8 de maig del 2014

Leonardo Padura: “Me siento un poco asfixiado de tanta Cuba”

[Clarín / Ñ, 7 de mayo de 2014]

El escritor cubano está en Buenos Aires para presentar "El viaje más largo", con crónicas hechas en los 80 para "Juventud rebelde", y "Herejes", su último libro.

Patricia Kolesnicov


Desde que se volvió un escritor famoso, un nombre de la troupe internacional de la literatura, Leonardo Padura pasa poco tiempo en Cuba. Ahora está en Buenos Aires, hace dos días estaba en Antofagasta, llegó ahí desde La Habana pero antes fue Inglaterra, antes Bulgaria, antes Alemania, antes Italia.
–¿Y cómo te sentís?
–Me paso la vida en la carretera, pero este año quería hacerlo. Me siento un poco asfixiado de tanta Cuba. Uno no sabe qué cosa va a pasar ahí, me hace falta un poco de distancia. Para ver mejor y para respirar, las dos cosas.

Padura es un escritor conocido desde hace mucho. Por sus novelas policiales, que protagoniza el detective Mario Conde y en las que, detrás de la investigación del crimen del que se trate, aparecen siempre la pobreza de los cubanos, las casas que sufren décadas sin cemento, la leche como un lujo y el aceite de oliva –dice en su último libro, Herejes, que también está presentado ahora– como “una excentricidad impensable en la isla, un privilegio al cual Conde accedía por medio de su casi cuñada Aymara, residente en Italia”. Por hablar de eso, de la corrupción de los funcionarios, de qué fue de los sueños de la Revolución, por hacerlo sin dejar su barrio, Mantilla, en La Habana, la obra de Padura recorrió el mundo. En 2009, el batacazo: salió El hombre que amaba a los perros, una novela sobre León Trotski y sobre su asesino Ramón Mercader, una herramienta del stalinismo. Buscaba en esa historia “alguna de las razones por las que se pervirtió la utopía”. Desde entonces no paró de ganar lectores ni de cruzar fronteras. Y de asfixiarse –un poco– en Cuba.
–¿Antes se sabía qué iba a pasar en Cuba y ahora no se sabe?
–Un día se dice una cosa, al otro día se dice otra. Mira: se legalizó la venta de autos entre particulares, se dispuso que el Estado empezara a venderlos y se le puso un precio de un cuarto de millón de dólares a un Peugeot del año pasado. Entonces… O la ley de inversión extranjera: pueden invertir los extranjeros e incluso los cubanos que viven afuera pero no los que viven en Cuba. Se considera que los cubanos que vivimos en Cuba somos todos pobres.

–Es que después de tantos años de comunismo, ¿de dónde habrían sacado un capital?
–Es como lo de quitar el permiso de salida. No todo el mundo puede viajar pero todo el mundo sabe que tiene el derecho de viajar y eso cambió la percepción que tenía la gente. Antes te sentías encerrado en Cuba. Ahora sabes que, bueno, si consigues una visa, si tienes dinero para un pasaje, si tienes adonde ir, puedes hacerlo sin pedirle permiso a nadie. Lo otro es lo mismo: puede que no tengas el dinero para invertir, pero tienes el derecho de hacerlo.

–¿Van hacia el capitalismo?
– Se dice que no, que es un perfeccionamiento del socialismo cubano. Ese es el slogan.

–¿Y vos qué pensás?
–Que al capitalismo, de momento no. Las actividades importantes siguen en manos del Estado, por lo tanto va a seguir funcionando con regulación socialista.

–¿El modelo chino amenaza?
–Al modelo chino yo le tengo mucho miedo. Tomó lo peor del socialismo y lo peor del capitalismo.

Padura habla tranquilo, amable, se diría que cansado –aunque él dice que no– en las oficinas de Capital Intelectual, la editorial que lo trajo a la Feria, para presentar El viaje más largo, una recopilación de artículos escritos en los años 80. Son notas largas, en los que Padura habla del barrio chino de La Habana –“Todos los chinos sienten nostalgia”–, de la fórmula del ron Bacardí, del dueño del cafetal cuyas “ambiciones y habilidades como especulador” conocieron “un impulso benéfico” cuando su amada “lo dejó disfrutar libremente de su cuerpo”, de la prostitución, en fin.
–¿Qué buscabas?
–Me preocupa el tema de los orígenes. Fui buscando el principio de algunas cosas, de la devoción cubana por una virgen, o del proxenetismo en Cuba, o la llegada de las distintas migraciones que fueron conformando el ser cubano. Eran buenas historias.

–¿Qué notas habría que escribir hoy?
–Por ejemplo: ¿Cómo puede ser que en Cuba el gobierno reconozca que el salario no alcanza y las personas viven, que a personas que ganan salarios que no les alcanzan para empezar a vivir tú las ves bien alimentadas y se visten bien?

–Vos sabés la respuesta…
–La respuesta es el invento cubano. Esas personas inventan, resuelven. Eso caracteriza la vida cubana. Son infinitas las alternativas. Sobre esas formas en que se desarrolla la vida cotidiana cubana y la relación de los ciudadanos con el Estado, con el poder, habría mucho que escribir en Cuba.

Padura acaba de publicar Herejes, una novela que también protagoniza Mario Conde pero que sólo tenuemente es un policial. Allí Padura escribe cosas como: “Se cansó del cuento de que todos somos iguales, cuando ella está viendo que no somos tan iguales nada”. O: “El margen entre el discurso político y la realidad se ha abierto demasiado”. Y: “Si un país no te permite elegir donde quieres estar y vivir es porque ha fracasado. La fidelidad por obligación es un fracaso”.
–Hay una ligazón entre Herejes y el libro de crónicas, que es la búsqueda de la libertad.
–Esta novela trata de reflexionar sobre el deseo humano de practicar la libertad individual. Ese es un tema básico en la relación entre el Estado, el gobierno, el partido y las personas en los países socialistas. Se habla mucho de la masa, poco del individuo. Por el bien de la masa se sacrifica la libertad del individuo.

–El pintor no quiere dejar de ser judío, quiere pintar.
–Quiere decidir. En Cuba durante años la gente tenía que ocultar sus creencias religiosas y sus preferencias sexuales si no eran totalmente heteros. Eso coarta la libertad. ¿Por qué no puedo ser un ciudadano normal si creo en Dios, en Jehová, en Ifá? ¿Por qué no puedo ser un ciudadano normal si soy monosexual, bisexual, trisexual o asexual?

–Hay un momento en que Rembrandt dice que para un artista todos los compromisos son un lastre. ¿Es una frase Rembrandt?
–La puedes firmar Leonardo Padura.

–¿Cuáles son tus lastres?
–Mis incapacidades. Si yo fuera capaz de escribir mejor, si yo fuera capaz de entender mejor cierta literatura que leo, si fuera capaz de dedicar más horas del día a mi trabajo sería mejor escritor. No puedo hacer más.





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