24 de gener del 2014

"Me cuesta saber qué hubiera sido de mí si no me hubiera ido de China"

[La Voz, 23 de enero de 2014]

A propósito de “El crimen del lago”, el escritor chino Qiu Xiaolong dialoga con Ciudad X desde su casa en Estados Unidos acerca de la novela policial y el presente y futuro de su país.


 Rogelio Demarchi

Las ferias de libros y los festivales literarios son una excelente oportunidad para que los lectores se encuentren con sus escritores favoritos. En consecuencia, uno puede leer la lista de autores invitados a esos eventos en una gradación que va desde la promoción hasta la consagración. Algún fulano estará allí porque su editorial busca promoverlo, pero también estará algún mengano, a quien los lectores ya han consagrado a través de la compra de miles de ejemplares. 
Un ejemplo de ello –en categoría “autor consagrado”– sería el paso por Buenos Aires del chino Qiu Xiaolong (Shanghai, 1953), en el marco de Buenos Aires Negra, un festival de novela policial que se realizó en agosto. A fines de 2010, cuando comenzaron a publicarse en nuestro país sus novelas protagonizadas por el inspector Chen Cao, se supo que se editaría toda la serie en la medida en que tuviera éxito comercial. Pues bien, en menos de tres años ya se han lanzado cinco de (hasta aquí) un total de ocho. O sea que debe de haber vendido su buena cantidad de libros. “Me alegra saber que las novelas del inspector Chen son disfrutadas por un buen número de lectores en la Argentina”, confiesa Xiaolong desde Estados Unidos, donde reside, mientras se toma un descanso antes de volver a trabajar en el cierre de una nueva ficción –de la que, al final del diálogo con Ciudad X, adelanta una mínima línea. 
“Un lector de Buenos Aires me dijo que había buscado los libros por todas partes, incluso fuera del país. Para mí, eso significa mucho. En estos tiempos de globalización, una respuesta tan cálida de parte de un país que nunca visité es muy estimulante, lo que tiene un gran valor a la hora de escribir. Son tantas las cosas que suceden hoy en China, que el inspector Chen tiene un largo camino por recorrer y, por supuesto, espero que todos sus libros (nueve, si se cuenta el que saldrá en francés en marzo) sean lanzados en la Argentina”. Por todo ello, concluye, “no es necesario decir cuán gratificante es recibir una invitación para visitar un país extranjero”.
Como alguna información que circula por Internet es imprecisa o, directamente, errónea, bien vale aclarar primero algunos puntos junto a su colaboración. Xiaolong llegó a Estados Unidos a finales de 1988, como becario de la Fundación Ford, “cuando ya había obtenido mi primer máster en China”. 
“Mi plan original era investigar para un libro sobre T. S. Eliot en la Washington University, en Saint Louis, durante un año. Por lo sucedido en Tian’anmen, en 1989, permanecí en Estados Unidos, y para conservar mi situación, estudié para un doctorado en Literatura Comparada. No volví a China hasta 1996”, completa.
–Pero algunas páginas de Internet lo mencionan como líder de la rebelión estudiantil de Tian’anmen.
–No, no es correcto. Estaba en Estados Unidos, pero tuve problemas porque apoyé al movimiento estudiantil en Beijing. En esa época, un gran número de estudiantes e investigadores manifestaron su apoyo desde el extranjero. La consecuencia fue que no pude volver a China ni publicar más en chino, así que empecé a escribir en inglés.
–Usted escribe policiales y reside en Estados Unidos, donde hay una fuerte tradición del policial, de hecho, la novela negra nació allí en la década de 1920. ¿Cómo se vincula con esa tradición? ¿Siente que su obra está en línea con varios autores o con uno en particular?
–Yo había leído algunas novelas policiales antes de viajar a este país en 1988. Y una vez aquí, empecé a leer más. Fue en una librería de saldo de Saint Louis donde compré cinco o seis novelas de los casos policiales de Martin Beck, de los escritores suecos Maj Sjowal y Per Wahllo, a 25 centavos de dólar cada volumen. Me impactó y me impresionó la serie de novelas de Martin Beck. Los autores adoptaron un enfoque sociológico, así que el procedimiento policial se desarrolla en medio de un complicado contexto sociopolítico, en vez de centrarse en la mente de alguno de esos ingeniosos detectives más grandes que la vida, como Sherlock Holmes o Poirot. Los personajes de las novelas de Martin Beck son mucho más realistas, a veces, una combinación de héroes y antihéroes. Esos libros tuvieron una especial influencia en mi escritura.
