15 d’abril del 2011

"Rapsodia in Black": un proyecto

[La medicina de Tongoy, 15 de abril de 2011]

Les voy a contar pequeño proyecto que se me ocurrió el fin de semana pasado. Fue mientras leía la novela de Cristina Fallarás, "Las niñas perdidas" y lo más probable es que acabe llevándolo a cabo en unas condiciones completamente diferentes a las planteadas inicialmente. La idea consistía en demorar unos días (unas semanas, en realidad) la reseña de la novela de Cristina con la (sana) intención de que sirviese de colofón de una sucesión de artículos dedicados al género Noir, ya saben, el de lasmujeres fatales y las pistolas humeantes. Algo así como un especial donde la "estrella" (por llamarlo de alguna manera) sería “Las niñas perdidas”, no tanto por su calidad –de la que no me ocuparé ahora, ni para bien ni para mal- como por haber sido la precursora del proyecto. Un proyecto, que dicho sea de paso, no deja de crecer día a día.

La primera de un total de tres entradas empezaría comentando de “El simple arte de escribir” de Raymond Chandler con el único objetivo de poder sentar las bases de lo que se considera Novela Negra desde más o menos el principio de los tiempos; a saber: que la resolución del misterio no sea el objetivo principal, que las divisiones entre el bien y el mal estén bastante difuminadas y que la mayor parte de sus protagonistas sean individuos derrotados, en decadencia, que busquen encontrar la verdad por encima de todo y siempre –o en la medida de lo posible- a través de la violencia. Después de éste, en la misma entrada, comentaría varias novelas, tres, seguramente, dos de las cuales estarían inscritas en dicho género por ser fieles a las mencionadas normas. La primera podría ser “El largo adiós”, también de Chandler y la segunda “Cosecha Roja” de Dashiel Hammett. La tercera en discordia, “1280 almas” de Jim Thompson, serviría de ejemplo para mostrar cómo los parámetros del género noir fueron ampliados en su momento (no éste) para dar cabida a muchas otras novelas, que sin serlo, pudiesen ser consideradas como tales. Resultaría difícil, por no decir imposible, ubicarlas en cualquier otro sin arriesgarse a que antes o después los márgenes se difuminasen.

La segunda entrada de este pequeño festival hablaría de dos novelas relativamente actuales que también se consideran inscritas en el género –sin estarlo; no al menos completamente. Por un lado estaría “Sólo el silencio” de R. J. Ellory, editada el año pasado por RBA y que he elegido por varias razones entre las que destaca que el escritor, al contrario que la editorial, no se considera un especialista en el género y porque al igual que las otras dos que iban (y van) a ser incluidas (“Todo lo que muere” de John Connolly y más adelante el libro de Cristina Fallarás) utiliza la infancia como motor argumental. En un principio tenía la intención de concluir con una revisitación (ver entrada anterior) a “Vicio Propio” de Thomas Pynchon, pero a estas alturas creo sinceramente que no viene mucho a cuento. La segunda, ya lo han visto, era “Todo lo que muere” de John Connolly, una novela por la que siento una especial debilidad y que no solo me sirvió para conocer al escritor sino que me hizo pasar uno de los mejores momentos del año pasado. Uno, que es poco sádico.

La tercera entrada -la última- hablaría de la novela de Cristina Fallarás, "Las niñas perdidas", que sin ser novela negra al uso (en su sentido más puro) sí podría entenderse como una versión moderna de la misma, tal como ocurre con las de Pynchon, Ellory o Connolly.

El motivo por el que este pequeño proyecto aún no se ha materializado es que todavía está en marcha y me tengo que leer casi todo lo mencionado. Aunque llevo buen ritmo: he terminado “1280 almas”, tengo a medias “Cosecha Roja” y sería más que probable que en dos semanas pudiese dar cuenta de todo lo previsto, pero lamentablemente, tal como dije al principio, el proyecto no deja de crecer día a día alterando las condiciones planteadas inicialmente. Es pronto para saberlo pero en cualquier caso lo que venía a decir con todo esto es que el motivo por el que mi siguiente entrada será, en contra de lo previsto, la novela de Cristina es porque me parece injusto que habiendo sido la novela detonante de este giro radical en mis hábitos de lectura (esto no es necesariamente un cumplido) sea la que más tenga que esperar para ser reseñada. Tampoco quiero que, a la vista de la calidad de algunas de las novelas elegidas, el tiempo juegue en su contra y pueda ser vapuleada donde iba a ser simplemente comentada.

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