25 de març del 2013

“EL ASESINATO DE LOS MARQUESES DE URBINA”, DE MARIANO SÁNCHEZ SOLER, POR FRANCISCO J. ORTIZ

[Calibre .38, 25 de marzo de 2013]

Francisco J. Ortiz

Algo que ver con la muerte
Cuando Ricardo Bosque, director de Calibre .38, me sugirió que escribiera una crítica de la nueva (y premiada) novela deMariano Sánchez Soler, tuve la tentación de negarme: algunos saben de mi amistad con el autor; a muchos más les consta que ambos dirigimos a cuatro manos Mayo Negro (las jornadas sobre el género de la Universidad de Alicante); y los que no tienen noticia de nada de eso podrán comprobar sin esfuerzo que soy una de las personas a las que El asesinato de los marqueses de Urbina está dedicada. Así pues, pensé que con un texto que llevase mi firma le haría flaco favor al escritor y a la promoción y difusión de su obra porque cualquier crítica elogiosa (y esta, ya se lo adelanto, lo es) que vertiera sobre la novela iba a ser puesta lógicamente en entredicho.
Pero al final respondí afirmativamente al director de esta publicación porque consideré que era una oportunidad demasiado excepcional como para dejarla pasar: los que ejercemos de estudiosos, críticos, periodistas culturales o gacetilleros de diversa índole no siempre tenemos la ocasión (y el placer) de poder hablar de un libro al que hemos visto gestarse, y que por tanto conocemos en el preciso momento de su aparición, si no tan bien como el propio artífice, al menos mucho mejor que cualquier otro lector. Si además, como es el caso, se conoce la novelística previa del autor, lo cual permite contextualizar la obra en cuestión, tanto mejor. Y si de verdad el libro se te antoja bueno, o incluso muy bueno, y por tanto no se ve uno en la desagradable tesitura de tener que dar rodeos alrededor del verdadero juicio para no herir la sensibilidad de un amigo o conocido, pues miel sobre hojuelas.
Este era mi caso respecto de El asesinato de los marqueses de Urbina, novela que pude leer con anterioridad hasta tres veces con algunos cambios considerables respecto de la versión final (que también leí antes de que viera la luz pública) y hasta con títulos distintos… uno de ellos espléndido, que finalmente fue desechado por el autor por ser idéntico al de una biografía de Sergio Leone y que ahora sirve para titular estas líneas; un lema que aunque sea un homenaje a John Carpenter tiene ecos inequívocos del spaghetti western antes de que Quentin Tarantino volviese a ponerlo de moda.
Así pues, fui testigo privilegiado del proceso creativo que acabó alumbrando la obra que ha recibido el último Premio L’H Confidencial de Novela Negra. Una narración que, siguiendo la línea que Sánchez Soler inició con la inmediatamente anterior Nuestra propia sangre, y partiendo de una primera versión que los que tuvimos el privilegio de leer dábamos ya por más que válida, acabó siendo depurada de cualquier rasgo superfluo hasta convertirse en el relato más preciso y directo de su autor. Y los que hayan leído ya un par de libros cualquiera de Sánchez Soler sabrán que no es precisamente un autor con tendencia al ornamento vacuo…

Aunque si hay un rasgo que caracteriza a Mariano Sánchez Soler, no solo como escritor de tramas de ficción sino también como periodista de investigación, es su rechazo frontal y sin excepción a que la Verdad con mayúsculas caiga en el olvido sepultada por el paso del tiempo o por las voces que modelan noticias de escasa entidad pero gran calado mediático para distraernos del Acontecimiento verdadero. Así, el autor vuelve a poner de manifiesto la validez de la célebre fórmula de Picasso (“El arte es una mentira que nos acerca a la verdad”) y, basándose en uno de los casos criminales más célebres de la España del último cuarto del siglo XX, recupera parte de nuestra historia reciente y elucubra qué pudo haber tras el doble crimen de un matrimonio de la clase pudiente a manos de uno o varios asesinos que ocultaron su cobardía en la oscuridad de una noche cerrada. Para ello recurre a un personaje de ficción, ese pistolero a sueldo llamado Fierro al que siendo apenas un niño un psiquiatra acabó conduciendo por el mal camino, como en su día hizo un sacerdote con Napoleón Wilson. Una invención tan bien urdida y desarrollada que en manos de un escritor más convencional clamaría como inicio de una serie de novelas protagonizadas por el mismo personaje, pero que a buen seguro Sánchez Soler dejará de lado para acometer otras empresas más arriesgadas.
Como decía antes, El asesinato de los marqueses de Urbina carece de florituras innecesarias, y cuando el relato parece bifurcarse hacia otros derroteros (como el episodio, magnífico, ambientado en Coslada con su sheriff de special guest star) u otras latitudes (el poblado de chabolas en las afueras de Madrid) no es sino para ofrecer al lector una visión de conjunto, perspectiva siempre aconsejable para entender el estado de las cosas… que diría Wim Wenders, y se me perdonará esta referencia a la hora de enjuiciar un libro repleto de homenajes cinéfilos, empezando por la cita inicial de Carpenter y alcanzando al cine de Samuel Fuller, François Truffaut o Francesco Rosi, este último vía uno de los maestros reconocidos por el autor: el Leonardo Sciascia de El contexto.
De este modo, estamos ante un relato que se lee con avidez desde su mismo arranque, el informe forense de una autopsia (toda una declaración de intenciones), hasta alcanzar irremediablemente su punto final, tajante al estilo de Sánchez Soler. Y tanto da que la versión que da de los hechos (y donde semoja más que la producción de TVE Solo o en compañía de otros, por citar el caso más célebre) responda o no a lo que sucedió en realidad: lo más terrorífico del asunto es que se nos antoja plausible, porque si no ocurrió así pudo muy bien haber ocurrido, y a buen seguro ocurriría en las bambalinas de otros crímenes de los que muy pocos, Mariano Sánchez Soler y alguno más, parecen acordarse.
Sea como sea, de los hechos que acontecieron a lo largo de la década de los 80 y de los nombres propios implicados que se han cambiado aquí por imperativos legales pero que estarán en mente de todo lector de más de treinta años, solo quedaban hasta la fecha (siempre y cuando no se recurriera a las hemerotecas mejor surtidas) un par de largometrajes, el recuerdo de una entrevista televisiva con Jesús Quintero y una imagen mental inscrita ya en el acervo popular y que ha servido de inspiración para la sugerente cubierta del libro: la de una horca de sábanas atadas. Ahora queda algo más: como poco, una novela negra  en estado puro (como tal la percibirán quienes no sepan nada del caso en que se inspira) y soberbia de principio a fin que, además, podría muy bien ser la mejor de su autor. Y llegado este punto, tanto me da que me crean o no.
El asesinato de los marqueses de Urbina
Mariano Sánchez Soler
Roca Editorial




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