Jordi Corominas i Julián
Es
un lunes soleado en Roma. Giancarlo
de Cataldo. Su nombre tiene un aura mágica
porque plasmó como nadie los años de plomo en Romanzo Criminale, novela que después Michele Placido adaptó al cine con maestría, velocidad y una más que estupenda
banda sonora. Más tarde, la televisión transalpina creó una serie que terminó
de confirmar el éxito de la idea. En España la obra fue publicada por Roca, quien la rebautizó como Una novela criminal. Años después llega Roma Criminal, una obra viene a explicarnos el origen del grupo que dominó
los bajos fondos de la urbe durante uno de sus decenios más turbulentos. La
banda supo acaparar el monopolio de cualquier actividad criminal viniendo desde
lo más bajo, desde suburbios quePasolini consideraba el tercer mundo del primer mundo.
Quedo
con De
Cataldo en una terraza. Es un hombre elegante
y al que le gusta conversar con tranquilidad. Enciendo la grabadora.
¿Por qué una precuela de algo tan exitoso como Una
novela criminal?
En Roma se celebra un festival de verano en la Basílica de Majencio. En este evento, histórico y de masas, me pidieron un texto inédito y decidí montar una broma consistente en una aventura del Libanés que terminaba con la aparición de Francesco Montanari, el actor que interpretaba al personaje en la serie, apuntándome con una pistola. La performance, por definirla de algún modo, tuvo mucho éxito y me impulsó a escribir rápidamente, con furia, la novela de la que hablamos.
¿Y qué interés central tenías en ese origen del Libanés?
La encrucijada, el momento en que se pregunta si quiere cambiar de vida. Sabemos que la respuesta es negativa, pero al mismo tiempo hay otros elementos, como la historia de amor que vive con Giada, que confieso está inspirada en recuerdos personales. Conocí una chica como ella que estuvo liada con un delincuente del movimiento romano de esos años.
Hablamos de los setenta.
Si afinamos el tiro la novela se centra en el período que abarca de 1976 a 1977.
Ok, quería saber si estos orígenes eran posteriores al 68.
Haces bien en preguntarlo. El 68 en Italia llegó tarde y fue más obrero que estudiantil.
Aunque en el 68 acaecieron los disturbios universitarios de
Valle Giulia.
Sí, sin duda, pero había diferencias de peso con relación, por ejemplo, al 68 americano, que fue libertario, mientras el nuestro bloqueó su espíritu bueno porque se enfocó desde una perspectiva marxista-leninista, aunque la sociedad cambió mucho durante todo ese período.
El enfrentamiento entre izquierda y derecha era fortísimo.
Sí, era la guerra.
Y esta lucha se deja ver en Roma Criminal, donde
el Libanés es claramente de derechas, aunque más por símbolos que por
ideología.
Sí, le daba igual la ideología, le gustaba la cosa del Duce, del hombre fuerte. En realidad esta novela, como Una novela criminal, es más del 77 italiano, que ha sido una especie de ruptura del 68.
Y hablando del 77 recuerdo que en Una novela criminal aparece
el caso Moro, que es de 1978 y ya muestra el grupo como sólido y organizado. En
cambio en esta precuela el Libanés vaga perdido, tiene algunos elementos que le
ayudarán, pero en esencia es un chico que busca su rumbo.
Es un hombre en vilo. En un bildungsroman el protagonista no sabe qué camino tomar y termina construyéndose su identidad de ser humano, que en el caso de el Libanés es la de delincuente. Amo mucho esta novela porque salió bien, concentrada y sólo viene lastrada por ser una precuela.
¿Y no has pensado en escribir las precuelas de los otros
protagonistas de la banda?
Me lo han propuesto, y lo entiendo. El Freddo y el Dandi tienen empaque, pero de seguir en esta línea caería en un artificio más que pernicioso, me repetiría sin divertirme. Además en 2010 escribí, junto a Carlo Bonini, Suburra, que sería el Romanzo criminale de nuestra época. Cada tiempo tiene sus intereses y prioridades, la verdad es que no me veo yendo una y otra vez hacia atrás.
¿En el caso de Roma Criminal es todo ficción?
¿Con relación a la novela o al personaje?
Desde el personaje llegaremos a la novela.
El personaje histórico organiza un secuestro y fracasa, pero por ejemplo el pintor, Mario Schifano, sí que era heroinómano y tenía toda esa corte de izquierdas en su domicilio. Se drogaba, se colocaba y daba una barbaridad de dinero a desconocidos que le proporcionaban lo que quería.
Y a partir de esto vemos como interaccionan chicos de la
periferia con artistas con altas relaciones con la jet set.
