2 de febrer del 2013

Por otra BCNegra

[Culturamas, 2 de febrero de 2013]

José Vaccaro Ruiz
Del 1 al 9 de febrero se celebra en Barcelona por octava vez bcnegra, un certamen dedicado a la novela negra. Y quiero hacer varias reflexiones sobre él.

     El departamento que organiza el evento desde el Ayuntamiento de Barcelona lleva el rimbombante nombre de “Direcció de Cultura de Proximitat”; es decir que, según eso, hay una cultura de cercanía y otra de lejanía.  Malo cuando hay que poner calificativos a la cultura que es una y sola. Aparte de que, de la lectura del programa de bcnegra se deduce, paradójicamente, que aquella que le interesa y predomina es la más distante, con menoscabo de la otra. Y doblemente curioso lo de “proximidad” por la enorme cantidad de temas y autores geográfica y argumentalmente lejanos. En las antípodas, diría yo.
     En segundo lugar, resulta que bcnegra es un certamen acaparado por las editoriales. Ellas son las que seleccionan a los autores y corren con los gastos de su desplazamiento y estancia en Barcelona a través de un comisario –un título muy propio de la novela negra- exterior al Ayuntamiento, quien gestiona y decide sobre los participantes. El carácter comercial inherente a esa organización, su fuente de financiación y la tría presencial y de títulos, es evidente que discurre al margen del estricto interés cultural. El Ayuntamiento de Barcelona con un laissez faire, laissez passer, cede todo el protagonismo y las riendas de bcnegra, excepto la correspondiente foto de portada, of course, a las editoriales y a alguna que otra librería cuya visita se incluye en el programa de actos, que tienen unos intereses publicitarios y/o económicos perfectamente legítimos, pero que deberían estar al margen o en segunda línea del evento, si se trata de cultura y no de comercio. Visto lo visto, sería mas adecuado que en lugar de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona fuera la de Comercio, la de Turismo, o tal vez la de Industria, la que avalara bcnegra .
     En los tiempos que corren la novela negra, si tiene algún aspecto social relevante es el de ser un medio de difusión y conocimiento, no de personajes llegados del frío con problemáticas de buenos y malos que nos son absolutamente ajenas, sino de la realidad de una Piel de Toro –la Marca Hispánica incluida ahí por méritos propios- en las cuales se hable de corrupción y por acción u omisión de algo hoy en fase de extinción, de ética y de regeneración. Con argumentos, sentimientos y personajes próximos que aporten algo más que una intriga algorítmica a lo Orient Express. Que traten de “nuestra” propia y personal negritud, el espejo en cuya imagen nos veamos reflejados. La gran cantidad de escritores nórdicos “invitados” al certamen, a los que desde luego no niego su derecho de tener un hueco en los anaqueles de las librerías, resta un espacio vital, no solamente a los escritores de aquí, sino a los temas y tramas que interesan al lector nativo.
     Es curioso –pero comprensible por ser las editoriales las que pagan la fiesta-, que ya que hablamos del mundo editorial y de su protagonismo en la organización de bcnegra, un debate tan propio del sector, tan actual y tan “negro” como es el pirateo o el libro digital haya quedado fuera, relegado ante otros monotemáticos como “Croacia”, “Los crímenes de la tierra fría” o “Más crímenes que vienen del frío”. ¡Que viva el invierno!
     Como escritor de novela negra no puedo más desear que las próximas ediciones de bcnegra:
     1).- No respondan a criterios ni intereses exclusivamente editoriales.
     2).- Que en la selección de temas, autores y lugares de bcnegra el Ayuntamiento de Barcelona como organizador, y el resto de estamentos que figuran como colaboradores, asuman el papel que les corresponde al servicio de la cultura, relegando los aspectos de interés y promoción comercial a un segundo nivel.
     La cultura, estrechamente ligada a la capacidad de ser libres – solo una letra separa en castellano la palabra libro de la palabra libre, o en catalán lliure de llibre-, es la base sobre la que se asienta la calidad de un país y de sus ciudadanos, lo que les hace ser “mejores” en el sentido humanista de la palabra. Por ello su difusión y promoción, además de ser una obligación de la Administración Pública, debe responder a criterios abiertos, plurales y de cercanía –no confundir con el adjetivo políticamente correcto de “proximitat”-, que optimicen los llamados costes de oportunidad económicos y de convocatoria, necesariamente reducidos. Reducidísimos cuando hablamos de cultura en este país.

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