Un policial político
Hay varios elementos del currículum del inspector Chen Cao que replican los de su autor: ha estudiado Literatura en la Universidad y llega a cursar un máster en Literatura Clásica China; es traductor y poeta; y vive en Shanghai, donde ha llegado a ser jefe de una brigada especial de la policía local. Lo de “especial” significa que sólo se ocupa de casos en los que están involucrados altos líderes del Partido Comunista, de manera directa o a través de sus familiares, sea como sospechosos, sea como víctimas. Y, cronológicamente, la serie comienza no casualmente en la década de 1990, tras la famosa rebelión estudiantil y la represión de las protestas en la plaza de Tian’anmen. 
Casi todos los elementos presentes en estas ficciones, entonces, le permiten criticar el proceso político chino. No sólo esa caracterización de Chen Cao –licenciado en Letras, poeta y traductor, pero policía por decisión del Estado–, o de otros personajes –de distintas edades y condición social, que representan a las “otras voces” de la misma comunidad–, sino también los temas que se abordan en cada novela, en medio de los crímenes que el inspector debe investigar: la doble vida de las personalidades del Partido (Muerte de una heroína roja); las triadas, es decir, las versiones locales de la mafia (Visado para Shanghai); los negocios inmobiliarios (Seda roja); el maoísmo, como símbolo de construcción política y de decadencia (El caso Mao); y la contaminación ambiental (El crimen del lago), para mencionar las cinco novelas que se han publicado en nuestro país. 
–Creo que usted utiliza un método de elaboración de la novela muy claro. ¿Podría explicarlo?
–Yo pienso que no basta con escribir una novela para revelar quién cometió un crimen. De modo que, en cada novela del inspector Chen, trato de encuadrar el caso en las circunstancias sociales, políticas e históricas en las que tienen lugar el crimen y la investigación, por lo general con algo específico más acá y más allá como fondo. En cuanto a la formación académica del inspector Chen y su trabajo como oficial de Policía, durante muchos años en China era común que a un graduado universitario se le asignara un cargo obligatorio de acuerdo con las necesidades políticas o gubernamentales del Estado. Los intereses personales o las pasiones y, a veces, incluso, las especializaciones eran completamente irrelevantes para el Leviatán de la máquina del partido estatal. Esa práctica recién cambió con las reformas de Deng, a finales de la década de 1980.
–A propósito de la formación universitaria de Chen, las constantes referencias a la literatura clásica china dan cuenta de una poesía dominada por preocupaciones morales y, secundariamente, por lo erótico. ¿La literatura china clásica es así, o es el efecto de las citas?
–Chen se especializa en inglés, en inglés y en literatura norteamericana, pero también ama la literatura china clásica, especialmente la poesía. Pese a que trabaja como policía, a veces no puede evitar ver las cosas desde una perspectiva inspirada o influenciada por los poemas de las dinastías Tang y Song. Usted está en lo correcto acerca de las preocupaciones morales en la literatura clásica china; respecto del erotismo, si bien hay algunos elementos en ella, no son predominantes, debido al confucionismo que impera en ese período. Pero sí, también puede ser un efecto de la selección de las citas. 
Las contradicciones del sistema
El inspector Chen Cao es considerado un cuadro emergente del Partido, lo que quiere decir que está bien dentro del sistema y que podría tener una larga y fructífera carrera –con todos los beneficios que eso implica, algunos legales, otros no tanto. Pero él es consciente de las contradicciones del proceso chino (política, social, cultural y económicamente hablando): Chen, aunque deba callar frente a sus superiores, tiene un pensamiento crítico que lo hace tomar distancia. De este modo, la novela genera una atmósfera en la que el lector llega a preguntarse hasta dónde resistirá ese doble juego, renunciará al cargo y se irá del país, será descubierto y acusado de traición, confluirá junto a otros críticos en un posicionamiento político explícito… Las opciones, como se ve, son muchas.
