Matías Méndez
"El
femicidio no sólo es matar a una mujer, es llevarla a que lo haga,
inducirla", afirma Alicia Plante quien, después de su recordada trilogía
del agua que componen Una mancha más (2011), Fuera de
temporada (2013) yVerde oscuro (2014), reaparece en la
escena literaria argentina con una novela que -como dice ella misma- bien
podría formar parte de ese corpus. Se trata de La sombra del otro,
su nuevo libro que Adriana Hidalgo Editoradistribuye en estos días.
Laura
Requena es una psicoanalista que un día descubre a Ana, su vecina, muerta en su
bañadera con la apariencia de haberse suicidado. "Ana era una mujer
hermosa, su imagen de ella era esa, la de una hermosa mujer de unos cuarenta y
pico que conservaba intacta la seguridad de su propia belleza", escribe la
narradora. Cuando ingresa al departamento, Laura ve en la mesa de luz
el diario íntimo de la víctima y se lo lleva. En una suerte de terapia
postmorten que hará con la lectura de esas páginas, la psicoanalista irá
reconstruyendo la vida de Ana, al tiempo que se detendrá en la presencia de
Kunder, un hombre que aparece una y otra vez en el diario, mientras reflexiona
sobre su propia vida.
Alicia
Plante nació en Buenos Aires, dirige talleres de narrativa y poesía y es
psicoanalista. En charla con Infobae, repasó las
características del género sobre el que trabaja, -la novela negra-, contó por
qué eligió a una psicoanalista como protagonista, explicó cómo construye sus
personajes y, en especial, el de un psicópata.
—Publica
esta novela después de una trilogía que tuvo una recepción muy positiva ¿Cómo
se sienta a trabajar después de eso?
—Sí,
asombrosamente, a uno siempre lo sorprenden esas cosas. Es curioso, y uno no
planifica por adelantado, pero este libro casi podría convertir la trilogía en
una tetralogía porque acá también hay agua, empieza con mucha agua y el
personaje central de las otras, un juez penal que siempre se mete a investigar
accidentalmente, reaparece acá colateralmente, dado que la que realmente
investiga es una psicoanalista que es la que encuentra a una vecina agonizando
en una bañadera llena de agua. Hay agua y está Leo que es el Juez.
—Y
también está presente el mundo animal…
—Siempre
están los perros, son mi pasión los animales. Y están Pana y Nano y sus
personalidades, que son dos perritos que tuve.
—¿Cómo
trabajar el policial en Argentina?
—En
ningún lugar del mundo se habla de género policial, es una denominación
argentina. Lo que se denomina policial no es novela negra y eso es algo que
mucha gente no tiene claro, la novela negra en realidad es una especie de libro
de suspenso, de intriga, de investigación, que tiene algo muy particular, que
no tenían los libros de Agatha Cristie, por ejemplo: hay crítica social, eso es
lo que caracteriza a la novela negra, cuestiona el entorno, lo desafía y
propone otra cosa. En los libros de Agatha Christie todo estaba encerrado en un
tren o en un castillo, lo social no tenía presencia. Es un género, la novela
negra, la noire, que fue surgiendo a partir de los norteamericanos
y que aparece también en Mankell, el sueco, en Maigret, el personaje de
(George) Simenon. En general, la novela negra en Argentina ha tenido éxito,
arrastre y una tendencia a escribir este tipo de libro porque tiene el gancho del
suspenso y tiene la crítica social y eso es algo que lo vuelve muy intenso, muy
actual y que generó mucho interés.
—Condimentos
que están en sus libros…
—Sí,
siempre, por eso me permito decir que escribo novela negra. Es lo que describe
lo que hago.
—Aquí
elige que motorice la investigación una psicoanalista que, por otra parte,
utiliza herramientas de su profesión para resolver el dilema. ¿Por qué?
—Soy
psicóloga y es una profesión que te mete en la sociedad, en la gente, no es la
ingeniería, que no se toca tan directamente con la gente, con las emociones,
con los mecanismos, los resortes o las reacciones. Es una forma de mirar la
realidad. Una forma tan comprometida y tan comprometedora que seguramente por
eso durante la dictadura se intentó anularla y no se abrió la inscripción en la
UBA a la carrera de psicología. Porque le abría la cabeza a la gente, era algo
peligrosísimo y porque, sobre todo, cuestionaba sus ideas. Eso es lo que la
psicología busca, que la gente tome consciencia.
—¿Por
qué la eligió para esta novela?
