El
escritor colombiano Octavio Escobar, ganador del premio nacional de novela en
2016, habló con Semana.com sobre el relanzamiento de uno de sus libros y sus
influencias literarias.
Octavio
Escobar es uno de los grandes exponentes de la novela negra en el país. Algunos
de sus libros han sido traducidos a idiomas como el italiano, el búlgaro o el
alemán y se ha ganado premios como el nacional de novela (2016), el nacional de
cuento de la Universidad de Antioquia (2002) y el nacional de literatura del
ministerio de Cultura (1997).
Este
jueves, en el marco de la feria del libro, el manizaleño –reconocido por
novelas como ‘Después y antes de Dios’ (2014) ‘El último diario de Tony
Flowers’ (1995), ‘Saide’ (1995) o ‘Destinos intermedios’ (2010)– estará dando
una charla sobre los retos de escribir para público joven.
Semana.com
habló con él sobre sus libros más importantes, sus premios y el relanzamiento
de una de sus novelas más elogiadas por la crítica.
Semana.com:
En esta edición de la Filbo relanza ‘El último diario de Tony Flowers‘. ¿Cuál
ha sido el trasegar de esta novela, de reconocida calidad? ¿Por qué no se
conoce mucho de ella?
Octavio
Escobar: Fue mi primera novela y alcanza en esta oportunidad su quinta edición,
incluida una argentina. Su publicación en 1995 sorprendió mucho y rápidamente
terminó clasificada como una novela posmoderna, lo que creo que ha alejado a
algunos lectores. Es conocida en círculos académicos del país y del extranjero,
pero tiene unas características que dificultan su presencia en el mercado. Creo
que el lector de hoy la disfrutará mucho más, y las ilustraciones contribuirán
a que sea mejor conocida.
Semana.com:
¿Se puede decir que es literatura dentro de la literatura?
O.E.:
En algunos pasajes sí, pero también es un tributo a los relatos de terror de
H.P. Lovecraft. Es sexo, es una pizca de cinefilia y, también, en buena
proporción, es una revisión del imaginario que para el siglo XX representó la
ciudad de Nueva York.
Semana.com:
¿Si se siente identificado con esa etiqueta que lo ubica al lado de Andrés
Caicedo y Rafael Chaparro?
O.E.:
No me incomoda, pero creo que reduce las cosas. Ambos murieron jóvenes, en
cambio yo he podido evolucionar, cambiar de técnicas, plantearme retos
diferentes a los de la oralidad y la relación con la música.
Semana.com:
¿Qué lee Octavio Escobar? ¿Cuáles son sus grandes influencias?
O.E.:
Son muchísimas. Edgar Allan Poe está en el principio de todo, y después
vinieron Cortázar, Scott Fitzgerald, Stevenson, Onetti, Cabrera Infante,
Conrad, Hermann Hesse, la ciencia ficción dura y las novelitas baratas de
ciencia ficción, los grandes cuentistas, Bryce Echenique. Un escritor es
esencialmente un gran lector, y yo tengo, además, un desordenado gusto por la
variedad.
Semana.com:
¿Usted se ha ganado un espacio dentro de los escritores de novela negra? ¿Cuál
es el encanto de este género?
O.E.:
La novela negra es atractiva porque sus tramas son emocionantes, con mucha
acción y personajes muy bien perfilados. Y para mí tiene el particular interés
de permitir narrar las diversas violencias colombianas a través de una forma
literaria de la que los lectores gustan mucho. Hoy por hoy la novela negra
invita a analizar algunas de nuestras realidades más conflictivas, casi sin
darnos cuenta, mientras asistimos a una balacera o a la descripción de los
bajos fondos. Es, en últimas, y en los mejores casos, un tipo de realismo
social con énfasis en ciertas oscuridades de la naturaleza humana.
Semana.com:
¿Cómo se hace una buena novela negra?
O.E.:
Alrededor de un crimen y de sus protagonistas se construye una trama que va
dosificando la información, jugando al ocultamiento y las revelaciones. Hay
mucho de lúdica en su construcción y el lector es siempre un partícipe muy
activo en el juego. Con frecuencia requiere de investigación y también de un
planteamiento crítico que enriquezca el relato.
Semana.com:
Más allá de los premios, ¿su novela ‘Después y antes de Dios‘ puede ser el
punto de quiebre dentro de su carrera?
O.E.:
Sí. La notoriedad que está alcanzando me ha significado nuevas oportunidad,
otros lectores, una revisión interesada de mis obras previas.
Semana.com:
Específicamente, ¿cómo nace esa historia?
O.E.:
Parte, muy libremente, de dos hechos reales: un matricidio y una estafa
organizada por un sacerdote. A partir de allí, yo hago un ejercicio imaginativo
que bordea la truculencia, que todo el tiempo interroga, también, nuestras
formas de vivir la religión. La novela es un pulso permanente entre la exageración
argumental y un estilo sobrio, contenido.
Semana.com:
¿Qué tanto marca el cine a su obra? ¿Algún realizador en especial?
O.E.:
El cine es un vehículo narrativo maravilloso y a mí me fascina tanto como la
literatura. Creo que procedimientos que nacieron en la literatura, han ganado
accesibilidad a través del lenguaje audiovisual, y pueden regresar al texto
literario, para enriquecerlo. Los escritores no debemos olvidar que nuestros
lectores, hoy por hoy, son siempre espectadores, y a veces desde mucho antes de
que comiencen a disfrutar de los libros. Son muchos los realizadores que me
gustan, pero mencionaré tres: Orson Welles, Francois Truffaut y Wes Anderson.
Semana.com:
Una de sus charlas en la Filbo es sobre los retos de escribir para gente joven.
¿Es muy difícil? ¿A quién le llegan especialmente sus libros?
O.E.:
Es difícil escribir para jóvenes porque se distraen más fácil y tienen un rango
de intereses un poco menos amplio que el de los adultos. Cuando se escribe
literatura juvenil hay que trabajar con esos dos factores limitantes en la
mente, pero quiero creer que mis libros, en general, pueden ser disfrutados por
toda clase de públicos. En realidad no existen determinados lectores, divididos
por grupos etarios, existe cada lector específico, con su formación, sus gustos
y su capacidad interpretativa.
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