José Andrés Espelt
Hace aproximadamente una semana que acabé la lectura de Lo que nos queda de la muerte, de Jordi Ledesma. Es un compromiso hablar de la novela de un amigo tuyo, pero él sabe que yo suelo utilitzar la guillotina como método de “tortura”.
Conocí al autor por una recomendación de Jordi Canal, la increíble enciclopedia de Europa, con La Bóbila. Editaba por entonces una primera versión de Narcolepsia, que leí con estusiasmo. Pero una editorial, pequeña, pero muy grande, apostó por él: Alrevés.
Naturalmente, con el equipo literario que tenia (Josep Forment, un gran amigo y conversador), encontraron la forma para añadirla en su catalogo y mejorarla. El resultado, nominación para el Memorial Silverio Cañada, qué menos.
A nivel personal, esa primera novela era irrepetible. Tocaba muchos aspectos que yo conocía por ser un chico de barrio. Pero, lo que es la vida, cambia de registro en su segunda novela, El diabló en cada esquina, con personajes sucios y lejos de nuestra comodidad personal.
Ahora, tras un par de años, nos sorprende con una trama personal, muy reposada y revisada. En primera persona, difícil de realizar.
Ledesma nos sumerge en un pueblo de la Costa Dorada, Cambrils, un lugar de estío, principalmente de turistas españoles. Aragoneses en la mayoría. Muy oscuro.
Un sitio que desconocen los propios catalanes. Con el autor, tuve el placer de comentar ese oscuro casi negro de que conocía esos aspectos de la Tarragona más vistosa. En todos los pueblos existen barrios marginales y en la lectura de Jordi Ledesma lo podeís comprobar.
Os aseguro que muchas de las vivencias que aparecen en ella las ha tenido que vivir en primera persona. Hay ciertas cosas que, por mucha imaginación que tengas, no las puedes inventar.
Pero ahora acabo con el rollo. La novela de Jordi Ledesma es una de las mejores que he leído éste año, y son bastantes; y en alguna con compromiso adquirido. Como decía antes, y reiterándome, presenta un Cambrils de vida diaría. Con personajes de doble fondo, con artistas de la mentira, con corrupción y como siempre, en lo social, gente que se tiene que buscar la vida.
En ningún momento olvida Jordi sus orígenes. Humildes, como los míos. Y el problema viene cuando acabas de leer… Necesitas más, como una droga.
Gracias por regalarnos esta lectura. Ahora me doy cuenta que no he hablado de la novela. Pero bueno, lo mejor es comprarla o regalarla.
Por cierto, confio plenamente que llegará muy lejos.
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