18 de novembre del 2013

“Los becarios han sustituido a la relación maestro-aprendiz, es un daño incalculable”

[El Confidencial, 18 de noviembre de 2013]

Juan Soto Ivars presenta su tercera novela

Álvaro Rigal


foto: E. Villarino

En una España pobre y corrupta, un exitoso detective toma como aprendiz a un pobre infeliz que trabaja como 'negro' de un autor de novelas policíacas. Tras enfrentarse a diversas aventuras más bien esperpénticas, el anónimo protagonista deberá superar a su maestro en un caso de verdad: encontrar a un estrangulador de mujeres en el barrio más sórdido de la ciudad.
Es la historia que cuenta Juan Soto Ivars (Águilas, Murcia, 1985) en Ajedrez para un detective novato (Algaida), su tercera novela, con la que ha ganado el Premio Ateneo Joven de Sevilla. “Espero que sirva para que me lea más gente”, comenta quitándose importancia el autor, que además de abrirse paso en el mundillo literario escribe una columna semanal en El Confidencial, donde también regenta el museíllo ibérico de España is not Spain.
P. Ajedrez para un detective novato’ es la primera novela satírica que escribes. También es una novela negra. ¿Qué llega primero? ¿La forma o el fondo?
R. Llegó antes la forma. Después de dos novelas muy dramáticas quería probar con este género, porque soy un fan absoluto de la literatura satírica, de Jardiel Poncela... y la veo un poco denostada. Con esta novela quería dedicarme a defender esa parte de la tradición que a mí me parece fundamental y elevadísima. Me di cuenta de que había empezado a reírme leyendo el periódico, la sección de España. Todo es dramático, pero ciertas cosas son tan ridículas… Quería demostrarme que toda esta bilis que concentramos se puede convertir en carcajada.
¿Y por qué novela negra, por afición a las historias de detectives?
Sí, vuelve a pasar esto, que considero que están denostadas. Hay grandes novelas de detectives, y yo mismo, cuando leo tres seguidas, pienso: “Voy a leer un poco a Faulkner”, porque esto lo veo casi como un vicio. Pero realmente hay escritores tan buenos… Dashiell Hammett, Patricia Highsmith. En España tenemos grandísimos autores contemporáneos de novela negra. Lo que hace Lorenzo Silva, por ejemplo, es grandioso. No creo que nadie se atreva a decirle a Lorenzo Silva que lo que hace es peor que lo que hace Muñoz Molina.
En realidad lo de Lorenzo Silva es como lo de Stephen King. No le permito a nadie que me diga que Stephen King es un mal escritor. Porque tú coges una novela suya de las buenas y dos horas después, no sabes cómo lo ha hecho, pero estás en la página 200 y te lo has pasado bomba y has pasado miedo y has sentido cosas.
Hay una contradicción, primero está el Estado diciendo... bueno ahora no, ahora el Estado no dice nada, pero antes decía: “Leer es divertido, leer te da más…” y al mismo tiempo están los críticos y los intelectuales diciendo: “No, hay que aburrirse, hay que complicarse la vida, hay que leer a David Foster Wallace, y si lees a Stephen King eres gilipollas”. Pues no. Me parece insultante.
En la novela hay un equilibrio entre lo serio y lo frívolo. De hecho, hay tragedias todo el tiempo, pero al principio son graciosas y luego dejan de serlo. ¿Hasta qué punto planeas y mides esa combinación?
Esa fue mi mayor preocupación escribiendo el libro. Yo quería hacer una novela cómica, pero me daba mucho miedo ser insustancial. Quería reírme de cosas serias, por eso exageré y metí personajes y escenarios surrealistas, pero quería una novela que conmocionase, porque, si no, no es una novela. Si no, te han contado ochenta chistes. Y yo no quería hacer un libro de chistes.
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Pese a su aspecto de 'enfant terrible', Soto Ivars despliega una amable heterodoxia, la de quien no se aferra a etiquetas ni a verdades predefinidas. “Yo cambio mucho de opinión, no tengo problema en reconocer que antes pensaba una cosa y ahora pienso otra. Voy cambiando de opinión a medida que escucho a la gente”. Una disposición al diálogo que se refleja en su activa cuenta de Facebook, donde lanza observaciones constantes y se implica sinceramente en los debates que suscitan, ya sea sobre su condición de monárquico o el poco sentido del humor de los nacionalistas.
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Dices que “España necesita detectives legendarios”…
(Interrumpe) ¡Y tanto!
El caso es que ahora se proponen muchas soluciones que pasan por lo colectivo: el 15M, las mareas… y no tanto por los líderes. Pero la frase de los detectives da a entender que crees más en los individuos que en los grupos.
Por supuesto, sí. Yo confío más en ti que en tu periódico, confío más en ti que en tu país. Esto lo decía Maupassant. La multitud funciona con otras reglas, y en cualquier empresa o país de gente brillante, los egos y las ambiciones generan pequeños residuos que se van acumulando y empiezan a ser verdaderos problemas para el funcionamiento de los grupos. Mira ahora el PSOE, después del congreso este que han tenido, ¿a ti te parece que cada uno de los que estaban por ahí buscaban lo mejor para su partido o para sí mismos?
En la novela hay un 'lobby' que defiende la dignidad del acto de cagar, y también un preso condenado a cadena perpetua por pegar a un perro con un periódico. Me recordó a tu artículo sobre el crowdfunding animalista. Veo que los colectivos ofendidos te preocupan.
Me gusta reírme de ellos. Son pasto de los sátiros, y yo quiero azotar a la gente que se ofende. Uno de mis capítulos preferidos de Los Soprano es el del Día de Colón. Ellos defienden que Colón es italiano, y allí en New Jersey hay una plataforma de indios protestando, ofendidos por el Día de Colón. Y los mafiosos van a partirles las piernas. A mí que alguien en la actualidad se pueda ofender por Colón me parece surrealista. La gente que se ofende… no sé si diría que son idiotas, pero a lo mejor sí.
El protagonista del libro cree que ha nacido de la basura. ¿Cómo has visto el panorama en las calles de Madrid con la huelga de barrenderos?
Mira, si colocas una alcaldesa mafiosa, Madrid se te convierte en Nápoles. ¿Te acuerdas lo que pasó en Nápoles con la basura? Estaba igual que esto. Si pones una alcaldesa así, a dedo, familiar del otro, que nadie la ha votado…
Es curioso que hayas utilizado el término “mafiosa” después delepisodio de la sandalia en el Parlament, en el que el diputado de CUP llamó “gángster” a Rato y le despidió diciendo “fuera la mafia”.
Es que no están bajo el imperio de la ley. Los mafiosos se caracterizan por tener su propia ley. Por lo menos los mafiosos creo que tienen un código de honor, pero aquí ni eso. Lo demuestra lo que pasó con Bárcenas, que había sido su tesorero y luego lo dejan tirado y hacen como que no le conocen de nada. Creo que “mafioso” es un apelativo con demasiadas connotaciones positivas para cierta gente, y no me refiero sólo al PP.

