La nómina de autores clásicos de novela
negra que, como mínimo, deberían ser más conocidos es enorme. Aquí ya
hemos ido hablando de algunos: Marc Behm, al que dedicamos un post la semana pasada, el maestro de los diálogos George V Higgins, o Lionel Davidson, responsable de una pequeña obra maestra que
mezcla a la perfección el mundo del espionaje y la aventura más
clásica. Y tenemos pendiente, entre otras cosas, un repaso al Simenon
ajeno a Maigret que con tanto acierto ha recuperado Acantilado.
Pero ahora que Siruela ha rescatado con éxito El último caso de Philip Trent de
E. C. Bentley (traducción de Guillermo López), vamos a aprovechar para
hablar de él y de otros tres clásicos olvidados, todos ellos con una
ficción más violenta, visceral y sin escrúpulos que el elegante
periodista inglés.
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