1 de juliol del 2014

La reina del escalofrío

[El Mundo, 1 de julio de 2014]

Perturbadora, inquietante, enigmática... así es la literatura de la tejana, fallecida en Suiza en 1995. Anagrama reedita ahora todas sus novelas, incluidas las de su gran creación: Ripley

Daniel Vázquez Sallés


Tom Ripley nació en Positano. Desde uno de los balcones del Albergo Miramare que cuelgan sobre el Mediterráneo -a la derecha, el golfo de Nápoles; a la izquierda, la carretera que termina de recorrer la costa Amalfitana hasta desembocar en los tres templos griegos del conjunto de Paestum-, Patricia Highsmith vio caminar por la playa a un joven vestido con pantalones cortos y sandalias que parecía un desarraigado en ese entorno idílico. Así nació Tom Ripley, o la primera célula del sociópata de ficción más icónico de la literatura.
Escribir sobre cualquier autor que ha dejado huella en la historia de la literatura significa ponerse en la piel de un cirujano dispuesto a reconstruir vértebra a vértebra una columna vertebral de la que se ramifican los nervios que construyen la personalidad del paciente. En el caso de Patricia Highsmith nos encontramos ante una columna vertebral con escoliosis, en la que cualquier bisturí poco afinado podría enredarse en una ramificación de nervios extremadamente compleja.
En 'The Talented Miss Highsmith', publicada en España por Circe bajo el título 'Patricia Highsmith' y que es hasta la fecha la mejor biografía dedicada a la autora, Joan Shenckar hace una descripción que sirve como punto de partida. ·Lo que era Patricia Highsmith -aparte de una artista marginal con un talento excepcional- es algo parecido al negativo de una vieja fotografía, con todas las partes negras en blanco, y todas las blancas en negro·. Un negativo en el que no cabían los rateros, los fascistas, los creyentes o un simple aparato de televisión, y en el que sí merecían unos miligramos de nitrato de plata las navajas suizas, la obra de Kafka o, por supuesto, la soledad, según escribió la escritora en una lista de 20 cosas que gustan y que no gustan encargada por Diogenes Verlag.
"Lo único que hace que una se sienta viva y feliz es intentar conseguir algo que no puede alcanzar", declaró a la revista 'Cahiers du Cinema' en 1985. Patricia Highsmith siempre se encontró a gusto en la piel de un encantador amoral con alma de asesino como Tom Ripley. Y es en ese reflejo, el mismo yo sin ataduras morales por obra y gracia de una ficción sin ceñimientos, donde se halla la dificultad de abordar la personalidad de una autora que lo que menos fue en vida fue una persona grata con el resto de los seres humanos. Patty, como la llamaban sus seres más próximos, prefirió los gatos a las personas, y durante una época de su vida se decantó por la compañía de unos caracoles a los que gustaba contemplar mientras se apareaban babeantes.
¡Claro que Patty amó a muchas mujeres! En su lista de amores estánVirginia Kent, la millonaria alcohólica; Kathleen Senn, en la que se basó para construir el personaje de Carol; Ellen Hill, su compañera de viajes por México, Italia y Francia; Marion Aboudaram, su joven amante de noches de borrachera; o Tabea Blumenschein, actriz alemana de películas lésbicas de estética punk. Amores confesados y amores perdidos por su incapacidad de querer. Amar es otra cosa. "Mi imaginación funciona mucho mejor cuando no tengo que hablar con la gente", escribió. Y ante una misoginia latente debidamente escenificada en su libro 'Pequeños cuentos misóginos', Patty prefirió la compañía de seres primarios como los gatos, sin una doble moral, a unos iguales que la obligaban a comprometerse más allá de lo que tarda en evaporarse el alcohol de un vaso de whisky.
Mary Patricia Plangman, su nombre verdadero, nació en Fort Worth (Texas) el 19 de enero de 1921, semanas después de que sus padres se divorciaran. Criada por su abuela Willi Mae, Patty nunca sintió el afecto de una madre que le confesó que había intentado malograr su nacimiento bebiendo aguarrás. Casada en segundas nupcias con Stanley Highsmith, Mary Coates sacó a su hija de su apacible vida en Texas y se la llevó a vivir a Nueva York, con idas y venidas constantes a Fort Worth, su pueblo natal. Ante una realidad compleja, una relación de amor-odio con su progenitora y su padrastro que jamás llegó a superar en su psicología, la joven Highsmith encontró en los libros el universo en el que ocultarse de la sociedad. De sus primeras lecturas siempre quiso recordar el libro de Karl Menninger 'La mente humana', las novelas de Sherlock Holmes y los cuentos de Edgar Allan Poe.
El virus de lo oscuro empezaba a expandirse por sus órganos más proclives a caer en brazos del sentimentalismo. Una pasión por la lectura que pronto quiso trasladar a la escritura. Sus primeros textos serían temáticamente el germen de los escritos por los que, años más tarde, sería bautizada por Graham Greene como "la poeta de la aprensión". El pesimismo, la ilusoria felicidad, el otro yo calculador, cruel y amoral de un ser humano obligado a vivir mostrando una sola cara de la verdad, formarían parte de sus oraciones diarias.
