El odio vestido de azabache

[La Nueva España, 7 de octubre de 2013]

La historia con la que Fernando Cámara ganó el XVI Premio "Francisco García Pavón"

Alejandro M. Gallo

Con todo el odio de nuestro corazón (Ed. Rey Lear) es la novela ganadora este año del XVI Premio "Francisco García Pavón" de Narrativa Policíaca. Su autor es el cineasta y novelista Fernando Cámara (Madrid, 1969), nominado al "Goya" por el largometraje Memorias del Ángel Caído (1997). Cámara, en esta obra, se ha atrevido a narrar la crisis económica y sus posibles consecuencias a medio plazo, algo que echábamos en falta en los escritores españoles. Desde hace tiempo, en estas páginas, vaticinábamos la entrada en la novela negra de la situación de desasosiego e incertidumbre generada en estos tiempos por la recesión económica. Sin embargo, nos ha sorprendido que excepto el escritor griego Petros Markaris con su trilogía sobre la crisis -Con el agua al cuello, Liquidación final y Pan, educación, libertad- el resto de narradores que se autoproclaman pertenecientes a esa rama de la novela negra como novela social no la hayan abordado de una forma plena.

Esta novela, Con todo el odio de nuestro corazón, ha sido definida como una distopía negra, pero creo que el futuro próximo que nos diseña es el hoy. Tal vez, el escenario pueda ser el Madrid de mañana, pero es el Detroit de hoy. La novela comienza dibujando una urbe en la que la locura de los desahucios ha creado un extrarradio de chabolas -es el Oeste de la ciudad-; además, la crisis económica ha generado una capa social de gente prescindible para la sociedad y la sanidad privatizada amenaza con pandemias entre los damnificados. Es un mundo que se va por los desagües, pero en ello también se encuentran prerrogativas: "La única ventaja de que el mundo se esté yendo a la mierda es que los juzgados están tan colapsados como las cárceles. Hay€ cierto margen". En ese escenario, el odio se palpa, se huele, pues cada personaje tiene sus razones para destilarlo: las preferentes que los arruinaron, el desahucio que los colocó en el asfalto, el desempleo que los condenó a la beneficencia€ Es un odio sin dirección, sin objetivo. Se posee y se externaliza hacia los demás como medida de protección personal, así evitan el suicidio, el individual o el colectivo. Y nos lo definirá así: "El amor es ciego pero el odio es inteligente, inagotable, determinado, con una clara directriz, una diana atravesada por miles de flechas envenenadas de un profundo rencor".

Los personajes saltan al escenario como si salieran inopinadamente de cualquier alcantarilla humeante impregnados de aceite quemado y de sangre. Nuestros tres protagonistas serán: una directora de sucursal bancaria que no puede dormir porque los espectros de todos aquellos a los que estafó con las preferentes se le aparecen en sueños, pero el problema más criminal comienza para ella cuando los empieza a distinguir hasta despierta; un chaval desequilibrado que toca desnudo el violonchelo y que su madre vio volar todos los ahorros de su vida con una simple firma en el banco; y un maestro arruinado por la crisis que vive en el Oeste. Sus caminos se cruzan y su odio se funde en una dirección: el asesinato del que consideran el causante principal de la situación de crisis de la sociedad o de su mundo personal. Este personaje -el objetivo de sus balas- nos recordará a cierto político muy real y banquero muy irreal; perdón, alguien me dijo era a la inversa.

Al final, ya lo verán ustedes, nadie termina casándose ni comiendo perdices, porque ésta no es una novela norteamericana con final feliz, es una novela de nuestra geografía, muy acostumbrada a dejar los finales abiertos al acontecer y que los personajes no alcancen ninguna felicidad -tal vez porque ésta no exista, excepto por pequeñas traiciones al poder-, sino el premio de seguir caminando y viviendo el día al día sin un rumbo fijo ni prefijado. Y todo ello porque es una novela "sobre gente que no tiene nada que perder y prefiere el sacrificio para justificar su existencia vacía".