Carlos Prieto
He aquí un delicioso equívoco cultural que ocurre de vez en cuando: lector progresista de James Ellroy (que son legión) se topa con una entrevista al novelista estadounidense... y le explota la cabeza. “¿Cómo? ¿Este tipo es tan de derechas? Pero si sus novelas...”.
De acuerdo, Ellroy no hace novela social, sino policiaca, pero sus retratos de las alcantarillas del poder son tan despiadados que, a primera vista y sin conocer las filias y fobias personales del autor, podría colar como un novelista zurdo, de esos que reivindican el género negro como vehículo para desvelar los conflictos sociales ocultos de las junglas urbanas.El personaje arquetípico de James Ellroy (Los Ángeles, 1948) es un policía que hace el trabajo sucio de los poderosos por las malas o por las malas. O la maquinaria del poder americano al desnudo. Las cloacas desde dentro. Así que no es raro que personas como Íñigo Errejón lean a James Ellroy: cuando le entrevistó 'Vanity Fair' en 2015, el dirigente de Podemos llevaba su novela 'Loco por Donna' en la mochila.
Ocurre que la pavorosa ambivalencia de Ellroy hacia sus criaturas le sitúa en un territorio político ambiguo, enfermizo y 'malrrollero' donde todo cabe (por ejemplo: toneladas de violencia, masculinidad tóxica y testosterona). Resumiendo: Ellroy no hace novela política al uso: lo que hace es pegarte un martillazo en la cabeza y salir corriendo.
Luego está, claro, el tema formal: izquierdistas, derechistas y centristas reformistas, nadie se resiste a la locomotora narrativa de Ellroy, el rey del thriller coral, torrencial y seco, que en los años ochenta reinventó la novela negra con una tetralogía histórica sobre las alcantarillas americanas -'El cuarteto de Los Ángeles'- que llega de nuevo a las librerías en una “edición definitiva” de Literatura Random House, con traducciones actualizadas y epílogos inéditos: la primera novela de la serie -'La dalia negra' (1987)- sale ahora; las otras tres -'El gran desierto' (1988), 'L.A. Confidential' (1990) y 'Jazz blanco' (1992)- lo harán los próximos meses.
Así empezó todo
Tras una larga temporada juvenil dedicada al macarreo y al vicio autodestructivo, carne de correccional y de presidio, Ellroy se recicló en los ochenta como novelista con una estimable trilogía sobre un sargento de homicidios expeditivo llamado Lloyd Hopkins. Pero el escritor se veía sobrado de recursos, el género negro se le quedaba corto, y decidió subir la apuesta narrativa (mezclarlo con el género histórico) por la vía visceral: su madre había sido asesinada misteriosamente en 1959, cuando Ellroy tenía once años. Había llegado el momento de expulsar/volcar sobre el papel todo el fuego y la ira que llevaba dentro: 'La dalia negra' recrea otro crimen oscuro, el de la aspirante actriz Elizabeth Short, conocida como la dalia negra, "víctima de un acto de tortura de una brutalidad sin parangón. La sensación de la prensa amarilla. El más célebre crimen sin resolver en toda la historia de Estados Unidos", cuenta Ellroy en el epílogo.
"En la época de su muerte, yo odiaba a mi madre. Era la furia idiota de un chaval. Me fijé en Betty Short para sentir lo que debería haber sentido por Jean Hiliker, perdida para siempre. Cuando se volvió a despertar el dolor de mi pérdida, los relatos de locura proliferaron. La historia me emplazaba. Decidí convertirme en novelista. Necesité veinte años para escribir mi primera novela y veintinueve para publicar el libro que ahora tenéis entre manos", añade.
'La dalia negra' sigue las andanzas de dos policías que investigan la muerte de Short en medio de un gran circo mediático y follón político. El caso empieza y acaba en esta novela.
La conexión con el resto de la saga es la siguiente: personajes, ciudad y temática de fondo se repiten -crónica negra del Los Ángeles de la posguerra. Si 'La dalia negra' es el libro más macabro de la tetralogía, 'El gran desierto' es el más salvaje en lo referente a los métodos policiales. Estamos en 1950, en pleno calentón mccarthista, y alguien tiene que limpiar la ciudad de comunistas; o al menos de cualquiera con pinta de comunista, lo sea o no…
El tercer libro -'L.A. Confidential'- es el más popular gracias a una estupenda adaptación cinematográfica (1997) de Curtis Hanson, fallecido hace pocas semanas. Otro crimen sin resolver como excusa para retratar la fauna de las cloacas del poder: el policía corrupto, el fiscal ambicioso, el periodista sensacionalista sin escrúpulos, perfilados bajo la iluminación -glamourosa y turbia a un tiempo- de los neones del Hollywood clásico.
Si la trama de las tres novelas anteriores avanzaba desbocada a lomos de un estilo cortante y a la yugular, Ellroy depuró la fórmula en la traca final, 'Jazz blanco', inolvidable ejercicio de estilo sin un gramo de grasa. Ellroy no escribe en este libro: ametralla.
Moraleja: todas las novelas de la saga se parecen, pero cada una tiene su aquel, y no es fácil decidir si uno prefiere a papá o a mamá. Una cosa sí está clara: al contrario que la mayoría de thrillers y 'best sellers', los libros de Ellroy no se olvidan: este artículo se basa en los recuerdos de leer 'El cuarteto de Los Ángeles'… hace veinte años. Agazapado y acongojado en el sofá... Ellroy da miedito sí, pero dejar de leerlo no es una opción. ¡Socorro!
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