24 de juny del 2009

"No llegaré vivo al viernes" o la negritud asturiana

[Pensando demasiado, 24 de junio de 2009]

Una portada interesante y un buen título pueden ser el cebo perfecto para que piquemos los lectores que nadamos en los mares de las letras. Si estás en un lugar de confianza (léase la Bóbila) y el libro descansa en la mesa-trampa que prepara el taumaturgo J. Canal, Zas! Pà-dentro. Tu bolsa de tela sufre el exceso del peso de los libros, seguro. Una vez más te lamentas de no haberte pertrechado con el carrito marujil.

El último cebo: “No llegaré vivo al viernes" (Ediciones B, 2008) de Nacho Guirado. Asturiano, nacido en 1973, osteópata y premiado como talento Fnac en 2007. Los datos sobre el autor me parecen importantes por que en él hay dos cosas que me han llamado la atención mientras leía la novela: La riqueza del vocabulario y la adhesión al ritmo y manera de la vieja escuela. Me sorprende y me alegra que, alguien de menos de 40 años, se recree en el uso de las palabras buscando más la exactitud y la precisión que la exhibición vanidosa. Y por otro lado, parece realizar una incorporación digna y respetuosa al género que combina acción trepidante, intriga criminal y personajes de distinta ralea. El hecho de ejercer una profesión tan aparentemente distante de la criminalidad o habitar en una población asturiana de talla media parece no propiciar el desarrollo de un escritor de género. Pero, sin duda, fuera del currículo hay muchas horas de lectura y una humildad suficiente como para homenajear a los clásicos sumergiéndolos en la actualidad que le es más cercana.

“No llegaré vivo al viernes” se distribuye por días y ya con el título te despierta la intriga por descubrir si el augurio será cierto o no. En realidad la novela es un festival de perdedores, o no, que en una semana son atropellados por los acontecimientos más imprevisibles. Guirado constituye una trama que engancha y nos refresca, en cada página, con palabras poco usadas pero de una precisión exquisita.

¿Cuantas veces al día escuchamos embaucado, gaznate, inane, quicio, mandil, sino, chascarrillo, patibulario, sicalíptico, desmadejado, enteco, relente, furibundo, impostura,..? No son palabras extrañas, pero con el progresivo empobrecimiento del lenguaje que venimos sufriendo, parece como si vocablos así se colasen en el fondo del saco de las palabras cotidianas y saliesen a pasear cada vez menos y no lo suficiente. Si bien hay momentos en los que cuesta recordar nombres y perfiles de los protagonistas, por que son muchos, aunque en un lugar muy pequeño, Pola de Siero, vale la pena hacer el esfuerzo. Tito, Chisco, Berni, Jacinto, Jessica, el Mulatito, Camilo o Milo, Mari carmen, Violeta, el Turco, Noelia, Borja, Rogelio, y Lorena, todos juntitos y revueltos, aunque no siempre lo sepan. Las 289 páginas que se recorren en la novela presentan un puzzle dinámico y multifacético de diversas realidades que no hace falta preguntarnos si son creíbles. No puede negársele la calidad.

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