Sí, y esto pasa en Roma más que en ningún otro lugar. Desde la antigüedad el patricio quería degradarse en barrios de mala muerte. La nobleza romana siempre ha tenido una relación especial con el pueblo, fundiéndose con él hasta un cierto límite, porque al final la clase prevalece. Sin embargo, en los años setenta, todos se mezclaban y resultaba muy interesante.
Y el Libanés…
Es un lobo y la pobre Giada cree en él.
La fascinación que genera lo desconocido.
La fascinación por el criminal.
En ese momento un pequeño criminal.
Pero tiene cerebro y un proyecto en la cabeza.
Y para conseguir los trescientos millones debe superar
obstáculos, casi como en un videojuego.
¡Es cierto! Es como si fuera superando barreras para alcanzar su objetivo.
Y quiere estos trescientos millones porque en la cárcel le han
dicho que si los consigue subirá en el escalafón criminal.
Así es. Pero para uno como él, que viene de la extrema periferia, no le resulta sencillo. Karl Marx hablaba de la acumulación del capital. Si quieres comprar una casa tienes que tener dinero desde el inicio. Hay gente que nace con billetes y hay otros que deben encontrarlos si quieren cumplir sus sueños, sean del tipo que sean. En ese sentido la odisea del Líbanes para dar con ese dinero tiene algo de social, porque su origen es importante, viene de la periferia y eso condiciona su modus operandi.
Y en su caso todo es más difícil porque es un jugador.
Sí, y en Una novela criminal lo asesinan porque tiene deudas de juego. La figura del jugador es fascinante porque es uno que arriesga todo y no calcula. En su caso debe calcular para ganar el dinero pero luego, viciado por el juego, puede perder todo en un momento y nada puede hacer ante el imán de su adicción.
Y curiosamente él tiene cerebro, pero el juego lo empuja más
allá.
El juego son las sirenas, sabes que te harán daño pero acudes a su canto.
En algunos momentos ves que tiene una noche fantástica de
juego, le advierten que es mejor parar y…
Y lo sabe perfectamente, por eso dice a su acompañante que no le diga eso de ya te lo advertí porque le pegará un tiro.
Seguramente tiene algo que ver con lo del bildungsroman,
da la sensación que él aún no se comprende bien a sí mismo.
Exacto, y luego hay otro factor. Una novela criminal en Italia fue un fenómeno cultural. Aun hoy en día se valora a nivel de público como una experiencia muy importante. Yo soy un magistrado, la crítica me vio desde el principio con malos ojos porque la Academia es imbécil. Si vienes de los márgenes te miran mal, y se equivocan, porque lo interesante a nivel cultural son los márgenes que logran alcanzar el centro. Para mi Roma criminal era un desafío, una reflexión casi personal.
Un diálogo personal.
Sí, porque han pasado diez años desde Una novela criminal y con esta precuela en cierto sentido me enfrentaba a mi escritura sobre un mismo tema. Mediante la palabra puedes percibir cambios personales y literarios. Luego hay otro factor con los años setenta, que es la constante alusión a Pasolini, sobre todo si hablas de bajos fondos, borgata (ndlr: los barrios periféricos y de extrema pobreza en Roma) y cuestión social.
En España si mencionas los setenta italianos piensan en
Pasolini.
Y no está mal que así sea.
Sí, es justo, pero hay muchas más cosas, limitar la visión es
algo que gusta mucho a los informadores culturales.
Sí, a partir de esto me haces pensar en algo extraño. Las novelas más importantes sobre Roma los han escrito narradores que nacieron fuera de la capital. Pasolini era friulano, Gadda de Milán, yo mismo, modestia aparte, nací en el sur. Salvo Moravia, que era romano de Roma, los que han contado mejor la ciudad eran extranjeros, y lo mismo pasaba durante el Imperio romano, donde los poetas españoles versificaban sobre la urbe mejor que los romanos.
De todos modos me parece hasta cierto punto normal, porque
viniendo de fuera tienes más curiosidad por ver y explorar.
Sí, vas, exploras y así descubres. Una novela criminal recuperó Roma como lugar literario, que es algo que Barcelona tiene en esencia, algo que desde el género negro se percibe en Vázquez Montalbán o González Ledesma.
De hecho la idea de novela de Barcelona está muy extendida, y
sorprende que en Roma no suceda lo mismo, porque hay mil Romas.
Sí, es tan enorme que también se te escapa. Milán es más fácil desde un punto de vista narrativo. Roma es más como Nápoles. ¿Has visto La grande bellezza?
Sí.
El personaje de Jep Gambardella está inspirado en Raffaele La Capria, quien escribió Ferito a morte, una novela sobre Nápoles que es uno de los textos más hermosos de la literatura italiana. Luego siguió escribiendo y traduciendo, pero se ha dedicado muchísimo a la vida mundana. Es un hombre encantador, casi como un lord inglés, algo que por otra parte es muy napolitano. De todos modos esperemos que prosiga la senda de Roma como motivo literario.
