Ramón Morales Rodríguez
El demonio de las armas (1950) de Joseph H. Lewis es un drama de cine negro y serie B considerado por muchos como una película de culto. Dirigida con un ritmo dinámico y con un estilo turbio que va creando más y más dificultad alrededor de los protagonistas, es una obra magnífica dentro de sus géneros que capta la total atención del público y concibe el suspense necesario para una cinta de su clase, haciendo de ella una obra superior muy a tener en cuenta por los cinéfilos clásicos. Realizada de forma arrolladora tiene un resultado irresistible que gustará a los amantes del género.
La fotografía en blanco y negro es elegante en unas imágenes evocadoras y hermosas muy idóneas para el film, cumpliendo con un trabajo oscuro y maravilloso de visionar. La música es melódica en sus sonidos inquietantes en la acción y encantadores en el resto del film, ya que hace un acompañamiento bello es las escenas más tranquilas. Los planos y movimientos de cámara sacan lo mejor de la cinta mediante el uso de los primeros y primerísimos planos, avanti, retroceso, tercera persona, seguimiento y detalles en una notable labor.
Las actuaciones son remarcables y dignas de elogio. Como protagonistas Peggy Cumminstrabaja con oscuridad psicológica en un persuasivo papel y John Dall está reluciente en una interpretación verosímil, siendo oportunos los acompañamientos de Berry Kroeger, Morris Carnovsky, Annabel Shaw, Harry Lewis y Russ Tamblyn entre otros. Para estos emplea la dirección artística unos vestuarios elegantes e impolutos típicos del cine clásico en un correcto trabajo.
El guion, escrito por Dalton Trumbo, Millard Kaufman y MacKinlay Kantor y basado en una historia de este último, es apasionante al mostrar una historia estilo Bonnie and Clyde que absorbe al público con mucho atractivo, incitándolo con una trama que inquieta en una soberbia labor perniciosa que saca la desesperanza del protagonista a medida que más se adentran en la vida criminal. Para esto emplea una narrativa insidiosa e insinuante sobre todo por parte de la protagonista principal que deja claro que es una femme fatale, empujando a su compañero por los malos caminos. Destaca también el montaje con flash-back explicativo para ponernos en situación al principio de la película.
Concluyendo, la considero una de esas obras de cine negro y serie B imprescindibles de ver por los buscadores de dramas clásicos y thrillers repletos de persecuciones que no llevan a ningún final feliz. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, planos, vestuarios y narrativa que convierten a El demonio de las armas, en una película de culto con una puesta en escena excelente para el bajo presupuesto que costó su realización, lo que supone un doble mérito para un film que no dispone de los mismos medios que otros más comerciales.
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