Jim Thompson es considerado un gran novelista del género negro a la altura de otros autores tan destacados como Dashiell Hammett o Raymond Chandler. Sin embargo, la repercusión de sus adaptaciones cinematográficas no ha sido tan importante como la literaria —sus
novelas han sido reeditadas innumerables veces—, hecho que podríamos
achacar a varias razones como la mala elección del director, el poco
interés del productor en conseguir un producto de calidad o a veces por
una mera cuestión de inoportunidad temporal.
Recordemos que Thompson es un escritor sobre todo de la década de los cincuenta, mientras que Chandler y Hammett ya eran escritores consagrados en esos años. La mayor producción del cine negro norteamericano, el de las míticas películas, se realiza en los cuarenta y cincuenta echando mano de las obras de estos últimos, cuando algunas de las novelas de Thompson todavía no habían sido ni siquiera escritas. Así, las adaptaciones cinematográficas de sus novelas no se realizaron en la época de oro en la que se formó el estilo de este cine: recordemos el expresionismo visual y la puesta en escena de películas como El halcón maltés, Perdición o El sueño eterno, que tanto marcaron el imaginario colectivo con una seña de identidad propia del mismo.
Article sencer publicat a la revista digital Moon Magazine
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