Leticia Valle
Alberto Valle debuta en la novela con 'Palop', las andanzas de un ex agente malvado y con pasado sucio. Un homenaje a la literatura 'pulp' que se devora.
foto de Santi Cogolludo
Cuidado con Palop. Tiene
malas pulgas y no se anda con chiquitas. La Agencia, para la que trabajó hace
años, todavía le llama de vez en cuando para un trabajito sucio de ésos que
mejor que no dejen huella. En ésas está ahora: en los bajos fondos del País Vasco,
rastreando la pista de los bastardos, que han raptado a Pilarín, la hija del
ministro, para conseguir dinero. Hay que actuar rápido.
Con ritmo de infarto y prosa
cosida a puñetazos, sucia, directa y descarnada, arranca Palop juega sucio
(Editorial Base), el debut novelístico de Alberto Valle (aquí disfrazado con el
suedónimo de Pascual Ulpiano). Es la primera entrega de una serie que estará
protagonizada por el bruto y cero glamuroso ex agente Palop.
«El entorno en el que se
mueve, su trabajo, su pasado, su sed de venganza contra lo que en realidad es
su propia vida, contra sí mismo, le convierten en un hijo de puta con el que
resulta casi imposible cualquier tipo de empatía, especialmente en esta primera
entrega», reconoce Alberto. Aunque como sucede con los antihéores malvados, los
villanos incomprendidos, el lector atisbará al final de la novela algo que le
ayudará a entender el porqué de tanto cinismo. Es lo que tiene bajar a las
cloacas más infectas y volver a subir a la superficie. Ya nada es igual. La
serie, confiesa este fan de Andreu Martín, Frank Caudet, James Ellroy, Edward
Bunker e Irvine Welsh, rinde homenaje a los bolsilibros de a duro que escribían
Silver Kane o Curtis Garland, los héores de nuestra literatura pulp: «Me
encanta la idea del escritor de oficio, el storyteller, el que fabrica
historias pasándoselo bien, sin glamur, sin veleidades artísticas, contando
cuentos y generando narrativa de pura evasión en un formato barato, chillón y
atractivo». Ojo, no confundir con novela negra, pese a lo criminal de buena
parte de la acción: «la buena novela negra tiene una arquitectura muy especial,
Palop es más sencillo y primario y tiene más vocación de puñetazo en la boca
del estómago que de otra cosa. Cualquier línea de Chandler se mea una y mil
veces sobre la entera carcasa de Palop, pero la cuestión no es querer ser
Chandler, no es querer parecerse a Chandler; y ahí están esas legiones de
autores que lo intentan, fracasando estrepitosamente, para confirmar cuanto
digo».
La trama vasca es de lo más
trepidante de Palop y arroja una pregunta que se hará cualquier lector: ¿por
qué no hay más ficción sobre la violencia en el País Vasco? «Tal vez porque es
un tema que está muy caliente y sobre el que todavía hay mucha, ¿demasiada?
cautela a la hora de expresarse o de construir ficción sin miedo a herir
sensibilidades. No lo sé, la verdad. Esa parte del libro me sirve para
describir la ética de Palop. En qué consiste el juego sucio al que alude el
título. Es la parte sobre la que más lectores han opinado, donde se ha generado
más debate y más charla de bar. En futuras entregas se abordará el terrorismo
de estado que también salpicó violentamente Euskadi. Me gotea el colmillo sólo
de pensar en la de conversaciones cojonudas que ello pueda originar», dice
Alberto que, por si no han reparado en la foto, es uno de los chicos más
elegantes de Barcelona y hace más de una década fundó The Boiler, un club
dedicado al R&B y el soul de los 60. Corran y lean las andanzas del malvado
Palop. En febrero hay nueva entrega.
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