Claudia Roldós
El escritor se refirió a los temas que lo preocupan y cómo los utiliza en sus novelas. Una interesante visión del periodismo, la realidad y la ficción en nuestro país. Además, un análisis sobre el rol de las nuevas tecnologías en la difusión de la cultura.
“Siento la necesidad de narrar sobre la violencia institucional”, aseveró el periodista, escritor y guionista Sergio Olguín. El ex editor de Crítica de la Argentina y fundador de la mítica revista cultural V de Vian, explicó cómo sus novelas son el vehículo para explorar los temas que lo preocupan y, especialmente, las reacciones de los personajes ante esas situaciones.
Así como las distintas formas en que se materializa la violencia institucional, el periodismo -el periodista que le hubiera gustado ser-, la impunidad, el amor y el sexo juegan roles fundamentales en su literatura que actualmente transita entre la saga policial protagonizada por Verónica Rosenthal, las novelas que navegan el género negro y los libros para público infantil y juvenil.
Su primer libro publicado, de cuentos, fue “Las griegas” (Vian ediciones) y su primera novela, “Lanús” (Tusquets). Luego llegaron “Filo” (Tusquets) y las juveniles “El equipo de los sueños” y “Springfield”, ambas publicadas por el Grupo Editorial Norma. Con “Oscura monótona sangre” (Tusquets) obtuvo el premio Tusquets Editores de Novela.
A ella le siguieron “Cómo cocinar un plato volador” (Grupo Editorial Norma), “La fragilidad de los cuerpos” (Tusquets), primera novela protagonizada por Verónica Rosenthal, seguida por “Las extranjeras” (Suma de letras). Luego publicó el relato “Boris y las mascotas mutantes” (Edelvives), un relato sobre la adaptación y el desarraigo.
Olguín estuvo en Mar del Plata para presentar su última novela, “No hay amores felices”, editada por Suma de Letras -invitado por la revista digital Leemos- y, en ese marco, brindó una entrevista a LA CAPITAL.
– Verónica Rosenthal es la primera protagonista de tus libros que es periodista. ¿Cómo te decidiste a ir por ese lado en la ficción?
– Siempre en mis libros inventaba personajes con otro perfil y me pareció que estaba desperdiciando un conocimiento, un saber que me interesaba mucho como es el periodismo, la discusión alrededor de lo que debe ser un buen periodista o no y una novela me daba la oportunidad de poner todas esas ideas y trasladarlas al personaje. Por eso empece a conformar el personaje de Verónica Rosenthal, con la que comparto su forma de entender el periodismo, como no comparto otras cosas, como su visión del deporte. Verónica refleja el periodista que a mí me hubiera gustado ser.
– ¿Te hace sentir más cerca del periodismo que ahora no estás ejerciendo y que está en una etapa complicada?
– Sí, son etapas de la vida, hago periodismo desde muy joven, desde los 17 años y hubo en los últimos años experiencias laborales complicadas, a partir de cierres de medios. Estuve en Crítica de la Argentina, el medio que creó Lanata y abandonó antes de su cierre, y es un momento complicado para el periodismo, con mucha desocupación, precarización. Y paralelamente las novelas habían empezado a funcionar bien y podía dedicarme a hacer otros trabajos de ficción como guiones y, al menos por un tiempo, decidí dejar de ejercer el periodismo, sin dejar de sentirme periodista y sin dejar de sentir que las discusiones laborales o profesionales pasan más por el periodismo que por la literatura.
– La protagonista de las novelas tiene un apoyo para sus investigaciones por fuera del medio. ¿Si no lo tuviera, la situación sería distinta?
– Los periodistas generalmente están muy solos y eso hay que dejarlo claro. En realidad, el periodista, por sí solo, no tiene poder suficiente para llevar adelante una investigación, hay muchos casos en los que no han podido seguir, o no han podido publicar. Este caso es muy de ficción. Cuenta con el apoyo del estudio de abogados de su padre, que le ayuda, en algún caso le hace un trabajo de limpieza y fue una necesidad, sino, Verónica moría en la primera novela.
– Atravesados por la trama policial, hay varios temas que rodean las novelas: la violencia institucional, la impunidad.
– No creo en la función social de la literatura como una militancia, pero siento necesidad de narrar cómo los personajes reaccionan a la violencia institucional, las mafias de políticos y empresarios y ciertas impunidades que son eternas en las sociedades capitalistas y que no se resuelven en la ficción y menos en la realidad, por ejemplo, la responsabilidad de los descendientes sobre lo que hicieron sus padres y abuelos. Nadie puede hacerse cargo de lo que hizo su padre o abuelo, pero si no lo criticás o si sos parte, no está bien. Hay una especie de olvido y amnistía. Verónica vive eso con un poco de frustración.
– ¿Cómo abordás el sufrimiento de los chicos, cómo en La fragilidad de los cuerpos y la pérdida de los hijos, cómo en la última novela?
– No puedo ver películas en las que sufren los chicos y tampoco libros. Cuando lo abordo trato de que no les pase nada malo, que salgan indemnes. En “No hay amores felices” quise abordar el dolor de la pérdida de hijos, pero no me bancaba hacer toda una novela de duelo. Era fácil generar dolor con eso pero no quise, por eso, en una parte el tema se termina y sigue otros derroteros.
– Además de contar la historia que investiga Verónica Rosenthal ¿lo que abordás es su propia historia?
– Sí, cuando empecé con las historias de Verónica Rosenthal mi intención era que si hacía una serie, no quería que en todas su personaje sea igual, como ocurre en los policiales clásicos, sino que fuera evolucionando en su carácter, como nos pasa a todos con las experiencias de vida que vamos incorporando. La Verónica de “La fragilidad de los cuerpos” no es igual a la que aparece en “No hay amores felices” y en las próximas novelas tiene que haber un cambio en ella, más allá del paso de los años.
