Como en oportunidades anteriores, Heredia transita por los circuitos de un Santiago antiguo y tradicional. Esta vez, y desde su mismo título como indicio, el mudo de la hípica y las apuestas es el espacio por donde debe investigar un supuesto suicidio. La muerte de Romerito, un jinete prometedor e hijo no reconocido de su viejo amigo Anselmo, les despierta a ambos algunas dudas sobre la participación de terceros en el hecho.
Siguiendo su ya característica costumbre, Heredia se mueve en los ambientes que le son familiares y que remiten a realidades y seres que existen en carriles paralelos al país visible, autosatisfecho y exitoso.
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