5 de desembre del 2013

El precio de los sueños

[Télam, 3 de diciembre de 2013]

El 14 de enero de 1930 Dashiell Hammett publicaba “El Halcón Maltés”, era su tercera novela y la que lo instalaría definitivamente como el fundador del “género negro”, nombre con el que se denominaría a este nuevo modo de la literatura policial que prescindía de la resolución del enigma.
Conan Doyle y Agatha Christie, por solo dar dos nombres emblemáticos, desafiaban a sus pertinaces lectores a que resolvieran el enigma. El Género Negro prescinde de ese detalle y centra su interés en la tensión de la historia y en el modo en que esa historia es narrada. Hammett en “El Halcón Maltés” puso en escena al detective Sam Spade quien, junto a Philips Marlowe, el detective creado por Raymond Chandler, se ha convertido en el ícono del investigador privado.

Un año después de su publicación, el director estadounidense Roy Del Ruth llevó “El Halcón Maltés” al cine; fue el actor Ricardo Cortez quien se ocupó de vestir el traje de Sam Spade; lamentablemente, la ropa le quedó grande: más allá de sus buenas intenciones, no consiguió dar el perfil de hombre duro que exigía el personaje de Hammett. Diez años más tarde, en 1941, John Huston, un joven de 35 años, guionista y ocasionalmente actor secundario de varias películas, decidió debutar como director y eligió “El Halcón Maltés” para su debut. Le propuso el papel de Sam Spade a George Raft, pero este lo rechazó argumentando que Huston era un director primerizo. Supongo que hasta el día de su muerte se habrá arrepentido de esa negativa; como bien se sabe, el papel lo cubrió Humphrey Bogart y la película se transformó en uno de los cien filmes que no se pueden dejar de ver.

Han pasado 83 años desde la publicación de la novela y 72 desde que se estrenó la película. Tal vez no sea ocioso recordar el tema: al despacho de Sam Spade acude Miss Wonderley, una auténtica femme fatale, interpretada por Mary Astor, quien le encarga que investigue a un personaje oscuro, Floyd Thursby, que habría seducido a la hermana menor de Miss Wonderley. Pocas horas después, mueren asesinados el socio de Spade, Miles Archer y el propio Floyd Thursby. A partir de ese momento se abre un arduo proceso de investigación sobre la lucha de varios personajes por encontrar un halcón de tamaño natural, de oro macizo e incrustaciones de piedras preciosas, un obsequio que en 1539 le habrían hecho los malteses a Carlos I, Rey de España, y que habría sido robado por corsarios antes de su entrega al monarca.

A Sam Spade le formulan una jugosa oferta para que consiga ese halcón: “Tengo que hacerle dos propuestas. Usted elija: darle veinticinco mil dólares cuando me entregue el halcón y otros veinticinco mil a mi llegada a Nueva York; o darle la cuarta parte, el veinticinco por ciento, del precio que consiga del pájaro. Ahí tiene usted: o cincuenta mil dólares casi a toca teja, o una cantidad mucho mayor dentro de, digamos, dos meses.

—¿Mayor? ¿Cuánto?
—Mucho mayor —repitió el hombre gordo—. ¿Quién puede saber cuánto? ¿Cien mil dólares? ¿Un cuarto de millón? ¿Me creería usted si le digo la cifra que considera la mínima probable?”

Finalmente, Spade consigue el halcón y ahí se descubre que esa valiosa reliquia, valuada en un millón de dólares y responsable de varias muertes, era una pieza falsa que con buena voluntad se podría comprar en diez dólares. En la secuencia final de la película, uno de los policías le pregunta a Spade de qué material estaba hecho ese halcón. “Está hecho con el material con que se fabrican los sueños”, dice Spade. La frase se convirtió en un emblema que perdura hasta hoy; sin embargo, no figura en la novela: Dashiell Hammett jamás la escribió. No es la primera vez que en cine se producen estas curiosidades. La célebre frase, tantas veces repetidas, “Ladran, Sancho, señal de que cabalgamos”, no figura en El Quijote de Miguel de Cervantes sino en El Quijote que filmó Orson Welles, fue Welles quien la incluyó en la película que, lamentablemente, no llegó a terminar.  Algo parecido sucedió con “El Halcón Maltés”: fue John Huston, quien además de director fue el autor del guión, el responsable de esa frase que, en rigor de verdad, había tomado de William Shakespeare, en un momento de “La Tempestad” leemos:  “Estamos hechos de la misma materia que los sueños. Nuestro pequeño mundo está rodeado de sueños".

Y de eso se trata. La británica Bonhams es una de las más célebres casas de subastas; sin duda es la más vieja: fue fundada en 1793. En la sucursal neoyorquina de Bonhams, con el nombre de “De lo que están hechos los sueños”, se llevó a cabo una singular subasta. La pieza más cotizada fue “El Halcón Maltés”, no la supuesta estatuita que los malteses pensaron obsequiarle al rey Carlos I de España, sino la réplica, en material barato, que se utilizó en la película de John Huston: pagaron por ella cuatro millones ochenta y cinco mil dólares, Warner Bros certificó que era la misma pieza utilizada en la película, se trata de una obra de autor anónimo, que seguramente estuvo a lo largo de muchos años en algún depósito de la compañía cinematográfica, junto a otras piezas de utilería.


El genuino Halcón Maltés, de 20 kilos de peso y 30 centímetros de altura, de puro oro y recubierto con piedras preciosas, que jamás apareció y acaso nunca haya existido, se cotizaba en un millón de dólares. El que ahora se acaba de vender tiene igual medida pero desigual calidad: está hecho de arcilla maciza, cubierta con un falso baño de oro y con incrustaciones de piedras artificiales. Ni en la más feroz de sus borracheras Dashiell Hammett habrá imaginado, y menos aún pensado, que esa estatua de mentira, creada para darle sentido a su novela, alguna vez  se iba a vender en más de cuatro millones de dólares. Se ha ocultado el nombre del comprador, por razones de seguridad o de vergüenza. 

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