En el caso de Roma criminal el espacio romano
no se percibe tanto.
Aparece el centro y los lugares de la burguesía, pero puede que tengas razón, como los sitios con nombre no son básicos es una historia que bien podría desarrollarse en cualquier otro lugar del mundo.
Lo digo porque en Una novela criminal, tanto en la
película como en la novela, el espacio era básico, hay escenas memorables que
sin los lugares concretos donde suceden no serían lo mismo. Aquí economizas más
en todos los sentidos.
Normalmente describo poco. Si lees a Vázquez Montalbán ves que la descripción tiene un sentido porque, por ejemplo, ves cómo se transforma la ciudad. Si lees a González Ledesma, que me encanta, ves que cada lugar tiene una memoria y evoca. Lo que debemos evitar es Google Maps.
Que por desgracia se está convirtiendo en algo clásico.
Está bien precisar, pero sin mencionar la tienda de la esquina, que tenía importancia en tu infancia, me parece que carece de todo sentido, los lugares tienen un valor por sí mismos.
Sin pasear no puedes narrar.
Sin conocerlos es absurdo.
El Libanés tampoco ha configurado en la novela su mapa romano.
Debe extender su horizonte, pero recuerda Trastevere, los antiguos bulli romani, esos chulos de otrora, que en realidad siendo chulos tenían un trabajo, no eran criminales, sólo bulli.
¿Crees que parte de la fascinación que generan tus novelas es
porque los personajes centrales de las mismas ya no existen?
¿En el sentido de su función social? ¿Roles desaparecidos?
Sí.
Sí, seguro que eso ejerce una fascinación. Para empezar una historia tengo necesidad de un modelo real, de otro modo sería un reportaje. Con Roma criminal me he divertido mucho, vino fácil y en este caso escribir una novela corta me gustó en contraposición con lo que suelo hacer, que son novelas largas, de mucha extensión.
Y condensas mucho más los secundarios, que aparecen poquísimo,
parecen personajes de un coro griego.
El Libanés es el protagonista absoluto, absolutamente identificable. Vete a saber cómo lo acogen los españoles. ¿Sabes? Son extraños. He entendido la forma de leer de los alemanes, pero la de los españoles me cuesta.
Ahora mismo el género negro está de moda en España,
seguramente porque son novelas que ayudan a la gente a alejarse de la realidad.
Puede que les guste la historia por su contexto extranjero, pero también creo
que les costará entender el ambiente romano de la novela.
Esperemos que lo entiendan.
Pero es romanísima, como sucede también con La Grande
bellezza, con cosas que sólo puede entender un romano.
Por ejemplo si un italiano lee a Cercas o Marías intentamos entender sus textos sobre la Guerra Civil. Tenemos disponibilidad y voluntad para meternos en esos contextos ajenos.
También en ese sentido hay que valorar que sois más políticos
que nosotros.
Sí, somos demasiado políticos, nos chifla la política. Y con la Guerra Civil el hecho de tener italianos en ambos bandos también es algo que nos atrae, es comprensible.
Otra diferencia entre España e Italia es el modo de tratar la
crónica negra. En mi caso aprendí mucho con Dino Buzzati, que escribía sobre
crímenes como nadie, con humanidad e infinita capacidad de observación.
Buzzati y sus artículos. Pura maravilla. Te recomiendo mucho a Enzo Rava, que escribía sobre la Roma criminal como nadie.
El modo italiano de escribir género negro es sensacional. Se
privilegia lo humano y una lógica del crimen.
En los ochenta Manolo Vázquez y Camilleri cambiaron el modo de escribir novela negra en Europa, en realidad inventaron lo que yo mismo definí como noir mediterráneo. Luego en Francia hay buen caldo de cultivo con los marselleses. En el sur escribimos sin exagerar, hay una calidad realística que los suecos muestran de otro modo, son mucho más fríos.
Con el Libanés también te sumerges en determinados precedentes
culturales que aparecen a cuentagotas en la novela.
Te seré sincero. En realidad en Roma criminal hay un ajuste de cuentas entre el Libanés y su creador. Hace diez años que quiero escapar del mundo de Una novela criminal. Ahora quiero desaparecer un año y escribir una especie de legal thriller para explicar la Italia de hoy en día.
¿Ser juez te ha ayudado a conocer mejor la personalidad de los
criminales?
Sí, es una oportunidad única, y además antes de ser juez de tribunales fui juez de cárceles durante cinco años, y de este modo me metí dentro y fue una experiencia impresionante.
En Italia tenéis una fascinación por la crónica negra que no
existe en ningún otro lugar de Europa.
