7 d’abril del 2009

La poesia de Martha Cecilia Cedeño

[Manuel Delgado, 7 d'abril de 2009]

L'altre dia vaig anar a la lectura de poesia que feia Martha Cecilia Cedeño al centre cultural La Bòbila de l'Hospitalet. Martha és una noia a la que vaig portar la tesi en el seu moment i que va fer un excel.lent treball d'etnografia d'espais públics el tema del qual eren les apropiacions usuàries del Parc de les Planes de l'Hospitalet. El títol de la tesi era "Relaciones sociales y prácticas de apropiación espacial en los parques públicos urbanos. (El caso del Parc de Les Planes de LHospitalet de Llobregat - Barcelona)", i la trobareu aquí.

http://biblioteca.universia.net/ficha.do?id=35517369

Però, a més d'una excel.lent antropòloga, amb una sensitivitat especial per el treball de camp en contextos públics, Martha és també una valuosa poetessa. Fa molts anys, quan era estudiant de doctorat, em va regalar un llibre preciós, amb poemes seus. Es deia "Duermevela". Entre les coses que ens va llegir l'altra nit, una era aquesta.

Momentos

En este atrio
un guijarro blanco acarició
los pies del mendigo
una mirada fue un golpe de azar
y unos tacones una moneda triste.
En esta esquina bebí el brillo
de sus ojos
¿Quién era?
Un cuerpo de pasos profundos
y rostro furtivo.
Uno más que transita por los
caminos del instante.
En esta plaza
alguna vez hubo un árbol que espantaba
la muerte
y un tiempo frágil de canicas
-entonces los sueños no eran
espejos rotos-.
Todo en la calle es pasaje:
poesía cotidiana hecha
de momentos.

El cas és que em va demanar que escribís alguna cosa per presentar la seva lectura. Li vaig dedicar aquestes ratlles, amb tot el carinyo i tota l'admiració intel.lectual i humana.

Existe un territorio sin forma en el que las palabras se convierten en lo que dicen. En otros sitios y épocas le llamaron magia o milagro. Esa comarca es la que, hoy, entre nosotros, la poesía nos abre a la percepción. Es la poesía la que nos depara la oportunidad de dar con nosotros en otros mundos reales, pero invisibles, que están ahí, tras todos los espejos, a la vuelta de cualquier esquina, agazapados bajo todas las pequeñas cosas. Porque es en eso en lo que consiste eso que damos en llamar poesía, una manera de redimir al lenguaje de todas sus miserias, de rescatarlo de la promiscuidad de los usos que lo ensucian y lo convierten en lacayo.

Por ello merece la pena escuchar lo que Martha Cecilia Cedeño tiene que contarnos en clave de poesía. Es de su mano, de su voz y de sus palabras que acaso nos sea dado agujerear los muros que nos separan de la vida, que continua ahí detrás, esperando nuestro regreso.

Interesante el caso de Martha. Poetisa, es cierto, pero –acaso no por casualidad– persona entrenada en una disciplina –la antropología– cuyo asunto ha sido siempre el de advertirnos de cómo de cercano puede sernos lo exótico, pero también cuán extraña y sorprendente es, o podría o debería ser, nuestra vida cotidiana. La poeta y la antropóloga que se reúnen en Martha juegan a eso y a eso nos invitan a jugar: a convertir en asombroso lo que nos rodea y a demostrar que nunca nada, nada, está realmente a lo lejos
.

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