"Tu vas fugent, no ausas fer batalla:/por has de foch, la coha de tens de palla" Arnau d'Erill
Si hubo nunca dos representantes del género policial en las letras catalanas -con permiso de Rafael Tasis o los todavía activos, y por muchos años, Andreu Martín y Ferran Torrent, a su manera- éstos son Jaume Fuster (1945-1998) y Manuel de Pedrolo (1918-1990). Fuster escribió novelas policiales protagonizadas por Lluís Arquer -en homenaje al detective Lew Archer, del clásico americano Ross MacDonald, gran cultivador de la novela policial (psicológica, diríamos) en los años 50 y 60 en los Estados Unidos- y desarrolló su fascinación por este género en plena época franquista, igual que Pedrolo, que ya en el año 1960 contaba con dos muy buenas novelas del género: Es vessa una sang fàcil (1954) y L'inspector fa tard (1960).
Ellos dos fueron los artícifes -con ayuda, beneplácito, inducción y capital de Ramon Bastardes y Max Cahner en Edicions 62- de la primera época de La Cua de Palla. Cómplices de un mismo crimen glorioso, Fuster y Pedrolo crearon, el año 1963, la mítica colección que tenía que significar muchas cosas: la traducción por primera vez de muchos autores de novela policial del siglo XX, un cierto intento de normalización lingüística a través de esas traducciones, y una idea de catálogo editorial respecto al género inèdita hasta el momento.
Como el mismo Pedrolo escribió en su momento "'La cua de palla' nació con unas intenciones bien concretas: facilitar al lector catalán habitual un tipo de literatura que hasta entonces había tenido que leer siempre en castellano (o, a veces, los más privilegiados, en francés o en inglés) y proporcionar a los numerosos adictos del género poco preocupados por la lengua una oportunidad de practicar la nuestra y, eventualmente, interesarse en ella, en el momento de leer otros libros."
71 títulos, hasta su primera defunción, el 1970, avalaron la acometida, que frenaba por problemas comerciales. No sería hasta el 1984 que Josep Maria Castellet telefonaría a Xavier Coma para que se hiciera cargo de la segunda etapa de la colección, rebautizada como "Seleccions de La Cua de Palla". En marzo de 1996 acababa esta segunda vida: 115 volúmenes y tres ensayos de cosecha propia de Coma certificaban una dignísima segunda defunción. En el 2006 un intento vago y un tanto despreocupado hizo que se intentara recuperar aquel espíritu, con dos títulos significativos para Grup 62: El falcó maltès de Hammett y Noblesa obliga de Donna Leon. La Nova cua de Palla, lo llamaron. Actualmente, La butxaca/Cua de Palla parece haber resucitado, en buena parte, lo que aquellos inicios implicaron.
La edición del libro La cua de palla: retrat en groc i negre, por la editorial barcelonesa Alrevés, un excelente recorrido por toda esta aventura efectuando las paradas pertinentes en los colaboradores, traductores y reponsables varios, con un catálogo completo y un buen aparato iconográfico, hace justicia a la colección. El género policíaco, ni mucho menos tan popular como lo es ahora, un poco bastante ignorado por las mentes pensantes, diríamos -como toda la literatura de género- se mostraba, en la selección que a lo largo de los años hicieron Fuster y Pedrolo en La Cua de Palla, revelador y lleno de aristas. Jordi Canals i Artigas y Àlex Martín Escribà levantan la escena del crimen y nos revelan todos sus secretos.
Ellos dos fueron los artícifes -con ayuda, beneplácito, inducción y capital de Ramon Bastardes y Max Cahner en Edicions 62- de la primera época de La Cua de Palla. Cómplices de un mismo crimen glorioso, Fuster y Pedrolo crearon, el año 1963, la mítica colección que tenía que significar muchas cosas: la traducción por primera vez de muchos autores de novela policial del siglo XX, un cierto intento de normalización lingüística a través de esas traducciones, y una idea de catálogo editorial respecto al género inèdita hasta el momento.
Como el mismo Pedrolo escribió en su momento "'La cua de palla' nació con unas intenciones bien concretas: facilitar al lector catalán habitual un tipo de literatura que hasta entonces había tenido que leer siempre en castellano (o, a veces, los más privilegiados, en francés o en inglés) y proporcionar a los numerosos adictos del género poco preocupados por la lengua una oportunidad de practicar la nuestra y, eventualmente, interesarse en ella, en el momento de leer otros libros."
71 títulos, hasta su primera defunción, el 1970, avalaron la acometida, que frenaba por problemas comerciales. No sería hasta el 1984 que Josep Maria Castellet telefonaría a Xavier Coma para que se hiciera cargo de la segunda etapa de la colección, rebautizada como "Seleccions de La Cua de Palla". En marzo de 1996 acababa esta segunda vida: 115 volúmenes y tres ensayos de cosecha propia de Coma certificaban una dignísima segunda defunción. En el 2006 un intento vago y un tanto despreocupado hizo que se intentara recuperar aquel espíritu, con dos títulos significativos para Grup 62: El falcó maltès de Hammett y Noblesa obliga de Donna Leon. La Nova cua de Palla, lo llamaron. Actualmente, La butxaca/Cua de Palla parece haber resucitado, en buena parte, lo que aquellos inicios implicaron.
La edición del libro La cua de palla: retrat en groc i negre, por la editorial barcelonesa Alrevés, un excelente recorrido por toda esta aventura efectuando las paradas pertinentes en los colaboradores, traductores y reponsables varios, con un catálogo completo y un buen aparato iconográfico, hace justicia a la colección. El género policíaco, ni mucho menos tan popular como lo es ahora, un poco bastante ignorado por las mentes pensantes, diríamos -como toda la literatura de género- se mostraba, en la selección que a lo largo de los años hicieron Fuster y Pedrolo en La Cua de Palla, revelador y lleno de aristas. Jordi Canals i Artigas y Àlex Martín Escribà levantan la escena del crimen y nos revelan todos sus secretos.
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