[Lluita. Suplement. L'Ona sindical del Barcelonès, 205, maig-juny 2011]
Cristina Fallarás nació en Zaragoza el año 1968. Estudió Ciencias de la Información en la Universidad Autónoma de Barcelona, ciudad donde sigue residiendo. Ha ejercido como periodista en El Periódico de Catalunya, El Mundo, Cadena Ser, Radio Nacional de España, Antena3, Cuatro, COM Ràdio, Radio Principado de Asturias y participó en el diseño de la redacción y el proyecto periodístico del diario ADN, donde ejerció de subdirectora.
Actualmente dirige la página de debate y libros Sigueleyendo.es y trabaja de asesora en temas de comunicación en línea.
Entre sus libros destacan Las niñas perdidas que ganó el premio l'Hospitalet Confidencial de Novela Negra 2011 y Estado de sitio que acaba de recibir el Premio de Novela Corta Ciudad de Barbastro 2011 y que será publicada próximamente.
Cristina Fallarás es. además, miembro del jurado del Premio de Poesía José M. Valverde que organiza cada año CCOO del Barcelonés en el marco de la Semana Cultural del 1º de Mayo.
1968. En marzo nací porque me adelanté para poder ver lo que iba a pasar en mayo. El encumbramiento de la juventud y lo que podríamos llamar pensamiento joven han llegado hasta hoy. Para bien y para mal.
ADN. Un gran proyecto que acabó mal. Despido por estar embarazada.
Barcelona. Vivo donde quiero vivir, y a veces me dan ganas de salir corriendo. Pero aquí sigo.
Crisis. Ahora ya manda el capitalismo cósmico, pidamos un minuto de silencio por la difunta política.
Democracia. Se basa en la capacidad de las personas para elegir. Vamos a llamar a esa capacidad criterio. Sin cultura crítica nadie goza plenamente de esa capacidad, ni por lo tanto de la democracia.
Estado de sitio. Mi última novela la escribí cercada por la precariedad y el desánimo.
Feminismo. Avergüenza tener que llamar así todavía a lo que es justicia y derechos básicos.
Guerra. Economía hecha muerte de pobres.
Huelga. Hay varias vías: la huelga, el boicot, la manifestación... Hay varias vías y deben resultar molestas.
Izquierdas. Aquellas tendencias políticas que un día creyeron en la necesidad de amparar a los más débiles y desfavorecidos. Me han hablado de ellas.
Juventud. Periodo del desarrollo humano en el que prevalecen los instintos y la osadía. Afortunadamente, existe. Afortunadamente, pasa.
Libertad. Tras la educación y la socialización, queda una pequeña posibilidad de pensamiento crítico si uno se arriesga a enfrentar la soledad absoluta.
Monarquía. Dícese del sistema de poder en el que una persona encabeza el Estado por nacer de su madre. Impensable en democracia.
Neoliberalismo. Cuando cualquier alternativa basada en la justicia social ha abandonado la esperanza y ha perdido el discurso, el abuso campa a sus anchas.
Olvido. Este bonito recurso permite al ser humano reinventarse y sentirse nuevo sin necesidad de acudir a la religión.
Periodismo. Práctica profesional por la que ciertas empresas informan a la población de aquello que les reporta beneficios. También: profesión ideal que algún loco practica por libre.
Quién manda? En mi cuerpo mando yo.
Religión. Sistema de mentiras por el que un grupo de poder mantiene a la población sometida y, además, callada. En algunos casos, incluso contenta.
Sindicatos. Agrupaciones de trabajadores que en algunos países abarcan a la mayoría de los asalariados y en otros, a un porcentaje muy bajo, ellos sabrán por qué.
Trabajadores/as. Persona capaz de ganarse la vida que elige vivir, ella sabrá por qué, también.
Unión Europea. Europa es una vieja idea que abarca la democracia, la civilización, el exterminio y el hartazgo. Los principales países de este territorio-idea se unieron en la UE.
Violencia. El poder sobre el otro, el sometimiento de cualquier tipo, es una forma de violencia. El golpe y la herida son muestras externas.
Web-Internet. Vivimos en Internet.
Xenofobia. La pobreza, la incultura, la religión, el sometimiento o la codicia dan frutos podridos empapados en miedo.
Zapatero. El presidente de España llamado Zapatero llegó al poder con buenas intenciones, fueran estas de verdad o de mentirujilla, y se encontró con que las buenas intenciones sólo valen en las casas con despensa llena. En el resto, que son todas, es necesario un programa económico que apoye a los desfavorecidos. Al menos para quien se proclama socialista.
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