[Letratlántica, 26 de abril de 2011]
LAS NIÑAS PERDIDAS
Autora: Cristina Fallarás
Editorial: Rocaeditorial
ISBN: 978-84-9918-264-3
Pag.: 208
PVP: 15€
NOVELA GANADORA DEL PREMIO INTERNACIONAL DE NOVELA NEGRA L'H CONFIDENCIAL 2011. ¿Puede haber mejor carta de presentación para la novela de Cristina Fallarás?
Publicada por Rocaeditorial, Las niñas perdidas es una novela policíaca en la que la trama es tan abyecta que duele, en ocasiones leer la historia que ha ido trazando Cristina Fallarás.
Esta novelista maña, afincada en Barcelona, nos presenta a la detective, Victoria González que no sólo va a pelear contra lo peor de los bajos fondos barceloneses, sino que lo va a hacer embarazada. Por supuesto, Fallarás, no iba a construir un personaje al uso, sino que su protagonista debía ser una mujer de armas tomar, y es lo que ha conseguido.
Las niñas perdidas es una de esas novelas que una vez que comienzas no puedes soltar. La pregunta "¿y ahora qué?" impide que sueltes el libro y pases a otra cosa. El ritmo trepidante de la acción sólo se ve interrumpido a veces por la aparición de una voz en of o un flashback de lo ocurrido con las niñas a las que hace mención el título. Y es que no sólo están desaparecidas, sino que han muerto (no se preocupen, no estoy desvelando nada que la autora no muestre en las primeras páginas del libro) de la manera más brutal, más salvaje que pueda imaginarse.
Los personajes, como en las buenas novelas de este género, se dividen en dos grupos: los buenos y los malos. La complicación estriba en saber si todos los que parecen buenos lo son de verdad. No esperen encontrar profundización psicológica compleja, sino una sucesión de hechos que señala a cada uno de ellos de manera que queden retratados y, de esta manera, inmortalizados para lo que ha de venir.
El lenguaje también es el perfecto para la narración: duro, contundente, sin largas digresiones o falsos diálogos. No, no. En esta novela los personajes dicen exactamente lo que quieren decir en el tiempo y la forma que quieren. Esto no quiere decir que el estilo sea pobre, todo lo contrario. Cristina Fallarás consigue eso tan complejo, aunque no lo parezca, de que cada personaje tenga su propia voz, así cuando Jesús, el ayudante de la detective habla con ella escuchamos una voz dura y dulce a la vez; pero cuando habla con la madre de las niñas, esa mujer que está asistida por la locura o las drogas, leemos diálogos tan bellos como este:
-Estos edificios espantan a la muerte -dijo.
-Nada espanta a la muerte. -La voz de Adela Sánchez de Andrade emergió falsamente serena, como si las hojas de los álamos del río fueran de papel de seda-. Tenemos la violencia metida en los sueños.
Y justo cuando llega el final, ese otro momento (el primero es el comienzo) en el que la novela se lo juega todo, y creemos haber atado todos los hilos, Fallarás da una vuelta de tuerca más y nos sorprende con... ¿De verdad piensan que se lo voy a decir?
Aquí más sobre la novela:
0 comentaris:
Publica un comentari a l'entrada