Daniel Gigena
En
2014, el diario El País le puso un nombre al fenómeno de la novela policial
protagonizada o escrita por mujeres: "femicrime". Que las mujeres han
sido las víctimas favoritas de las ficciones en España, la Argentina y el mundo
entero no es ninguna novedad desde Antígona, donde el cuerpo de una mujer era
objeto de la ira del poderoso de turno. Pero aquí, a partir de la exitosa
irrupción en 2005 de Las viudas de los jueves, de Claudia Piñeiro, las
narradoras del género policial cobraron un relieve inusitado.
La
sensibilidad femenina podía articular tramas que combinaban la intriga con una
perspicacia inusual, dosis de humor y aun críticas al patriarcado allí donde
éste imperara, es decir, en casi todos los ámbitos: medios de prensa, despachos
oficiales, agencias médicas, judiciales y psiquiátricas, barrios humildes y
countries.
Alicia
Plante publicó una excepcional "trilogía del agua", que describe la
decadencia de la policía bonaerense, los servicios de inteligencia y la
Justicia, y denuncia los negociados políticos con más eficacia que
investigaciones latosas. Son sólo ejemplos de un género que se expande.
Un
periodista protagoniza La tensión del umbral, de Eugenia Almeida
(Edhasa), que comienza con el suicidio de una mujer en plena calle. "Lo
que soy se pone en juego a la hora de escribir. No comulgo con las definiciones
de literatura masculina o femenina -dice desde Unquillo la autora cordobesa-.
Creo que los autores que conmueven trascienden prejuicios y categorías de cada
época. ¿Es posible adivinar, leyendo a Patricia Highsmith, que quien escribe es
una mujer? Yo diría que no. Toda escritura que sirva para tranquilizar y
reforzar los prejuicios me aburre y me enoja." Almeida cuenta que no pensó
en el género policial mientras escribía. "Siempre escribo sobre lo mismo:
lo que falta, lo que no está, lo que se calla. A veces eso toma la forma de un
policial; a veces, la de un poema. A medida que uno escribe, el texto va
buscando solo su forma, su rama, su nicho." No obstante, su novela fue uno
de los mejores policiales publicados en 2015.
Florencia
Etcheves, periodista y cronista, publicó su primera novela, La Virgen
en tus ojos, en 2012. Fue un éxito rotundo, que la impulsó a continuar la
historia de su protagonista con La hija del campeón. "Durante
15 años cubrí crónicas policiales para el noticiero. Es novedoso para mí
trabajar con la ficción. Lo más complicado es superar la realidad; la
brutalidad, las mecánicas de los crímenes y hasta la creatividad de los
delincuentes ponen a autores y autoras de novelas policiales en un apuro. ¿Cómo
sorprender al lector cuando las historias de los diarios tienen todos los
condimentos necesarios para un novelón? Ése es el desafío; creo que el peso de
las historias tiene que estar en los personajes; no sólo llevar al lector por
el camino para descubrir quién es el asesino, sino también involucrarlo y, ¿por
qué no?, identificarlo con ese asesino, incomodarlo", dice Etcheves. En
2016 Planeta publicará su nueva novela. "Un caso en el que por cuestiones
personales se va a involucrar Francisco Juánez, el policía que protagonizó mis
dos novelas anteriores. Esta vez se va a meter con un tema del que me interesa
hablar: la trata de mujeres con fines de explotación sexual. Va a ser dura,
descarnada. Quiero aprovechar la ficción para denunciar, para difundir y
aportar un granito de arena en la lucha contra este delito", adelanta.
De los márgenes al centro
Dirigido
por Juan Sasturain desde 2008, el sello Negro Absoluto está dedicado a la
novela negra. En 2015 dos autoras publicaron sus libros: María Inés Krimer y
Elisa Bellmann. Sangre fashion, de Krimer, transcurre en el mundo
de la moda; la historia empieza con un desfile y termina con otro. "En el
medio hay asesinatos, ropa de marca, talleres clandestinos, mucho bótox,
perfumes importados; un subsuelo menos glamoroso. La investigadora es Ruth
Epelbaum, una archivista jubilada que vive en Villa Crespo. Habla idish. Tiene
amantes. Lee a Bashevis Singer. En Alemania dicen que es una mezcla de Marlowe
con Almodóvar", cuenta su autora, que ya trabaja en un nuevo título noir.
"Cuando releí a los clásicos, comprobé que mi entusiasmo por Chandler o
Hammett estaba intacto. Redescubrí a Ross MacDonald, el tercer hombre, con su
perfecta fusión de personaje y argumento. Al volver sobre esas lecturas confirmé
que lo que más me interesa es leer autores, más que enigmas ingeniosos. Como en
toda obra literaria, lo importante es el tono, el fraseo, que es, en última
instancia, una visión personal del mundo." Bellmann escribió Asfixia sin
considerar las reglas de la novela policial: "La pensé como una trama con
un intenso nivel de enigma en la intimidad de los protagonistas".
El
escritor y periodista Horacio Convertini, autor de New Pompey y Aguante,
ofrece su mirada sobre la impronta actual de las narradoras policiales:
"La presencia de escritoras en la literatura negra argentina explotó
claramente en el siglo XXI, acaso como consecuencia del efecto Piñeiro, o bien
porque el interés por el crimen como materia literaria crece hasta llevarse
todo puesto y contribuye a romper el predominio de la autoría masculina.
Entonces aparecen investigadoras como las de Flaminia Ocampo, o en los márgenes
del género, vengadoras como las de Gabriela Cabezón Cámara y autoras que
apuestan a protagonistas masculinos, como el Samuel Redhead de Mercedes
Giuffré, que resuelve crímenes en la Buenos Aires colonial, o los muchachos que
se apuñalan en Ladrilleros, de Selva Almada".
"La
novela policial, que fue tradicional y mayoritariamente escrita por hombres, se
refresca con el aporte de las mujeres -opina Ernesto Mallo, escritor y director
de Buenos Aires Negra, el Festival Internacional de Novela Negra que se
desarrolla en Buenos Aires... Ellas se lanzan con pleno derecho y talento a
ocupar su sitio en los antros criminales con su particular estilo. El panorama
literario del género encuentra nuevas y potentes voces como las de Fred Vargas,
de Francia; Rosa Ribas, Vanesa Monfort, Berna González Harbour y Alicia Giménez
Bartlett, de España; Asa Larsson, de Suecia. A las escritoras les interesa, al
decir del crítico Carles Geli, el mecanismo que lleva a alguien a matar o a ser
las víctimas, saber por qué se produce esa violencia y no tanto el detalle de
cómo; se busca más el factor psicológico y humano. Lo cierto es que las mujeres
matan distinto que los hombres, sus crímenes suelen ser menos sangrientos,
menos brutales y tanto o más crueles."
Así,
la tensión social referida a la violencia física (y a la de los estereotipos)
padecida por las mujeres se manifiesta con eficacia en las novelas de las
narradoras actuales. Mediante la creación de situaciones verosímiles y
personajes conscientes de las reglas patriarcales y que, en el marco de la
historia, pueden cuestionar o modificar esa conciencia, las autoras locales
recrean las fórmulas fijas en la representación de las mujeres en el thriller y
la novela negra.
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