Narrativa extranjera. “Postales de Río”, del colombiano Martín Doria, es una novela negra que transcurre en un hospital público argentino.
Horacio Convertini
El género negro en la Argentina frecuenta cada vez más, y con mayor acierto, el escenario casi mítico del Buenos Aires villero, con su oscuridad de pobreza, droga, violencia y delito precoz, pero también con la luz de la cumbia, los amores rabiosos y los sueños de redención. Leonardo Oyola y Gabriela Cabezón Cámara son algunos de los que han recorrido este territorio comanche de manera brillante, a los que se suma ahora el colombiano Martín Doria con Postales de Río (Eduvim), una de las novelas premiadas en el Festival Azabache 2012. Doria, hijo de madre porteña, nació en Barranquilla y vino a la Argentina a estudiar Medicina. Durante muchos años ejerció en las guardias de los hospitales del conurbano, algo así como la última frontera en donde se mezclan, y frecuentemente chocan, el país formal y el país de los marginados, lo que será en definitiva el telón de fondo de su historia.
Postales de Río es un descenso a infiernos diferentes y simultáneos. El foco está puesto en la degradación de Luna, un cirujano al borde del burn out que aguanta los turnos eternos a fuerza de cocaína y pastillas, mientras avanza lentamente en una transfiguración dolorosa: de padre de familia estándar a recién separado que perdió la cabeza por la corista de un cantante bailantero, esa máquina sexual que le mostró el lado áspero de la vida y que ahora agoniza de un balazo en su propio hospital. A Luna parece venírsele todo encima: el amor insensato por la piba, la falta de plata para pagar el cumple de 15 de su hija, una guerra entre bandas narco, el corralito (la acción transcurre en diciembre de 2001), los chorritos a los que tiene que curar con un arma en la cabeza, la cana que hace su juego ruin, las miserias de la salud pública. El conflicto se centra en ver cómo saldrá, si es que sale, de esa realidad que lo acecha desde todos los flancos. Con un estilo preciso y demoledor, Doria tiene el mérito añadido de escribir con conocimiento de causa: fue testigo de cómo una banda rescataba a balazos a un detenido internado en el hospital Diego Thompson, de San Martín, y también estuvo muy cerca del estrés por el sistema brutal de las guardias médicas. Ahora, con esta novela, se luce como el guía eficaz de un tour siniestro por el bajo fondo.
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