José Martínez Ros
James Ellroy (Los Ángeles, 1948) es a menudo considerado el gran renovador de la novela negra actual. Sin embargo, con la publicación de su última obra, la –adelantémoslo ya, impresionante, magnífica- Perfidia, habría que preguntarse si, por encima de las fronteras de géneros, no tendríamos que limitarnos a afirmar que es, simplemente, uno de los más brillantes y originales autores de la literatura contemporánea.
Ellroy empezó a adquirir notoriedad gracias a su séptima novela, La dalia negra, donde reconstruía un crimen real que estremeció Los Ángeles de los cincuenta y que tampoco fue resuelto a pesar de una amplia investigación policial y la atención obsesiva de los medios: el hallazgo del cadáver de Elizabeth Short, una de tantas chicas guapas que habían acudido a la Meca del cine en busca de una oportunidad, partida en dos, con terribles señales de una tortura que se había prolongado durante varios días. Una obra que ya mostraba las señas de identidad deEllroy: una trama laberíntica, protagonistas moralmente ambiguos, diálogos caústicos, el retrato sin contemplaciones de la América más conservadora y racista, una prosa de prodigiosa intensidad, veloz y entrecortada, organizada en párrafos breves cargadas de repeticiones, riffs y onomatopeyas, la mezcla de personajes reales y ficticios (por cierto, La dalia negra tuvo una mediocre adaptación al cine por Brian de Palma que no le hace justicia al libro). A esta novela la siguieron otras tres, ambientadas en la misma década, autónomas, aunque con personajes comunes, que, junto a La dalia negra, formaron su famoso Cuarteto de Los Ángeles, que mereció incluso los elogios de un autor tan lejano a su mundo como David Foster Wallace: El gran desierto, L.A. Confidential (también adaptada al cine, en este caso con excelentes resultados) y Jazz Blanco.
Ellroy vuelve con Perfidia, el espectacular inicio de lo que ya se ha anunciado como un Segundo Cuarteto de Los Ángeles, situado durante los cuarenta, en los años de II Guerra Mundial. Las más de setecientas páginas de Perfidia transcurren en un lapso asombrosamente breve, que va desde la víspera del ataque japonés a Pear Harbor a los primeros días de la intervención norteamericana en el conflicto. Los Estados Unidos se preparan para la guerra, pero hay otra, más íntima y secreta, que ya ha comenzado. La que enfrenta a los dos miembros más famosos del Departamento de Policía de Los Ángeles, cuyo odio recíproco tal vez se deba a lo mucho que tienen en común: ambos son de origen irlandés, católicos, tremendamente ambiciosos y están dispuestos a emplear cualquier medio para conseguir sus fines. El capitán William H. Parker, apodado Whisky Bill, es un moralista fanático, calculador y alcohólico; el sargento Dudley –“Dudster”- Smith es un antiguo miembro del IRA, poseedor de una inteligencia luciferina y una capacidad para el mal sin límites, adicto al opio y obsesionado con la actriz Bette Davis.
La trama se pone en marcha cuando, en una situación explosiva, con la ciudad hirviendo de odio hacia todo lo nipón, se produce el hallazgo de los cadáveres de todos los miembros de una familia japonesa, muertos en lo que, aparentemente, es un suicidio ritual, un seppuku, como parece confirmar una ominosa nota escrita con caracteres japoneses que se encuentra junto a los cuerpos. Pero un análisis más detallado desvela incongruencias, la sospecha de que ha sido un asesinato. Y pronto conocemos a los otros dos protagonistas: una joven inteligente, aventurera y promiscua, ligada sentimentalmente a un miembro del cuerpo de policía, Kay Lake; y sobre todo, el personaje más memorable y trágico del libro, y que muestra que Ellroy es mucho más que un autor de novelas de tipos duros y femmes fatales., el químico forense Hideo Ashida, un japonés norteamericano, un nisei, homosexual, brillante, astuto y lleno de secretos, que trata de salir adelante entre lealtades enfrentadas y que ve, en este caso, una posibilidad de salvar a su familia y a sí mismo del anunciado internamiento masivo de toda la población de origen japonés de la ciudad en campos de concentración. Pero no será sencillo, ya que en ese crimen convergen en un tenebroso vórtice de mentiras y dinero los intereses de espías del Eje, de empresarios con turbios planes urbanísticos y políticos corruptos, de las organizaciones mafiosas chinas y japonesas y, en especial, los de dos jefes policiales decididos a destruirse el uno al otro.
