[zarzamorarte.com, 7 de enero de 2009]
Por amor al escritor argentino afincado en Barcelona Raúl Argemí
“Retrato de de familia con muerta“, ganadora del Premio Internacional de Novela Negra L’H Confidencial 2008, está basada en hechos reales, en un asesinato que ocurrió hace años en Argentina, y que según el escritor: “Me llamó la atención por la brutalidad y la falta de pudor con que se quiso encubrir”.
Con esta declaración de Charquito, da comienzo la novela:“Me llamo Juan Manuel Galván, y soy juez. En activo. He hecho el proceso de muchos, pasando desde la convicción más cerrada hasta la aceptación de que las cosas son como son, y no se pueden cambiar. Sólo que, de tato en tanto, una chispa de rebeldía, aparece para estropear un camino de rutinas hacia la nada.”
Juan Manuel Galván es metódico, ordenado, trabajador incansable, juez desencantado de la justicia, marido no enamorado de su mujer, solitario, devoto de la literatura de Pirandello, amigo de sus amigos, e insobornable.
En el country -lugar donde se concentra la poderosa y rica ”mafia argentina”- Los Reyunos asesinan a la mayor de los Pérez García; y toda su familia está presente. Le disparan unos cuantos tiros, a traición, y le tapan los orificios con pegamento. Se desangra, y la meten en la bañera, pero antes le ponen ropa limpia. Organizado el escenario del sangriento drama, llaman a una ambulancia con médico. Pretenden hacerles creer que la muerta se cayó en la bañera y se dio un golpe. Hasta el médico más inexperto hubiera podido darse cuenta de que aquello no fue fortuito: el crimen fue muy sucio, demasiado.
Y mientras los sanitarios se hacen cruces, allí estaba la muerta con su familia, disimulando penas: Arturo Osos Ferrasanes, el marido de la muerta. Susana Lucrecia Susy Hornos, la masajista. Abel Lito Pérez García, el hermano. Graciela Chuiquita de Cooningan, la amiga. Ernesto Bonanova, el amigo del marido de la muerta; y el silencio vomitando -indignado- gritos en la cara de los culpables.
La policía investiga, pero los asesinos quedan en libertad. Aparentemente no existía ningún móvil, y nadie vio ni escuchó nada; y de haberlo escuchado o visto hubieran callado, por miedo.
El juez Juan Manuel empieza a investigar, por su cuenta y riesgo un caso cerrado; le ayuda Ritter, un amigo detective con el que se vuelve a reencontrar después de bastantes años. Ritter lo llama, cariñosamente, Charquito; por una anécdota fechada en la infancia de ambos.
Juan Manuel se obsesiona con el caso, con la inocente muerta; incluso le da por pensar que se ha enamorado de ella. Juan Manuel ya no va a su casa, se queda por las noches trabajando -extraoficialmente- en el caso de la mayor de los Pérez García. Le confiesa a Ritter que se casó con Susana, su mujer, por pura rutina; nunca la amó, ni conoció con ella la pasión, de ningún tipo.
Con Ritter y el juez trabajando juntos:” ¡¡¡Pirandello ataca otra vez!!!”
El juez encuentra pistas y, en sueños, los coros de las sombras le cuentan quiénes y cómo la mataron; y le ofende que sus asesinos estén en libertad y no poder encerralos: impotencia versus rabia.
” Soy Jorge Gustavo Ritter, de segundo apellido, falso como mucho de lo que suelo hacer, Pueyrredón”.
Borrado….
Borrado….
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Silencios
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