Tras estudiar Filología inglesa, Zoología, dramaturgia, latín y griego en el Barnard College, Highsmith empezó a trabajar como guionista de cómics para algunas empresas, entre ellas Timely, la futura Marvel. Un hecho curioso es que en esa época le fuera concertado un encuentro amoroso con Stan Lee que, por supuesto, no llegó a buen puerto. Como escribe Joan Schenkar, "dejaron escapar la gran oportunidad de que el antihéroe Tom Ripley saliera con el héroe Spiderman". A pesar de su dedicación profesional a los guiones, Highsmith siguió escribiendo relatos e hilvanando ideas que acabarían convirtiéndose con el paso del tiempo en las novelas que le dieron popularidad.
El 23 de junio de 1947 empezó a escribir 'Extraños en un tren'. La novela se publicaría en 1950, y su conversión al celuloide de la mano de Alfred Hitchcock le dio la fuerza para afrontar en 1951 una de sus novelas más reivindicativas, 'El precio de la sal', una historia que mostraba sin tabúes un amor homosexual. A pesar de la prohibición de su editora, Highsmith decidió seguir adelante con la publicación del libro bajo el pseudónimo Claire Morgan. Vendió un millón de copias, y su determinación se vio recompensada con la reedición de la obra en 1991 con su título original, 'Carol', y el nombre de Patricia Highsmith en la portada. Con estas dos novelas empezaría un exitoso camino literario que la convertiría en una 'outsider' a pesar del éxito.
Patricia Highsmith murió en el hospital de Locarno en 1995 consumida por el cáncer y el alcohol. Que muriera en una localidad suiza no es por accidente. Pocos llegan a ser profetas en su propia tierra, y la buena de Pat no lo fue. La crueldad de sus novelas y el pesimismo con el que mostraba un 'american way of life' a menudo pintado de un color áureo por los White Anglo-Saxon Protestant, sus personajes como antítesis de lo moralmente correcto en una nación que se presentaba como el paradigma de la libertad mientras lanzaba bombas de napalm sobre territorios sospechosos, y sobre todo, unas ideas políticas cercanas al comunismo frontalmente contrarias a los tentáculos del McCarthysmo, a lo que se sumaba una vida sexual opuesta a las doctrinas del protestantismo, fueron elementos demasiado consistentes para que sus novelas y relatos no tuvieran una fría acogida. Como a tantos escritores 'outsiders' y talentosos, Francia le abrió las puertas tras ganar con 'El Talento de Mr. Ripley'el Gran Premio de Literatura Policíaca. No hay como vivir en Europa para saborear el aroma de un Gauloises, sus cigarrillos favoritos, mientras esperas a que algún día el Ministerio de Cultura de Francia te galardone con de la Orden de las Artes y las Letras de manos de un ministro con el porte intelectual de Jacques Lang.
Highsmith nos abandonó hace 20 años y ha vagado, como tantos autores fallecidos, por el purgatorio a la espera del juicio final. Una espera que le ha permitido, de vez en cuando, volver a la tierra disfrazada de ángel caído. Durante su juicio, se la ha criticado por su estilo economicista y por la fragilidad de las tramas de algunas de sus novelas. Pero por encima de lo criticable por parte de unos pocos profesionales en desmitificaciones, predomina su poder como novelista para convertir el mal en un juego psicológico protagonizado por unos personajes -marginales, marginados y marginadores- ambiguos hasta lo obsceno, turbios como la cerveza acabada de tirar, antihéroes de un mundo cuya única vía de escape es una escalera por la que trepar siguiendo el rastro del dinero. Los que quieran convencerse de que la especie más despreciable de este mundo es la humana, están de enhorabuena. A dos décadas de su muerte, los valores literarios de Pat vuelven a estar en alza.
Dos películas, una recién estrenada basada en su obra 'Las dos caras de enero', y otra en fase de producción dirigida por Todd Haynes basada en la novela 'Carol', son la prueba forense de que la obra de Highsmith está en proceso de beatificación. Y ante la perspectiva de un nuevo resurgir de una escritora que tuvo en vida la lealtad de millones de lectores y el desprecio de muchos por un carácter tormentoso a la altura de otro gran talento alcohólico y genial,Charles Bukowski, la editorial Anagrama prepara el lanzamiento de la obra completa de "la poeta de la aprensión". 'Extraños en un tren' (1949), 'Carol' (1952), 'El cuchillo' (1954), 'El talento de Ripley' (1955), 'Mar de fondo' (1957), 'Un juego para los vivos' (1958), 'Ese dulce mal' (1960), 'El grito de la lechuza' (1962), 'Las dos caras de enero' (1964), 'La celda de cristal' (1964), 'Crímenes imaginarios' (1965), 'Cómo se escribe una novela de intriga' (1966), 'El juego del escondite' (1967), 'El temblor de la falsificación' (1969), 'Once' (1970), 'La máscara de Ripley' (1970), 'Rescate por un perro' (1972), 'El juego de Ripley' (1974), 'Pequeños cuentos misóginos' (1974), 'Crímenes bestiales' (1975), 'El diario de Edith' (1977), 'A merced del viento' (1979), 'Tras los pasos de Ripley' (1980), 'La casa negra' (1981), 'Gente que llama a la puerta' (1983), 'Sirenas en el campo de golf' (1985), 'El hechizo de Elsie' (1986), 'Catástrofes' (1987), 'Small g, un idilio de verano' (1995), 'Los cadáveres exquisitos' (1995). La lista es extensa. Libros de relatos, novelas, ensayos... A los lectores se le vuelve a brindar la posibilidad de adentrarse en el mundo de una autora adicta a un pesimismo que desemboca en una perversión nada confortable.
"Patricia Highsmith ha creado un mundo original, cerrado, irracional, opresivo, donde no penetramos sino con un sentimiento personal de peligro y casi a pesar nuestro, pues tenemos enfrente un placer mezclado con escalofrío". Palabras de un maestro como Graham Greene.



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