 Dijiste en un artículo que “la actitud nacionalista no tiene sentido del humor”. Y señalabas: “Se quejan de cómo hablan de los catalanes en Madrid… tendrían que ver cómo hablan de los murcianos en todas partes”. ¿Cómo has vivido tu ‘murcianidad’ en Madrid y Barcelona?


Si te das cuenta, yo no tengo acento. Y no tengo acento porque desde muy joven me di cuenta de que con el acento murciano sólo te buscabas problemas. Yo escucho a alguien muy inteligente diciendo cosas interesantísimas con un acento murciano cerrado y tardo un rato en tomarme en serio lo que me dice. Y esto es porque Murcia es un desastre de comunidad autónoma. Cuando en Murcia se pongan a investigar la corrupción vamos a tener los periódicos hasta arriba durante años. Aquello es la ley de la jungla.
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Murcia ha destruido totalmente la huerta, que tradicionalmente era su fuente de riqueza y no ha apoyado a las industrias secundarias que hay, el mueble en Yecla está destruido. Sólo ha habido ladrillo y a lo bestia. Salía en prensa cualquier pueblo de nombre absurdo: “Jabalí Nuevo pasará de 3.000 habitantes a 40.000 por una operación urbanística”. Murcia es un pufo continuo.
Eso por un lado. Por otro lado, tradicionalmente los murcianos somos burros. Somos simpáticos, somos generosos, somos una gente muy llana. Entonces cada dos por tres veo en Twitter chistes sobre murcianos. ¿Qué pasa con los murcianos? Que se ríen con esto. Los murcianos tienen sentido del humor para reírse de sí mismos. Tú dices algo sobre canarios y se te ofenden, sobre gallegos y se te ofenden… Los murcianos están curados de espanto. Eso es lo que más me gusta de Murcia.
En la novela hay un chiste… mencionas “un chat de almerienses”.
¿Tú te has metido en un chat de almerienses? Son como murcianos, son murcianos del desierto. Son como nosotros, gente bruta. Tú te metías en el canal de Almería de Terra y flipabas, aquello era “XULAAA..¡¡”
Sabes que esto va a provocar comentarios de almerienses ofendidos.
Pues te voy a decir otra cosa de Almería. Una de las mejores librerías literarias de España estaba en Almería y se llamaba Zebras. Zebras ha cerrado porque Almería está totalmente desmantelada. Tú allí preguntas dónde está un negocio y te dicen: “Si no ha cerrado… por ahí”. La ciudad está hecha mierda.
Pero cuidado, si la librería duró años abierta es porque allí hay gente que lee. Yo soy murciano y ahora estoy hablando mal de los murcianos. También hablo muy bien de los vascos, acabo de estar en el País Vasco y he visto por qué no han notado tanto la crisis: han conservado la industria y el I+D, son gente lista.
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¿Que hay vascos subnormales? A porrillo, pero en general han sabido hacerlo, y eso no se puede decir de los míos. Los españoles en general no hemos sabido hacerlo, somos tontos comparados con otros países. Tenemos un país lleno de gente brillante, pero hablando en general…
Te has declarado monárquico y has dicho literalmente que te gusta que haya “un puesto al que un trepa no pueda acceder”.
Soy monárquico porque no confío en el sistema de partidos. Mi monarquismo es una protesta contra ese sistema, porque ningún político puede acceder a ser cabeza del Estado. Prefiero que un tipo como Felipe, formado desde pequeñito –en el que además confío, aunque quizá me equivoque, porque también confiaba en Gallardón– sea el que llegue a un trabajo para el que le han educado, que es un trabajo casi de cónsul, de representación. A mí eso me parece sagrado en un país como este, con tanto trepa y con tanto enchufado.
Ahora, si yo fuera el Rey, desheredaría a Cristina. Creo que el Rey está cometiendo un error, porque está velando más por su familia que por España, porque España no la quiere, ni a ella ni a su marido. Me hace gracia porque Cristina es la única que ha trabajado, es la que ha estado más en contacto con los males del mundo y mira… por eso no tienen que trabajar.