– Tus novelas también tienen un alto nivel de erotismo. ¿Fue premeditado o se fue dando naturalmente?
– Creo que la literatura argentina es todavía bastante pacata en ese sentido, atada a prejuicios. Yo me planteo ¿por qué privarnos del sexo en literatura si no nos privamos de todo lo demás, como de la violencia? Los personajes se definen a partir de sus actos y en el caso de Verónica, yo quería que sea así, que sea libre en el sexo y que eso no se tome como algo negativo.
– ¿Cómo te tomó la repercusión de la saga?
– Uno nunca sabe lo que va a pasar cuando saca un libro al mercado, hay cosas que escapan tanto al escritor como a la propia editorial. Y me sorprendió que haya tenido tan buena repercusión “La Fragilidad de los Cuerpos” y los dos siguientes, más de lo que podía esperar en un principio.
– Tanta que, Justamente, va a dar el salto y convertirse en serie de televisión (en una producción de Polka y TNT prevista para salir al aire el año que viene). ¿Te preocupa que los personajes no se reflejen tal como los planteaste originalmente?
– Hay algo que como escritor hay que tener claro y es que uno ya escribió su libro. Ya escribí “La fragilidad de los cuerpos” y el guión de “La Fragilidad…” lo hizo Marcos Osorio. Yo leí las versiones, voy viendo y dando mi opinión al respecto, pero es una obra que ya no me pertenece, es una obra artística que pertenece al guionista, al director, etc., basada en el libro mío. Uno tiene que aprender a soltar la mano a sus personajes y darles la libertad suficiente. Si son ricos esos personajes van a tener vida propia, incluso van a hacer cosas que yo no hubiera pensado. Eso es lo que en algún punto pretendo, siempre y cuando se mantengan las características más generales de Verónica Rosenthal y los personajes secundarios.
– Y en cuanto a guiones estás trabajando en dos proyectos. ¿Cuáles?
– Estoy trabajando con Luis Ortega y Rodolfo Palacios en una biografía de Robledo Puch para el cine. Me divierte mucho más eso que sufrir viendo si se adapta correctamente o no lo que yo ya inventé en una novela. Y también en una primera etapa de un guión para una señal de cable, con la productora de Burman. Es una historia de boxeo.
– ¿Estás escribiendo una novela fuera de la saga de Verónica Rosenthal?
– Sí, hace tiempo estaba escribiendo novelas que la tenían a Verónica como protagonista, tres seguidas. Ahora decidí escribir una novela, que sale en marzo o abril del año que viene, muy distinta. Tiene más que ver con el espíritu de “Oscura monótona sangre”, en la que el policial es más secundario con respecto al conflicto familiar o íntimo que viven los personajes. Es una historia de amor entre una mujer de 30 y su hijastro de 19 años y está situada en la época de la guerra de Malvinas.
Mercado editorial, cultura y nuevas tecnologías
Sergio Olguín habló también del mercado editorial en nuestro país, entendiendo que en los últimos años, las condiciones se han modificado a favor de los escritores.
“Hay existencia de un mayor mercado editorial para la literatura argentina, con respecto a lo que ocurría en los ’90, pero sin que lleguemos al boom de lo que fue la literatura argentina en los años ’60.
Hay un mayor interés y eso hace que haya un público ávido de leer literatura argentina y eso implica que las editoriales que forman parte de grupos gigantes o las independientes o las medianas, estén interesadas en publicar literatura argentina, buscar historias nuevas, autores nuevos y eso siempre es positivo porque da posibilidad de publicar a mucha gente y de encontrar buena literatura”, dice.
– ¿Cuál es tu posición respecto del debate en torno a los soportes digitales y el rol de la tecnología en la distribución de la literatura?
– Estamos en lo que podríamos llamar el tercer momento más importante de la historia de la escritura y la literatura. Después del paso del papiro al pergamino y, luego, de la aparición de la imprenta que supuso una cierta democratización. Ahora el libro digital permite una tercera etapa tan importante como esas dos porque hoy lo que se consigue es que el libro digital se pueda copiar de manera idéntica sin que se desvirtúe la obra y facilita la copia y el acceso al libro y no requiere dependencia del mercado editorial.
Por ejemplo hay ediciones que quedaban perdidas en alguna parte el mundo y salían de circulación. Hoy la tecnología permite que el libro se reproduzca de manera notable y no se pierda su existencia. Es fundamental que el libro digital perviva además de que es una buena forma de leer, facilita trasladar muchos ejemplares en un espacio absolutamente reducido y la circulación de libros en los que los editores no se interesan.
– Y también la posibilidad de la autoedición, con plataformas como whatpad.
– Hay posibilidades de autoedición y de ediciones mucho más económicas. La posibilidad de leer en lectores electrónicos hoy sigue siendo bastante limitada, hay desconocimiento y prejuicios alrededor del libro digital, cuando se supere va a ser más fácil el acercamiento del autor al editor, hay plataformas como whatpad que permiten que los autores se pongan en contacto con los lectores, pasando por encima de distribuidores, editores, etc. Probablemente de acá a 50 años el mundo editorial no sea como el que hoy conocemos y el mercado editorial se haya convertido en otra cosa. Pero para eso todavía falta mucho. Estamos en la prehistoria de esto.
– Estas herramientas ¿En qué medida modifican la relación entre los autores y los lectores?
– La labor de los fans en internet es algo inédito en la historia de la humanidad. Está la posibilidad de gente fanática de un género que se dedica a pasar de papel a digital toda la obra y lo hace de manera gratuita y lo pone a disposición. Es un activismo cultural muy piola y que, por suerte, se mantiene desde la creación de difusión masiva a través de internet.
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