31 de març del 2011

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[El Mundo / Tendències, 31 de marzo de 2011]


Daniel Vázquez Sallés

"Cuando terminéis de leer Indignaos, no os vayáis a dormir, seguid leyendo, o id a las librerías y comprad un libro como Civilización y barbarie de Edgar Morin", dijo Stéphane Hessel. "Ha sido increíble", aseguró Emili Rosales, editor de Destino. Hessel había llegado en loor de multitudes de Madrid, y en su desembarco en el Instituto Francés de Barcelona se vio arropado por más de 500 personas, entre las que estaban José María Mena y Joan Herrera. A sus 93 años, el único superviviente de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos mantiene una clarividencia envidiable a pesar de tener como perchero de su impoluto traje un cuerpo de alambre.

Las 50 páginas de su panfleto ¡Indignaos!, en el sentido positivo del término, son un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica que ha logrado estimular a una concurrencia que levantó los brazos con preguntas que buscaban una solución casi de diván. "¿Y qué hacemos con nuestra indignación?", preguntó una señora harta de sentir indefensión. Hessel sólo es un hombre, no un X-Men a pesar de tener el "olvidado siglo XX" registrado en la retina. Vio el Guernica por vez primera en 1937, en el pabellón de la República, y lo ha vuelto a asentar en su memoria durante una visita al Reina Sofía. El mundo sigue igual de retorcido: 70 años que le permiten invitar a la gente, a la juventud, a indignarse para recuperar una dignidad soslayada. "Sarkozy dijo que el libro de Hessel podía llevar a la violencia", apuntó su editora francesa, Sylvie Crossman. Hessel dibujó una sonrisa de superviviente en mil batallas. Quizás pensaba el sabio que Sarko, como tantos otros políticos, es tan circunstancial como un accidente.

Y como si se comunicaran con Hessel a través de viajes astrales, Cristina Fallarás y Susana Sánchez crearon hace un tiempo la web Sigue leyendo. Una declaración de principios ante los guernicas globales. Fallarás recibió el sábado de manos de la alcaldesa de L'Hospitalet, Núria Marín, el premio de novela negra L'H Confidencial 2011, organizado por Jordi Canal, responsable de la Biblioteca la Bòbila, y Roca Editorial. El sábado fue la noche más corta del año, una hora menos, aunque fue más corta aún para los lectores que decidieron empezar a leer Las niñas perdidas, el libro galardonado. Una historia protagonizada por la detective Victoria González en el marco de la otra Barcelona, la que vive de espaldas a los derechos humanos más fundamentales, la Barcelona de la pederastia y la pornografía infantil, con el rastro de las niñas perdidas marcando la investigación. A punto de entrar en campaña municipal, Las niñas perdidas, "escrita desde la conciencia de escritora embarazada, lo que la convierte en una novela diferente", dice Fallarás, puede servir de eje de campaña de un partido que agrupe a los indignados.

Ambas Barcelonas, la marginal y la Kosmópolis cohabitan inexorablemente. El festival organizado en el CCCB, dio la oportunidad de asistir a diálogos como el que mantuvieron el grandioso Ian McEwan y el docto Jorge Wagensberg. "La literatura da vueltas y no avanza", aseguró McEwan. "Sabes, los científicos no aceptan la palabra progreso, a pesar de que la definición más generalizada de progreso es: independizarse de la incertidumbre", respondió Wagensberg.
¿Incertidumbre igual a indignación? Para Hessel ¿indignación es igual a progreso? Les deseo una feliz lectura.

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