–¿A qué porcentaje de la población china puede representar Chen, y qué significa? Dicho de otra manera, ¿cómo se consigue un cambio si quienes están en condiciones de criticar el proceso deben silenciarse para no ser excluidos?
–Yo mismo trabajé en China durante años, no exactamente dentro del sistema, dado que no era un miembro del Partido, pero después de la Revolución Cultural, yo creía, como un buen número de jóvenes, que era posible intentar un cambio trabajando en China. Aquí radica la contradicción que usted menciona. Con un sistema económico que cambia muy rápido y un sistema político que permanece inmutable, mucha gente es consciente de los problemas pero debe mantenerse en silencio bajo el autoritarismo del partido único, a veces por compromiso; de lo contrario, no sobrevivirían. En cierto sentido, debe saber que estoy tratando de imaginar qué habría hecho yo si no me hubiera ido de China. Para algunas personas, hay otro problema: si permanecen mucho tiempo dentro del sistema, pueden volverse tan corruptos como el sistema mismo. En especial para alguien que pertenece al partido oficial, como Chen. Una de las razones por las que sigue siendo diferente puede atribuirse al punto de vista alternativo que le proporciona su conocimiento de la literatura occidental y su pasión por la poesía. 
–Sus novelas transmiten una imagen de la China actual: combinan lo peor del capitalismo con lo peor del comunismo, lo que erosiona, a conciencia o no, lo mejor de la historia cultural china. ¿Usted lo ve así? Quiero decir, como persona. 
–Lo ha resumido realmente bien. Una combinación de lo peor del capitalismo y lo peor del comunismo, y al mismo tiempo una combinación que erosiona lo mejor de la historia de China. Tome, por ejemplo, El crimen del lago. Se puede decir, actualmente, que la polución está en todas partes del mundo, y también la corrupción. Pero el “derrumbe moral generalizado” –una expresión empleada por el ex primer ministro chino–, que explica por qué ese lago está tan degradado y contaminado a causa de una explotación indiscriminada, no tiene parangón. Se puede decir que no es una polución del agua, sino una polución de la mente. Eso es algo que me preocupa. 
–Los “nuevos ricos” son producto de la corrupción generalizada, de la ambición desmedida por el dinero. Y los hijos de los cuadros superiores del Partido, que no son muy virtuosos que digamos, son considerados “príncipes del comunismo”. ¿El futuro de China podría ser más negro que el presente a causa de la corrupción y de esta reconversión del comunismo en una nueva monarquía a la que tienden las nuevas generaciones por falta de preparación y de ética?
–Esos son los problemas y cuestiones que el inspector Chen también trata de resolver, pese a su creciente pesimismo. Tal vez ha visto turistas chinos millonarios en la Argentina, tan materialistas en su consumo desvergonzado y conspicuo, gastando dinero como si fuera agua. Es el dinero que se embolsaron gracias a la extensísima corrupción enraizada en el sistema. Los príncipes comunistas o príncipes rojos se están volviendo cada vez más poderosos dentro del sistema. Actualmente, Xi, el número uno del Partido y Presidente de China, es un príncipe rojo, y Bo Xilai, que cayó tras el escándalo en Chongqing, es otro príncipe rojo. Que el partido conserve el rol supremo en el país y que ellos conserven sus posiciones supremas en el sistema es su máxima prioridad. Pese a toda la propaganda, el comunismo como una nueva monarquía es una realidad en China, y nadie puede decir lo que el futuro le deparará a la nueva generación. En la novela que acabo de terminar, el poder desenfrenado de los príncipes rojos es algo que pone en peligro al inspector Chen. 
 El crimen del lago
Qiu Xiaolong
Tusquets (2013)
312 páginas
$ 142


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