David Cronenberg. Consumidos. Traducción de Antonio-Prometeo Moya. Barcelona: Anagrama, 2016. ISBN: 978-84-339-7941-4
En esta primera novela del cineasta David Cronenberg, dos periodistas poco escrupulosos, Naomi y Nathan, se adentran en una turbia aventura que reúne muchos ingredientes de las películas que convirtieron al autor en uno de los directores de culto de finales del siglo XX.
Aristide Arosteguy, un intelectual francés, ha sido acusado de matar y mutilar a su esposa Célestine, filósofa también, que llevaba tiempo obsesionada por la posibilidad de tener el pecho izquierdo lleno de insectos. Pero el cadáver no se ha encontrado y Arosteguy ha huido a Tokio. ¿Se ha comido el cadáver de Célestine para no dejar pistas? ¿Se trata de una farsa macabra? ¿Hay una conspiración norcoreana para atraer o secuestrar a pensadores franceses? En sus respectivas investigaciones, los periodistas se encuentran con una eslovena de cuerpo imponente y acribillado por tumores malignos; un oportunista con el pene doblado en ángulo por una enfermedad; una chica que cae en trances masoquistas y se arranca la carne con un cortaúñas; un cirujano megalómano cuyas operaciones parecen autopsias; un enigmático cineasta refugiado o secuestrado en Corea del Norte. Mientras Naomi busca a Arosteguy en Tokio, Nathan viaja a Toronto para averiguar qué relación hay entre la joven que se come a sí misma y una enfermedad que le ha contagiado la eslovena. Pero los personajes siempre saben más de lo que dicen y no hay forma de sonsacarles nada, los diálogos combinan el sarcasmo, el absurdo y el humor negro, se habla de Sartre y del uxoricidio de Louis Althusser, se repasan temas como el deseo de sufrir amputaciones y se desarrollan los elementos básicos del canon de Cronenberg, que contrapone a la estética clásica, basada en la armonía, una estética basada en la asimetría, la deformidad y la patología.
Escrita con un corrosivo sentido de la búsqueda de la identidad, la novela abunda en angustiosas descripciones de objetos propios del consumo tecnológico. Naomi es un caso típico de alienación: no sólo no puede hablar de nada sin consultarlo antes en la red sino que cree que fuera de la red no hay ningún conocimiento. Y su relación con Nathan es casi puramente informática, con algún que otro encuentro carnal para mantener la ilusión. Sátira espeluznante o ejercicio lúdico, la novela de David Cronenberg no dejará indiferente a ningún lector.
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