Perfidia es una novela que puede calificarse de total al ser capaz de combinar con total armonía la reconstrucción de un periodo histórico convulso, una intriga hipnótica y un absorbente estudio de personajes. Una obra maestra, en suma.
Ellroy empezó a adquirir notoriedad gracias a su séptima novela, La dalia negra, donde reconstruía un crimen real que estremeció Los Ángeles de los cincuenta y que tampoco fue resuelto a pesar de una amplia investigación policial y la atención obsesiva de los medios: el hallazgo del cadáver de Elizabeth Short, una de tantas chicas guapas que habían acudido a la Meca del cine en busca de una oportunidad, partida en dos, con terribles señales de una tortura que se había prolongado durante varios días. Una obra que ya mostraba las señas de identidad deEllroy: una trama laberíntica, protagonistas moralmente ambiguos, diálogos caústicos, el retrato sin contemplaciones de la América más conservadora y racista, una prosa de prodigiosa intensidad, veloz y entrecortada, organizada en párrafos breves cargadas de repeticiones, riffs y onomatopeyas, la mezcla de personajes reales y ficticios (por cierto, La dalia negra tuvo una mediocre adaptación al cine por Brian de Palma que no le hace justicia al libro). A esta novela la siguieron otras tres, ambientadas en la misma década, autónomas, aunque con personajes comunes, que, junto a La dalia negra, formaron su famoso Cuarteto de Los Ángeles, que mereció incluso los elogios de un autor tan lejano a su mundo como David Foster Wallace: El gran desierto, L.A. Confidential (también adaptada al cine, en este caso con excelentes resultados) y Jazz Blanco.
Ellroy vuelve con Perfidia, el espectacular inicio de lo que ya se ha anunciado como un Segundo Cuarteto de Los Ángeles, situado durante los cuarenta, en los años de II Guerra Mundial. Las más de setecientas páginas de Perfidia transcurren en un lapso asombrosamente breve, que va desde la víspera del ataque japonés a Pear Harbor a los primeros días de la intervención norteamericana en el conflicto. Los Estados Unidos se preparan para la guerra, pero hay otra, más íntima y secreta, que ya ha comenzado. La que enfrenta a los dos miembros más famosos del Departamento de Policía de Los Ángeles, cuyo odio recíproco tal vez se deba a lo mucho que tienen en común: ambos son de origen irlandés, católicos, tremendamente ambiciosos y están dispuestos a emplear cualquier medio para conseguir sus fines. El capitán William H. Parker, apodado Whisky Bill, es un moralista fanático, calculador y alcohólico; el sargento Dudley –“Dudster”- Smith es un antiguo miembro del IRA, poseedor de una inteligencia luciferina y una capacidad para el mal sin límites, adicto al opio y obsesionado con la actriz Bette Davis.
La trama se pone en marcha cuando, en una situación explosiva, con la ciudad hirviendo de odio hacia todo lo nipón, se produce el hallazgo de los cadáveres de todos los miembros de una familia japonesa, muertos en lo que, aparentemente, es un suicidio ritual, un seppuku, como parece confirmar una ominosa nota escrita con caracteres japoneses que se encuentra junto a los cuerpos. Pero un análisis más detallado desvela incongruencias, la sospecha de que ha sido un asesinato. Y pronto conocemos a los otros dos protagonistas: una joven inteligente, aventurera y promiscua, ligada sentimentalmente a un miembro del cuerpo de policía, Kay Lake; y sobre todo, el personaje más memorable y trágico del libro, y que muestra que Ellroy es mucho más que un autor de novelas de tipos duros y femmes fatales., el químico forense Hideo Ashida, un japonés norteamericano, un nisei, homosexual, brillante, astuto y lleno de secretos, que trata de salir adelante entre lealtades enfrentadas y que ve, en este caso, una posibilidad de salvar a su familia y a sí mismo del anunciado internamiento masivo de toda la población de origen japonés de la ciudad en campos de concentración. Pero no será sencillo, ya que en ese crimen convergen en un tenebroso vórtice de mentiras y dinero los intereses de espías del Eje, de empresarios con turbios planes urbanísticos y políticos corruptos, de las organizaciones mafiosas chinas y japonesas y, en especial, los de dos jefes policiales decididos a destruirse el uno al otro.
Perfidia es una novela que puede calificarse de total al ser capaz de combinar con total armonía la reconstrucción de un periodo histórico convulso, una intriga hipnótica y un absorbente estudio de personajes. Una obra maestra, en suma.
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