¿Qué hay de cierto en esa historia sobre tu encuentro nocturno con los Príncipes de Asturias?
Todo. Fue increíble.
Cuéntalo, por favor.
Te cuento. Yo estaba muy borracho con un amigo y con más gente en un bar que se llama José Alfredo. Estábamos en la barra y de pronto entran los Príncipes y se van hacia el fondo, hacia las mesas. Estaba todo el mundo revolucionado en el bar, y eso que mayor concentración de republicanos no había en ningún sitio de Madrid. Así que fui con mi amigo hacia el Príncipe y nadie nos paraba, ningún escolta ni nada. Y llegamos hasta él, que se había sentado... Estaba a mi lado y nadie me paraba, ¡le podía haber dado un puñetazo en la cabeza! ¡O haberle rajado!
Le toqué el hombro y le dije que éramos escritores y que éramos los únicos monárquicos de ese bar. Y me contestó: “Hombre, espero que no”. Le pedimos una foto, pero estaban tomándose una copa y me dijo que por protocolo no podían hacerse fotos en bares pero que si seguíamos allí cuando se fueran, nos hacíamos una en la calle, muy amable.
Una hora después yo ya estaba a otro rollo y me tocan en el hombro y me dice el Príncipe: “¿Todavía te quieres hacer la foto o se te ha pasado el monarquismo?”. Majísimo. Salimos a la calle, le doy el móvil a un escolta para que nos haga la foto y pasa de mí. Y dice el Príncipe: “Letizia, tú que eres periodista, hazme una foto con estos chavales”. Letizia nos hace la foto, se despiden y se van. Eso fue lo que pasó.
En la novela hay muchas pinceladas de crítica social, pero sin remarcarlas. ¿Cómo se puede conseguir el equilibrio entre tener conciencia social y no ser un cansino? Me refiero al que dice que cómo puedes tener un iPhone si en las guerras por el coltán mueren niños.
Bueno, en la novela hago una cosa y en la vida hago otra. La novela surge de mi indignación con la actualidad, pero en ningún momento me planteo hacer un panfleto. En los sketches de Martes y 13 había cierta crítica social, esa es la que a mí me gusta. En la novela hay unos personajes que son unos parados que están en un polígono esperando a que les caiga el maná del trabajo del cielo. Con eso vale, yo no me voy a poner a hablar del paro o del tejido industrial en una novela.
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Yo soy comprometido en mi ámbito de influencia. Si tengo un amigo en la calle lo meto en mi casa. Por ejemplo, yo andaba con 400 euros al mes hace año y medio, y tenía un amigo que sólo tenía deudas. Y le intentaba dar cien, porque es lo que yo podía hacer. Y a veces hay cierta vieja que pide por la calle que a mí sí me hace llorar, pero luego pasa lo de Filipinas y ni me entero, yo no me voy a preocupar por eso.
Intento ser útil a mi gente, a lo que hay a mi alrededor, y a lo que yo puedo hacer algo. Que un tío te diga que en lo del coltán mueren niños… ¿qué puedes hacer tú? ¿Vas a salvar el mundo por no comprarte un móvil? ¿Eres gilipollas?
Yo no soy un Jesucristo, un Ché Guevara de estos que dicen: “A mí el paro me quita el sueño”. A mí el paro no me quita el sueño, pero hay suficiente gente parada a mi alrededor para que eso sí me quite el sueño. Yo no puedo decir que lo siento por un tío de Lugo que no conozco, sería un hipócrita. Pero si todos nos comprometiéramos con los que tenemos cerca no habría que preocuparse por el de Lugo.
El protagonista del libro tiene muchos problemas por haberse endeudado y esa deuda condiciona sus acciones futuras. No sé si eso es algo generacional, antes todo el mundo quería hipotecarse y ahora nos espanta la idea.
