31 de maig del 2011

Presentación en Madrid de “Las niñas perdidas”, de Cristina Fallarás

[El Blog de Paco Gómez Escribano, 31 de mayo de 2011]



“Tipos infames” es una librería con bar enclavada en pleno corazón de Malasaña. Fue el lugar elegido para la puesta de largo en Madrid de la novela “Las niñas perdidas”, de Cristina Fallarás, ganadora del Premio LH confidencial de este mismo año.

Al llegar me encontré en la puerta con el maestro de ceremonias, Rafael Reig, con whisky y un cigarro de liar en la mano. Le saludé y me eché un pitillo con él. Aunque he coincidido últimamente con el maestro, nunca había tenido tiempo de expresarle mi admiración por su columna de los sábados en el ABC Cultural y tuve la suerte de que me obsequiara con un repertorio de anécdotas relativas a periodistas y escritores. En el transcurso de la charla, Cristina Fallarás salió a saludar a Patrick Erikson que en ese momento pasaba por allí, aunque no podía quedarse al evento por motivos de trabajo. La saludé y le regalé una camiseta de mi novela“El círculo alquímico”, que lo prometido es deuda.

Ya dentro, Manolo Rodríguez, coordinador de los Sábados Negros en Traficantes de sueños, me invitó a una cerveza y con ella me bajé a la sala en donde se realizó la presentación ante un público compuesto mayoritariamente de escritores. Por allí estaban Pedro de Paz, David Torres, Carlos Salem, Yanet Acosta, Marcelo Luján, José Ovejero...



Abrió la charla Rafael Reig haciendo una semblanza de la novela con su habitual estilo, el mismo que imprime a sus columnas. Habló de novela negra y de que esta nace como continuación de la novela picaresca, retomando la crítica social. Después se centró en “Las niñas perdidas” y en la temática que aborda para terminar diciendo que todas las mujeres llevan consigo una niña que perdieron por el camino, en alusión al título del libro. Nos dijo que a él le parecía que Cristina había reescrito Peter Pan después de leer a Leopoldo María Panero, una original definición, una más de las que ya nos tiene acostumbrados.


Cristina, según me confesó ella más tarde, al contar con un público que era mayoritariamente del gremio, se ahorró las típicas referencias a Chandler y a Hammett para centrarse única y exclusivamente en contarnos su impulso y sus motivaciones para escribir esta y otras novelas. Nos habló de la ventaja de la ficción frente al periodismo para tocar ciertos temas, entre ellos el abuso de menores y el crimen, elementos principales de la trama de su libro. Cristina aún mantiene esa rabia que todos hemos tenido de adolescentes y que ella conserva, lo que le da un punto de vista único para escribir y expresar sus ideas de manera cruda y, para algunos, salvaje, por lo que ha tenido bastantes problemas con críticos, compañeros y lectores. Pero lleva toda la razón cuando dice que es bastante curioso que la gente se escandalice cuando matan a un animal en un libro y no lo haga si se mata y tortura a una persona.


Hubo un par de preguntas que Cristina respondió y después se nos sirvió un vino que propició algunas tertulias entre los que allí estábamos, aunque al final terminamos subiendo a la barra. Después de pedir las consumiciones acabamos en la puerta de la librería charlando de diversos temas, ya que la tarde era buena y porque la ley antitabaco parece que no va muy bien con los escritores, entre los que me cuento, ya que habríamos estado estupendamente dentro echando un pitillo, pero las cosas son como son.

La velada terminó en la terraza de un bar en donde estuvimos cenando, aunque hubo tiempo para degustar unos gyn tonics en uno de los muchos garitos que pueblan la zona. Cristina me confesó que Victoria, la detective de “Las niñas perdidas”, tendrá continuidad en una segunda entrega. Y doy fe de que ha creado un personaje que merece esa continuidad.

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