6 de juny del 2014

Vuelve Charlie Parker, un ángel solo apto para yonkis

[Elemental, 6 de junio de 2014]

Juan Carlos Galindo


Uno de los lemas preferidos de quien esto escribe es que el Mal, así, con mayúscula, existe y trabaja. John Connolly (Dublín, 1968) lo tiene presente, muy presente, desde la primera y excepcional novela de la serie de Charlie Parker,Todo lo que muere (Tusquets, como toda la obra de Connolly en español) y no ha hecho sino ahondar en ello hasta La ira de los ángeles (traducción de Carlos Milla Soler), undécima entrega de una saga que ha vivido altibajos pero que regresa ahora con una fuerza descomunal.
Charlie Parker, nuestro amado Charlie Parker, se enfrenta a las peores versiones del mal, a algunos de los mejores malos de la novela negra contemporánea, a sus propios temores, a su lado oscuro que tan bien reflejan algunos de sus enemigos, a sus heridas y a sus miedos en esta novela en la que Connolly deja toda su esencia. Antes de ir a hablar dentro de un rato con él en Madrid, donde asiste a la Feria del Libro, os dejo mis impresiones de este nuevo Charlie Parker, que ha vuelto, ahora sí, para aplicar su particular sentido de la justicia.
Decía Connolly en una entrevista en 2012 que generó polémica, apoyos y malestar a partes dispares que la violencia para luchar contra el mal está moralmente justificada. En La ira de los ángeles, como en todas las novelas de Charlie Parker, hay violencia, mucha violencia, y el Mal está presente por todas partes. El punto de partida es el hallazgo de los restos de un avión en los espesos bosques de Maine, un avión misterioso, del que no se tuvo nunca rastro, pero que encierra males que una vez desatados serán imprevisibles. Hay un pasajero y hay una lista de nombres y El Coleccionista, qué hallazgo de personaje, Brightwell, que no estaba muerto, y otros justicieros, malos o simplemente asesinos están interesados en ello.
Charlie Parker conoce la historia por un testimonio y no puede evitar implicarse, como siempre,  Parker añora a su hija Sam y siente haber perdido a Rachel. Las heridas de la muerte de su primera mujer y su hija, asesinadas al inicio de todo, no se curan; el recuerdo, duele para siempre. Sigue a lo suyo, buscando que el bien triunfe, a su manera, o que al menos el mal no quede impune. Anda más sobrio, nuestro querido detective, más tranquilo, más certero y equilibrado. Pero está en el mismo bucle de siempre, amenazado por las fuerzas del mal, acompañado por Angel y Louis, asesinos, gays, amigos inseparables, leales escuderos.
Hay un momento memorable en el que habla con Walter, su primer compañero en la policía de Nueva York, una figura paternal que no se ha podido separar de él y que, a su manera, ha comprendido la lucha de Parker. En un momento dado, Walter, más gordo, más viejo, ya retirado pero preocupado por su amigo, le dice:
 “Estoy demasiado viejo, demasiado débil, demasiado lento. Estoy mejor donde estoy. No puedo hacer lo que tú haces. No querría hacerlo. Pero tengo miedo por ti, Charlie. Y tengo más miedo a medida que pasan los años. Antes pensaba que tal vez pudieras poner fin a esto, que te marcharías a Maine y serías un hombre normal haciendo cosas normales, pero ahora sé que no es eso lo que te han deparado los astros. Sólo me pregunto cómo va a terminar, nada más, pero te haces viejo, tú y esos dos chiflados que te siguen los pasos. Y esa gente a la que te enfrentas parece cada vez peor. ¿Oyes lo que te digo?
 - Sí.- Y era verdad.
 Sé que a mi admirado y premiado Benjamin Black no le gusta la violencia, el exceso gore de algunas novelas. Pero en Connolly sigue funcionando lo que en otros es adorno vacío. Sé que en otros no me gustan las realidades paranormales, extrasensoriales o lo que sean, tan presentes en el mundo de Parker, pero aquí me lo devoro. Sé que las series largas pueden agonizar, lo he visto en muchas, lo he visto en esta, que ha mostrado síntomas de cansancio, pero ahora Charlie Parker ha vuelto con fuerza. El mismo caballero oscuro, el mismo dilema, la misma lucha del Bien, o de lo que creemos que es el bien, contra el Mal. Un regreso por todo lo alto, sólo apto para yonkis. Lean y disfruten.




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