Pablo Krantz. La ciudad más hermosa del mundo en la escala Richter de la melancolía. [s.l.]: Asimétrica, 2011. ISBN: 978-84-938645-1-4
Las narraciones de Pablo Krantz transitan entre la melancolía y la magia; entre la grave y colorida Argentina y la fría y arisca Europa. Un repertorio de relatos variados en los que el humor, la ironía, la nostalgia, el desencanto y la esperanza forman el equipaje de unos personajes en constante migración física, temporal o espiritual. Un inventario de antihéroes reconocibles en lucha contra sus dificultades, reales o no, pasadas o presentes, y en búsqueda constante de un futuro que pueda, sino colmar, sí calmar sus más íntimos anhelos.
Parte de la colección de relatos incluidos en La ciudad más hermosa del mundo en la escala Richter de la melancolía, fue editada por primera vez en París entre los años 2005 y 2006. Son seis los relatos traducidos por el mismo autor para la presente compilación ("Estación fantasma", "Mis experiencias en el mundo de la subversión", "El santo cleptómano y la chica de la vagina dorada", "Jueves 20 de diciembre de 2001", "Ciclos migratorios" y "Mi padre era un oficial nazi") y cuatro las historias inéditas que nos ofrece ("El cuarto que se expandía", "París lado B", "La larga siesta del señor Gregorio Funes" y "Paul is dead").
La frontera
¿Pero cómo? ¿No era que en Europa no habían fronteras? ¿Dónde ha ido a parar la tan celebrada zona Schengen? ¿Dónde el slogan de aquella línea de micros que tal vez sea esta misma, que decía algo así como Nada de fronteras entre nosotros?
En el fondo, siempre supe lo que esa frase quería decir; siempre me dio sudores fríos verla exhibida triunfalmente en salas de espera y andenes de subterráneo. No hay nosotros sin ellos, y Nada de fronteras entre nosotros representa ni más ni menos que una versión navideña y fanfarrona de Aún más fronteras para ellos.
Ellos, es decir los otros. Los inmigrantes, los inmigrados, los clandestinos, los tolerados, los charterizables, los nunca regresados. Los semi-legales, los envasados, los balseros, los embalsamados, los que se pierden al mitad de camino, los que atraviesan ríos y colinas, los que cruzan mares y montañas. Los náufragos, los refugiados de todos los fines del mundo. Los que no recibieron su invitación para el baile de Cenicienta pero que de todos modos vienen a mirar de cerca la gran fiesta de la mundialización feliz, donde sin embargo "crisis" es la palabra que todos pronuncian.
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