevilla, 28 de septiembre de 2013]


El último libro del escritor habanero, 'Herejes', se apoya en un hecho histórico, la llegada y expulsión de Cuba de un barco lleno de judíos huidos de Hitler.

Juan M. Marqués Perales



La novela negra es una novela social sostenida sobre un misterio: el de un asesinato, una desaparición, un robo o la búsqueda de una pintura, como es el caso del último libro de Leonardo Padura (La Habana, 1955), Herejes. Padura ha convertido sus novelas en la crítica social de la Cuba de los hermanos Castro hecha desde dentro. Y le dejan. “Cada vez que escribo una novela, pienso: ésta no me la dejan publicar en Cuba”, comenta. Y, de momento, sigue escribiendo y sigue viviendo en La Habana, a pesar de que también está nacionalizado español. 

–Supongo que consistirá en no tocar a los intocables.
–Es que a veces no hace falta tocar a los intocables para hablar de los intocables.

–¿Alguna vez le han presionado o censurado?
–No, pero sí me siento maltratado en cuanto a la promoción de mis libros en Cuba. Claro, que tengo la aceptación de los lectores. 

–En sus novelas hay un círculo muy interesante, el del Conde, su personaje principal; el flaco Carlos; el Conejo; Tamara, y las comidas de la Josefina. Al final va a resultar que usted, en efecto, es un jodido “recordador”, un anclado en la melancolía de su feliz adolescencia habanera.
–Conde estaría incompleto sin estos personajes, lo alimentan, son los que le dan la dimensión generacional. Y, además, yo trato de mantener esa relación con mis amigos, aunque el ritmo de vida y la distancia puedan impedirla. Tengo un amigo en Miami, otro en New Jersey...

–A esta generación, a su generación, le llama la de los mandaos, los  enviaron a la zafra, a Angola, a ser hombres nuevos. Y, al final, muchos se largaron de la isla. Es una generación perdida, muy formada académicamente, pero que no encontró en Cuba su lugar en el mundo. 
–Es una generación que se frustró cuando estaba en su crecimiento, llegó la crisis de los años noventa y, simplemente, se tuvo que dedicar a la supervivencia.  Mi generación es la primera que llega masivamente a la universidad en Cuba, mis amigos son médicos, ingenieros, arquitectos, matemáticos, geógrafos, y la mayoría tiene una vida bastante complicada en el plano material sin correspondencia con el esfuerzo que realizó ni con sus capacidades.

–¿Y la generación actual?
–Es una generación de herejes. Es una generación de jóvenes que, cada vez, creen menos en soluciones sociales y más en las individuales.

–Es lo que la propia historia del país le ha enseñado.
–Es a lo que le ha conducido la historia de mi país.  

–Después de haber escrito El hombre que amaba a los perros supongo que tendrá cierto temor por haber dejado tan alto el nivel para sus nuevas novelas.
–La apuesta que yo hice por El hombre... fue muy fuerte, por eso en Herejes me propuse hacer también algo diferente. Por eso es una novela donde mezclo de modo herético recursos del genero policial, de la novela histórica y del social. Y, al final, no es ninguna de esas tres cosas.

–¿Después de Raúl Castro, qué ocurrirá en Cuba?
–No se sabe, no.

–En España hay como expectación por adelantarnos a saber qué será de Cuba.
–En Cuba también hay expectación. Es como si tuvieras un rompecabezas de cien piezas del que sólo tienes 25; es imposible saber qué figura es la que va a tener el dibujo posible. Y no es conveniente especular sobre aquello de lo que no tienes información suficiente por el riesgo de equivocarse. Recuerde qué ocurrió en los años noventa, que aparecieron muchos libros, casi todos más o menos con el mismo título, algo así como los días finales de Fidel Castro, y fíjese que todavía anda ahí.

–Si usted pudiera elegir, preferiría su Cuba o la de los años cincuenta del siglo pasado, la de los boleros, el jazz...
–Nunca se puede regresar. Soy un enamorado de esa época, son los años dorados de la música cubana, fue uno de los momentos efusivos del béisbol cubano, pero nunca se puede regresar. Hay que tener una esperanza de futuro, y aunque no sabemos cómo será, esperemos que sea satisfactorio para la mayoría de los cubanos porque han pasado mucho trabajo durante muchos años y se merecen algo  mejor.   

–¿Nunca se ha planteado dejar Cuba, largarse?
–No. Incluso en los peores momentos, nunca lo pensé. Yo soy un escritor cubano, y para escribir necesito el ambiente, la atmósfera, la manera de hablar e, incluso, los disgustos que me provoca Cuba. Los necesito para escribir. 

–¿Usted es El Conde, el detective de sus novelas que ya no es detective?
–Él mira por mí, son mis ojos, es de mi generación y, aunque no es mi alter ego, él tiene su vida novelesca y yo, la real, nos parecemos muchos. 

–¿Habrá serie televisiva con él? 
–Ahora estamos trabajando con un productor alemán y otro español, con las primeras cuatro novelas, de las que salen ocho capítulos. Ahí andamos, justamente, con los guiones.

–¿Por qué le gusta comer tanto a los detectives de la novela negra del sur, a  Carvalho, a Montalbano, al Conde? 
–Yo tengo pasión por la comida porque me gusta mucho comer, como le sucedía a Montalbán. Pero la comida es una expresión de la cultura, y en el caso de Cuba, cuenta lo qué ha pasado durante estos años. Nadie se ha muerto de hambre en Cuba, pero nadie ha comido lo que le gustaría o debía comer.

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