Hipotecado es sinónimo de gilipollas. Casi. Yo tengo amigos con hipoteca y se sienten gilipollas. Las deudas son el mal. Si algo tenemos que aprender de todo esto es eso. Ese “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” que tanto me molesta… quien más se ha endeudado han sido los ayuntamientos, no el tío que se compraba una casa. Al tío que se compraba una casa le decían que no pasaba nada, que le daban un crédito. Han engañado a la población con lo de las deudas, con esto de que el dinero sale de los bancos y los bancos te ayudan… No, esto no es así. Fíjate, durante la bonanza hemos olvidado la existencia de una figura mítica, que son los usureros. Y por estar en manos de los usureros ahora no tenemos nada.
Esto de ahora no es una crisis, la crisis fue el momento en que nos endeudamos. Esto de ahora es lo que viene después de la crisis: te lo han quitado, te jodes, no vuelvas a endeudarte nunca. Cuando el protagonista de la novela se endeuda para contratar a unos mercenarios el lector dice “esto me suena”, porque es lo mismo que hemos hecho como país.
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Soto Ivars, que no duda en calificar el mundillo editorial de “nido de víboras”, también busca las reacciones a su obra por canales atípicos. “Que salga una crítica me da igual, pero leer un comentario positivo en un sitio como Ciao, de lectores reales, es mi mayor satisfacción”, confiesa, si bien más adelante citará una vieja crítica a su anterior novela que le marcó especialmente... de un 'blogger' llamado Dr. Diable. “La verdad es que no sé ni quién es”. Ahora bien, esto no significa que reniegue de la tradición, más bien todo lo contrario: nada le preocupa más que la falta de memoria.
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En la novela hay una relación entre dos generaciones, el detective veterano y el protagonista, que es su aprendiz. Es un tipo de relación, maestro-aprendiz, que se ha perdido, cuando era el sistema tradicional para ir transmitiendo el conocimiento.
¡Exacto! Una de las cosas de las que yo quería escribir cuando aún no sabía de qué iba a ir la novela era de la relación maestro-aprendiz. Que se pierda eso es un daño incalculable. Las carreras y eso de los títulos es una gilipollez como una casa. Claro que para algunas profesiones hace falta una carrera, pero lo que se hace ahora después de la carrera es lanzar a los pobres estudiantes a empresas, para que hagan de becarios durante tres meses.
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Se los pone a hacer recados, o no se les paga… así se ha pervertido la relación socrática en la que el que sabe hacer algo enseña al que no sabe, y le da caña, y se preocupa por él, y le lleva hasta la profesión de la mano. Los becarios no van a aprender, tú no puedes aprender una profesión en seis meses. Si eres muy listo sí, te buscarás la vida, pero yo hablo del sistema habitual para la gente normal.
El libro hace mucho hincapié en lo importante que es tener buena memoria.
La memoria es la fábrica de las ideas. Sin memoria no puedes argumentar ideas, no vas a estar googleando constantemente. A mí me gusta mucho citar a grandes autores, yo esas citas las tengo en la cabeza o sé en qué artículo de Montaigne están… si no tuviera memoria no podría usar eso. Lo que le dice el detective a su aprendiz es que “vivimos en un tiempo desmemoriado y con la memoria desarmas a quien sea”.
Todo lo que escribe Montaigne está conectado con los clásicos: romanos, griegos… lo tiene todo en la cabeza. Y sus argumentos a día de hoy siguen siendo invulnerables, estaba utilizando toda la tradición a su favor. Con internet tienes toda la cultura a tu alcance, pero con la memoria la puedes usar a tu favor. Yo tengo mucha memoria pero soy un ignorante, lo noto cuando escucho a, no sé, Escohotado o Muñoz Molina, que flipo de lo que saben y de lo que les sirve.
Precisamente con algunos otros autores fundamos un movimiento que llamamos ‘Nuevo Drama’ que defiende poner un ancla en el pasado para no irse flotando a la deriva de la posmodernidad y de la tecnología.

