Las novelas criminales en las que el detective es un tipo que-pasa-por-allí son un filón. S.J. Watson, el escritor que mejor partido le ha sacado a la fórmula, el hombre de 'La chica del tren', regresa con 'Otra vida', un cruce de 'Cincuenta sombras de Grey' y 'Perdida'.
Laura Fernández
¿De qué hablamos exactamente cuando nos referimos a un domestic noir?
Basta pensar en Carol Lipton, la Diane Keaton de Misterioso asesinato en
Manhattan, y en su obsesión por la posibilidad de que su vecino haya asesinado
a su esposa, para descubrirlo. Eso es exactamente un domestic noir. Un noir sin
detectives, en el que hay un caso pero en el que aquel que lo investiga no
lleva uniforme, ni está trabajando. Es un vecino, una hermana, un marido, una
ex novia. Es Julia, la quizá felizmente casada señora que quiere encontrar al
asesino de su hermana en Otra
vida (Grijalbo),
la última novela de S.J. Watson, considerado algo así como el padre del
subgénero en cuestión. Un subgénero que ha escalado a los primeros puestos de
las listas de ventas en todo el mundo.
Pensemos
en La chica del tren,
de Paula Hawkins. En Perdida,
de Gillian Flynn. ¿Son o no son las novelas del momento? S.J. Watson se encoge
de hombros y sonríe.
El
escritor está sentado en un reservado del Soho House, un club privado para
escritores y artistas situado en el número 40 de Greek Street, una poco concurrida
calle londinense, cercana a la encantadora y muy literaria Charing Cross Road.
Watson pasó de tener un trabajo
cualquiera a ver cómo hasta Nicole Kidman devoraba su
primera novela, No confíes en nadie (Grijalbo). Suyo fue el papel protagonista
en la adaptación cinematográfica que hizo Rowan Joffé el año pasado. «Como
escritor lo que me interesa es llevar a mis personajes a situaciones límite»,
dice Watson. Watson siempre había querido ser escritor. ¿De novela negra? Nuevo
encogimiento de hombros. «Me gustan los conflictos»,
contesta. También Agatha Christie. Estos días anda releyendo El espejo se rajó de parte a
parte, su novela favorita de la Reina del Crimen. ¿Por qué es su
favorita? «Por el giro final. Me encanta que haya volantazos en la trama», dice.
El escritor inglés S. J. Watson. GUILLEM LÓPEZ
Su segunda novela, Otra vida es
un cruce entre Cincuenta sombras de Grey y Perdida. La hermana muerta de Julia, la protagonista, ha
estado conectándose a chats
de cibersexo y ha estado quedando con tipos. Su
amiga Anna, que vivía con ella en París, introduce a Julia en ese mundo
paralelo y la hace abandonar, por un momento, su vida: a su marido, a su
hijo... Lukas, el misterioso y atractivo chico que se pone en contacto con ella
parece esconder algo y muestra una actitud en extremo dominante que hace pensar
a Julia que puede haber tenido algo que ver con lo que le ocurrió a su hermana.
¿Cómo surgió la idea?
Me surgió hace unos nueve años antes
de escribir No
confíes en nadie. Por entonces yo me había aficionado
a leer el blog de una chica que vivía por mi zona. Hablaba todo el tiempo de
cosas que hacía y de sitios a los que iba. En muchos sentidos, era encantadora.
Empecé a pensar que era fácil que alguien se obsesionara con ella y la asaltara
un día por la calle. Aunque no lo hiciera con mala intención, pensé que sería
extraño que alguien que no conoces pudiera saber tanto sobre ti. Pensé que
somos realmente vulnerables online sin ser conscientes de ello.
Pero el yo virtual a veces tiene poco
que ver con el yo real. ¿En realidad no nos estamos escondiendo? ¿No estamos,
como la protagonista, huyendo?
La protagonista está tratando de
encontrar al asesino de su hermana, pero a la vez está huyendo, sí. Está
demostrándose que aún puede sentirse joven, libre, salvaje. Julia tiene un
pasado complicado. Es ex alcohólica. Y he aquí otro punto clave de la novela.
Recuerdo que un amigo me dijo en una ocasión que la adicción es una enfermedad
con mucha paciencia. Y quería explorar eso, y por eso Julia tiene el pasado que
tiene.