Y también se ha usado políticamente. Cuando gobernaba la derecha se nos decía cada día que vivíamos en un mundo terrible y muy inseguro y que, por lo tanto, el ciudadano debía ceder un poco de su libertad para sentirse más seguro.
Ahora sucede lo mismo, pero con los mercados.
Sí, ahora si eres pobre es tu culpa y por eso toca pagar y sufrir. ¿Cómo va con Rajoy?
Fatal. Por ahora tengo trabajo, pero si piensas a nivel
económico es todo desastroso. En lo social las protestas son nimias y en lo
cultural cada vez es todo más provinciano.
Y se gasta menos en cultura.
Sí, y lo curioso es que los libros tienen un IVA del 4%.
Se comprarán más libros.
Para nada. Los libros en Italia, con un IVA del 20%, son más
baratos.
Es absurdo.
Volvamos al meollo. Creo que a través de la crónica negra se
puede entender la historia de un país.
Piensa en Dickens y Balzac. La crónica negra es una parte de la Historia, que para los marxistas es economía y según los liberales un relato de grandes hombres. Bueno, podría ser, pero la Historia también es un conjunto de crímenes. En Italia de Piazza Fontana a las masacres de la mafia ha sido un factor determinante, de 1969 a 1993. Vosotros habéis tenido ETA, GRAPO…
Sí, Ok, pero vayamos a los pequeños crímenes, capaces de
simbolizar décadas y períodos.
Cuentan historias de los pequeños, donde el umbral entre el bien y el mal es escaso, muy ligero. Una serie de coincidencias provocan esos cambios. Los grandes crímenes cuentan la gran Historia.
Antes de la banda del Libanés, que en la realidad fue la banda
della Magliana, no eran normales las pistolas.
Sí, Roma era más de cuchillo, pero en algunos momentos de Historia italiana se han dado casos bastante particulares. En 1873-1874 el periodista Sonzogno denunció una serie de prácticas del poder y fue asesinado por los bajos fondos romanos por encargo de gente importante. En momentos puntuales la malavita se alía con quien ostenta el cetro. Lo mismo, desde otra perspectiva, pasó en 1924 con el diputado socialista Matteotti, incómodo para los fascistas. La violencia no surge de la nada, siempre es algo premeditado que nunca desaparece y es constante en la Historia.
¿Y en este momento?
Ahora mismo en Roma hay mucha violencia. Existe un comité de asuntos que controla muchas actividades económicas, de restaurantes a reciclaje, y en los barrios existe un cierto caos. Es muy posible que el jefe de un espacio reducido se enfade y se cargue a uno de repente. En muchos barrios hay una presencia fuerte de malavita.
Pero no se puede comparar a los años de la banda de la
Magliana.
No, porque ese era un proyecto lúcido. Ahora los jóvenes, colocados y con un cerebro pequeño, practican la violencia, pero sin una idea. En la banda de la Magliana querían ser burgueses, y hoy en día los burgueses se inspiran a los bandidos entre moda y música. Ahora los códigos de la malavita han entrado en las personas normales. Antes existía ambigüedad, mientras actualmente lo que existe es confusión. Los políticos, en charlas telefónicas, son más inmorales que los delincuentes. Se ha alcanzado un nivel increíble. Las personas normales dan asco a los delincuentes, es alucinante.
¿Y volverá la
ética en algún momento?
Sí, seguro. Cada sistema tiene su equilibrio y en las fases donde este salta todo parece caótico hasta que se encuentra una nueva armonía. Quizá la crisis sea una ocasión para limpiar el sistema, al menos espero que así sea.
Sobre el autor
Jordi Corominas i Julián (Barcelona, 1979) ha publicado dos
novelas en catalán ('Una dona que sap jugar amb els peus' y 'Colors', editadas
por Abadía Editors), una biografía histórica en italiano ('Macrina la Madre',
2005) y el poemario 'Paseos simultáneos' (Ed. Vitrubio, 2010). En 2009 coeditó
la antología 'Matar en Barcelona' (Alpha Decay). En 2011 publicó 'Loopoesía(s)'
(Descrito Ediciones) y el cuento 'John Wayne' (Sigueleyendo). Es integrante y
fundador del proyecto poético-experimental Loopoesia. Como crítico coedita
'Panfleto calidoscopio', y colabora en varios medios, entre los que destaca
RNE. En 2012 ha publicado los poemarios 'El gladiador silenciado'
(Versos&Reversos), 'Oceanografías' (Vitruvio) y la novela 'José García'
(Barataria). En 2013 salió su poemario 'Los lotófagos' y en 2014 aparecerá su
suite 'Al aire libre', versos con los que el proyecto Loopoesía cumplirá un
lustro de existencia.
0 comentaris:
Publica un comentari a l'entrada