¿Tú tienes libro electrónico?
Sí, tengo uno, pero no lo uso.
¿Por qué no lo usas?
Mira, yo creo que el libro se salvará como es porque es un bien de consumo. Cuando lees, lo tienes en la mano, lo tocas. Los discos o los DVD no son así, los oyes o miras la pantalla, pero no estás disfrutando del producto-objeto como con el libro.
Creo que el impulso consumista de las personas será lo que salve al libro, porque querrán que su objeto varíe. Yo empecé a leer libros en mi e-reader, pero cuando llevaba ocho estaba harto de tener el mismo trozo de plástico en la mano, yo quería que cambiase. Y lo digo sin romanticismo, yo no soy un cursi que huele los libros, pero me gusta…
Tener algo nuevo.
¡Nuevo, nuevo! Me gusta tener algo nuevo, me gusta comprarme un libro, llevarlo en una bolsa. El consumismo lo veo algo sustancial de la condición humana, así que no lo veo como un problema, sólo es un deseo natural que hay que domesticar.
Pero hay que tener en cuenta que tu novela la compras electrónica en Amazon y te gastas la mitad.
Es verdad, cuesta nueve euros y medio en Amazon, y eso ya es mucho. Tendría que costar cuatro euros. Mis otros libros salieron en ebook por dos o tres euros. Yo decía: “Lo ponemos muy barato, más no puedo hacer”. Pues se los descargan piratas. Para el pirata hijo de puta, la diferencia entre cero y dos euros es como la diferencia entre cero y mil euros. Si se lo puede descargar no se lo compra. Yo los puse a dos euros porque pensé que era un precio razonable. Que por descargarte un archivo te cobren diez euros… Pero esta vez no he pedido que le bajen el precio porque va a ser igual, lo van a piratear igual.
No te he preguntado por el ajedrez. ¿Te venía bien para la historia o realmente te gusta el ajedrez?
Me gusta. No soy un buen jugador, pero me gustan las buenas partidas. Soy más de leer el ajedrez que de jugar. Toda la novela es igual que una partida de ajedrez, hay una lucha. Una lucha sucia, que es la que se produce en nuestra sociedad. La forma en la que luchamos ahora es indigna.
Lo bonito del ajedrez es que puedes poner trampas, pero no puedes saltarte las reglas. En el ajedrez tú vences a tu oponente tendiéndole trampas, pero el caballo se mueve así y el alfil se mueve así. Es una guerra justa, de tú a tú, llena de dignidad y llena de honor.


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