- Es curioso, Julia y la protagonista
de La chica
del tren comparten un pasado y un presente para nada perfectos, y ambas
son mujeres, mujeres que no han podido evitar la perdición. ¿Ha llegado por fin
el momento de la antiheroína?
Es curioso, sí. Y creo que sí, ha
llegado el momento de la antiheroína. Durante todo este tiempo, la mujer, en la
ficción, era un ser perfecto. Pasase lo que pasase, permanecía inalterable. O
formaba parte del decorado o era la víctima. De un tiempo a esta parte, libros
como los de Paula Hawkins o Gillian Flynn o los míos han acabado con ese
cliché. La mujer, como personaje, es también, por fin, un ser complejo,
imperfecto.
¿Y cree que esa es una de las posibles
claves de su éxito? Teniendo en cuenta que las lectoras son básicamente
mujeres, ¿ha dado el domestic
noir en el clavo?
La verdad es que no lo sé, pero
supongo que sí. La conexión con el lector es muy importante y es cierto que la
mayoría de lectores son mujeres que se pueden sentir más identificadas con
alguien como Julia que con una mujer perfecta. Porque las mujeres perfectas,
como los hombres perfectos, no existen. Nadie es perfecto.
¿Diría que el domestic noir es el subgénero noir del siglo XXI? Teniendo en cuenta que vivimos en la era de la
información, cualquiera puede hacer cualquier cosa, incluido investigar el
asesinato de su propia hermana...
La verdad es que nunca lo había
pensado, pero estoy completamente de acuerdo. Internet puede parecer algo
efímero, pero mucho más efímero es el periódico del día anterior. En internet
las cosas se quedan, y uno puede investigar con facilidad qué ocurrió tal o
cual día. Hoy, cualquier aspecto de tu vida es público. Dejamos un rastro. Y
los detectives se dedican a seguir esos rastros. No parece descabellado que
cualquiera pueda hacerlo hoy. Cualquiera de nosotros puede seguir un rastro.
Antes algo así era impensable.
Podría decirse que tanto No confíes en nadie como Otra vida tratan el tema de la identidad. ¿Es algo que le obsesiona?
Sí. La identidad me interesa. Mucho,
de hecho. Cómo formamos nuestra identidad, pero también cómo la ocultamos.
Todas las máscaras que nos ponemos a diario. No es casualidad que ambas novelas
empiecen en un cuarto de baño. El cuarto de baño es quizá el único lugar en el
que no tenemos que fingir que somos alguien que no somos. Es el lugar en el que
podemos quitarnos todas las máscaras y ser nosotros mismos.
¿Si existiera una moraleja en Otra vida sería la de que mejor no jugar con fuego, cuando el fuego es
precisamente eso, otra vida?
No sé si hay una moraleja en Otra vida, pero está claro que ahora mismo disponemos de una
herramienta, internet, que nos permite vivir otras vidas, y experimentar con
otras facetas de nosotros mismos. Y que eso puede ser peligroso.
Tres
ejemplos de libro
'La
chica del tren', de Paula Hawkins (Planeta). La
novela más vendida del año es la historia de una mujer alcohólica que viaja
cada día en el mismo tren y ve un par de casas perfectas pasar ante ella.
Imagina la vida de la pareja que vive en una de ellas hasta que la chica desaparece.
Es entonces cuando empieza a investigar, y cuando el lector descubre todos sus
secretos que tienen mucho que ver con lo que ocurría en esas dos casas que veía
pasar cada día desde el tren.
'Observada', de Renée Knight (Salamandra). La última en aterrizar es una
novela dentro de una novela. Porque la protagonista de Observadadescubre un buen día que un episodio de su vida que no ha
compartido con nadie aparece relatado en un libro que acaba de publicarse. Eso
sí, la versión de la historia parece tergiversada a propósito para hacerle daño
a ella y a su familia. Su investigación tiene como fin descubrir quién está
intentando arruinarle la vida y por qué.
'Perdida', de Gillian Flynn (Literatura Random House). Si existe una
madre del domestic
noir está claro que el título le
corresponde a Gillian Flynn. Sus historias no se centran tanto en el delito
como en los personajes. En este caso, los personajes son todo un caramelo para
los amantes del 'noir': una mujer que finge su propio asesinato, un marido que
trata de exculparse pese a que las pruebas le apuntan puesto que se acuesta con
otra. Puro Highsmith.
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