—Porque
la situación del personaje que muere es muy patológica. Hay una relación
sadomasoquista de esta persona con un hombre, y la psicoanalista, Laura
Requena, se queda con los diarios de esta mujer que es una vecina. Es en la
lectura de esos diarios, como psicoanalista, que se va apasionando con entender
el conflicto de esta mujer, que la llevó a cortarse y a dudar de si se cortó o
si fue cortada. Está la duda de si esto es un femicidio. El femicidio, desde mi
punto de vista, no es solamente matar a una mujer, es llevarla a que lo haga,
inducirla, generar las circunstancias donde el suicidio es la única salida
posible. Y eso si es algo hecho intencionalmente, estamos hablando también de
femicidio.
—¿Lo
que hace la psicoanalista es como una terapia post mortem?
—Sí,
en algún momento lo dice. Transcribo grandes partes del diario de esa mujer que
se llama Ana y es otro lenguaje.
—Al
trabajo formal quería llegar, porque hay distintas voces narradoras, diferentes
tonos y hasta diversas historias. Por ejemplo, la historia de los diarios es
una en sí misma.
—Claro
y hay otras: está el padre de la psicoanalista que murió hace un tiempo pero
que aparece porque es un personaje que está muy vivo en el ánimo y en la
historia de Laura Requena porque fue muy fuerte y muy presente y ella descubre
que la muerte de su vecina la compromete hasta el extremo que lo hace porque la
asocia con la muerte del padre. También aparece la tilinguería porteña
encarnada por esta pareja de amigos de Ana, a los que ella va a conocer a su
casa porque está tratando de armar este rompecabezas de la historia de Ana.
—Le
pido que se detenga en la construcción de las voces narradores ¿Cómo hizo esa
elaboración?
—Es
una cuestión de imaginación, es algo que me resulta fácil tal vez desde esta
segunda profesión que es la psicología clínica, que es imaginar qué siente, qué
piensa y qué es otra persona. Salir de mí y colocarme en el lugar de otro e
imaginarlo y entonces puedo hablar como esa persona, escribir con sus palabras
y su lenguaje. Piglia una vez me dijo que yo hacía muy bien eso, incluso el
vocabulario.
—Existe
una oralidad muy presente en su literatura.
—Hay
una oralidad presente. Ana escribe sus diarios con una soltura que uno no suele
tener presente en el intercambio con otra persona, uno cuándo escribe un diario
pensando que nadie lo va a leer, es sí mismo, mucho más que cuando uno se cuida
frente al otro, es sin filtro.
—¿Cómo
construyó a Kunder?
—Es
una pregunta muy complicada. No sé si lo construí bien, son cosas que uno
intenta hacer y no sabe si con seguridad lo logró, debería mostrárselo a un
psicópata para ver si se reconoce (risas). Es difícil imaginarse hombre,
psicópata, posesivo, dominante, celoso y violento, imaginar que la violencia
está en mi. La violencia no tiene sexo y seguramente hay violencia en mí,
quiero pensar que de psicopatía no (risas). Un poco de psicopatía
ejercemos todos.
—¿Los
rasgos de la psicopatía están presentes en ese personaje cuando justifica su
violencia contra las mujeres?
—El
psicópata es fundamentalmente manipulador. Él pretende manejarla a Ana. Hay
narcisismo, él es el eje, el psicópata es el centro, su patología es muy
arcaica en el sentido del desarrollo psíquico del ser humano. El psicópata es
superado en la antigüedad de su desarrollo sólo por el esquizofrénico que surge
en el bebé y por el maníaco depresivo, lo que hoy han decidido llamar bipolar,
que también es un desarrollo psíquico muy temprano. La psicopatía desarrolla
tempranamente en la vida, no tanto, pero muy tempranamente.
—Se
lo pregunto porque el personaje explicita su violencia contra la mujer. ¿Es un
misógino?
—No
lo es, desde sí, es sincero en que está desarrollando con Ana una relación de
profundísimo compromiso y que es ella la que no entiende o no está dispuesta,
es la que juega sucio, la que lo traiciona, es ella la engañadora y mentirosa.
Eso no es cierto, pero él lo vive así, lo siente así y reacciona desde ahí. El
psicópata no es hipócrita pero es el eje, por eso se habla de narcisismo,
porque considera que tiene absoluta razón, que está en lo cierto. Las cosas son
como él las ve, no contempla al otro, ni la posibilidad del error.
0 comentaris:
Publica un comentari a l'entrada