Francisco Vélez Nieto
James M, Cain, estadounidense, (1892 – 1977), conocido por sus novelas de ambiente sórdido, englobadas dentro de la novela negra, está considerado como uno de sus máximos representantes del género junto con sus maestros y compatriotas Raymond Chandler y Dashiell Hammett. Escritor, periodista y prolífico autor de historias de intrigas nos ha dejado un amplio y rico manojo de títulos que permanecen vivos tanto en la literatura como cuando han sido trasladado Séptimo Arte triunfando en la pantalla dirigidos por grandes directores y cuyos guiones fueron encargados a novelistas del más alto prestigio. Una de las novelas que tomo para mi crónica semanal es Pacto de sangre (1936), que le valió su tercera incursión y triunfo en el cine, film dirigido por Billy Wilder en su primera incursión en el género del cine negro, con el título en español de Perdición (Double Indemnity) con elaborado guión de Raymond Chandler al ser rechazado primero el encargo por Charles Brackett que lo consideró “un asco” No fue dicha obra la primera polémica provocada por novelas de J. M. Cain unos años antes el escándalo de más considerable dimensiones se debió la rotunda obra El cartero siempre llama dos veces 1934 publicada con protestas y que pasada al cine se convirtió en una película mítica con alborotos y polvaredas.
Fue así la manera en que M. Cain se inició en el mundo de la escritura como guionista de la Paramount Pictures, pero a igual que Faulkner, Fitzgerald y Hammett le resultaba difícil soportar la burocracia y el retoque de sus textos en manos de los burócratas de los estudios. De manera que animado por Henry Mencken, el director del Baltimore Sun, a sus 42 años se estrenó con su primera aventura literaria El cartero siempre llama … que fue todo un éxito y una dura provocación en la sociedad puritana americana. hasta el punto de ser censurada en algunos estados del país por considerarla obscena.
Walter Huff, (interpretado por Fred Mac Murray, el mejor papel de toda su vida como actor) interpreta a un buen profesional agente de seguros que goza de excelentes reconocimientos en la compañía donde presta los servicios. Una tarde cualquiera dentro la rutina diaria del oficio decide pasar por la mansión del señor Nirdlinger, el clásico rico empresario del mundo pretolífero, ya podemos imaginar, que nada en dinero y no le presta atención alguna a cifras si estas no pasan de tres ceros, lo que en aquellos años era pasta. Entonces, nuestro agente de seguros, llama a la puerta con la idea de recodar al asegurado que la póliza de su coche está al caducar. La puerta de la mansión la abre una criada, el señor no se encuentra en casa, pero si la señora Phyllis (Barbara Stanwyck), segunda mujer del empresario, ambiciosa, fría y calculadora que tras sentarlo en un sillón ella en el sofá con un estudiado cruce de piernas, sutilmente envuelve al agente de seguro y conducirlo a participar en su criminal proyecto, que no es otro que asesinar al marido y cobrar una suculenta póliza de seguro que se debe preparar con justo cálculo.
Generalmente las ambiciones no suelen tener límites por lo que, Walter Huff, ya seducido por los encantos de la señora, se le ocurre que la futura víctima debe morir de un accidente, luego nada mejor que la caída de un tren, con lo que cobraría el doble por la póliza de seguro de vida. Aquí la trama adquiere una altura inquietante, la maestría de Cain se eleva y el suspense también sube de tono. siendo muy significativo estos valores debido a que el comienzo de historia es la confesión grabada del ejecutor del crimen al sentirse asaltado por la culpabilidad, a su jefe Barton Keyes ( magistral interpretación de Edward Robinson), dada las muchas complicaciones que se vienen acumulando, especialmente debido a Lola hija del asesinado sobre la que Walter muestra una sentimental sensación. Esta joven atormentada y temerosa sospecha y considera que existen anteriores muertes en el entorno como pudo ser la de su madre, cuando la ahora su madrastra, era la enfermera que la cuidaba.
Aquí muestro, pues, un ligero esbozo de los elementos argumentales que James M. Caín se sirve para crear este impresionante retrato con los que mostrar el terrible fotograma de la violencia subterránea que ha caracterizado no solamente aquellas décadas como sucedió tras la Segunda Guerra Mundial, sino también, aunque con otros tonos desarrollistas, unos magníficos otros maléficos, se vive un panorama donde si los tonos se han transformado, la realidad del drama social no solamente continua siendo conflictivo sus modelos que se han extendido más allá de las fronteras USA. Y es que, por ejemplo, aquí en la España del rezo y la espada, lo que se toma de ese inmenso país que es Norteamérica resulta seer la peor de sus caras. La obra literaria del autor El cartero siempre llama dos veces se mantiene actualidad y testigo de cargo.
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