[La Vanguardia/Culturas, 22 de febrero de 2006]
Lilian Newman
Esta crónica comienza por donde nunca, jamás, debe comenzar una novela negra: revelando el desenlace.
El desenlace -para peor, feliz- tuvo lugar en una librería de la Barceloneta en la que no cabía ni un alfiler llamada "Negra y Criminal".
La terraza quedó estrecha para los autores de novela negra, editores, periodistas, fotógrafos y, atención, mucha atención, lectores. Dos operarios colgados de la fachada de enfrente, por encima de las cabezas de los asistentes dieron, según Antonio Iturbe -autor de la novela "Rectos torcidos" (Planeta) en la que describe esta librería y a su propietario- "un toque Fura dels Baus" a este encuentro negro que ha durado seis días y que tuvo (nunca mejor dicho) inusual pistoletazo en el Saló del Cent: el discurso del alcalde Joan Clos sobre la fiebre tifoidea (bien, el tifus tuvo un papel en su discurso sobre la ciudad y su historia, pero es que le ocupó mucho espacio).
Montse Clavé, cómplice de Paco Camarassa en "Negra y Criminal" destacó entre el bullicio con un certero lapsus: allí está Leopardo Padura, si quieres que te firme su libro. Leonardo Padura, creador del investigador Mario Conde ("Adiós Hemingway" Tusquets), fue uno de los notables ponentes de este encuentro con su estampa, fijese bien el lector, de plácido leopardo atento. Padura es un hombre muy serio, también uno de los tres escritores extranjeros que se fue de paseo por el Barrio Gótico y acabó jugando a comisario, víctima y asesino en un portal cercano a la Plaza de Sant Just. El lugar de los hechos.
Entre el 6 y el 11 de febrero sucedió algo subterráneo e intenso. Este encuentro de novela negra tuvo lugar en el Palacio de la Virreyna. Paco Camarassa, con la venia del consejal Ferran Mascarell, reunió a 19 editoriales que sumaron esfuerzos. Gran producción: entrevistas a los medios y un importante papel por parte de las editoras y las encargadas de prensa. El femenino se debe a la mayoría de mujeres que, como celosas madres, marcaban la agenda y cuidaban que la corbata de sus autores negros estuviese en su sitio a la hora de la foto. Sepa el lector que en cada encuentro de novela criminal -el anual de Gijón, el del año pasado en Barcelona- sucede lo mismo: Estos creadores de psicópatas, traidores, pederastas y asesinos en serie son gente encantadora y serena que se relaciona con alegría y salud. Según una joven encargada de prensa: "no veas, cuando el encuentro es de poetas, la de odios que salen a relucir. ¿Todo esto pasó aquí?
Si usted, ciudadano y lector, ha pasado delante de la Virreina no habrá visto el enorme cartel de BARCELONA NEGRA. Es que no lo había. Sin embargo, si usted hubiese entrado en la Virreyna y hubiese buscado el ascensor hasta la cuarta planta, se habría encontrado, a toda hora, con la sala llena, gente de pie y las cabinas de los entregados intrépretes que almacenaban torres de botellas de agua. El público de estas mesas redondas no estaba formado exclusivamente por señoras gordas ni por jubilados encantados de asistir a una actividad instructiva. El público fue totalmente diverso, preguntón y reiteradamente incisivo (con algún disertante algo críptico, que habló de sus experiencias mafiosas y su relación con Mario Puzzo sin dar más precisiones). Se preguntó por Leonardo Sciascia, se preguntó por la mafia, la droga y la prostitución en Cuba. También se preguntó por la situación en Sudáfrica y en Suecia y poco y nada por cosas tales como ¿Qué autores influyeron en usted?".
Entonces, ¿estamos ante un nuevo boom de la novela negrocriminal? La pregunta cayó como bomba de tiempo. Los autores y amantes del género tienen tristeza acumulada, escepticismo y ganas de mirar hacia adelante.
"Esto es un farol", se dijo off de records. ¿O es que el mundo se ha vuelto tan convulso y en tan poco tiempo, como bien señaló Fernando Marías, que la novela negra es, mucho más que los periódicos, una forma más accesible de llegar a él? Según Fernando Martínez Lainez, tal vez sí han regresado los tiempos de la colección Cosecha Roja, de la Serie Black (Plaza y Janés), dirigida por el erudito Javier Coma, director también de la homenajeada colección La Cua de Palla. Tal vez vivimos un ciclo lógico, que tendrá su curva descendente, afirma Jordi Canal, director de la Biblioteca La Bóbila, en Hospitalet, impulsora de clubs de lectura negra. La última palabra la tendrán los vendedores, se oyó también.
Orígenes de este posible fenómeno negro.Tal vez se trate de una conjunción afortunada. Que un señor llamado Paco Camarasa, que lleva la novela negra en la sangre y se ha revelado en este encuentro como un combativo comunicador y agente cultural -por atacar y defender, hasta defendió a la legendaria revista "El Caso", y con sólidos argumentos- , haya abierto en el 2002 un pequeño local en donde puede hallarse un nutrido y valioso fondo editorial. A la vez, al mismo tiempo, que una joven editora llamada Anik descansara de sus lecturas obligadas, cada noche, leyendo novela negra. Hoy Anik Lapointe dirige, desde RBA, personal y cuidadosamente, una de las más prestigiosas colecciones del género que en este encuentro ha presentado a dos autores que hay que tomarse muy en serio, el sueco Hakan Nesser y el sudafricano Deon Meyer. "El frio y el calor" apodados cariñosamente, tal el humor de uno, tajante -"no, creo haberle dicho que no escribo libros para niños"-, más benevolente el otro. No se engañe el lector, tanto "La tosca red" como "Sombras del pasado" son novelas muy fuertes, en nada benévolas, inicios de dos series de gran resonancia en sus respectivos países. Otro ingrediente: que al mismo tiempo, hace unos cinco años, naciera una editorial llamada Barataria -como también nacería Tropismos, y Poliedro (la del notable James Sallis)-, que publica a un autor exitosísimo en Italia y que ahora se nos presenta con su personaje llamado Caimán: Maximo Carlotto ha paseado su imponente persona por Barcelona, acompañado de una agente que en Italia lo es también de estrellas del espectáculo. ¿Qué pasará si Carlotto se transforma en un éxito en España?
La pregunta tal vez fue de mal gusto: lo cierto es que más de un editor pequeño confesó su temor a que, en el futuro, alguna editorial poderosa le robe un hoy potencial éxito.
Revelaciones y actos de justicia. A lo largo de estas mesas redondas sucedieron importantes actos de justicia, en un género que suele llevarse mal con las decisiones de los jueces. Una de ellas, los reiterados aplausos a Francisco González Ledesma, quien además obtuvo el I Premio Pepe Carvalho por el conjunto de su obra. El creador del cascado polícía Mendez fue una de las estrellas de este encuentro. También lo fueron Leonardo Padura y José Carlos Somoza, que dejó a todo el mundo paralizado. ¿Qué pasaría, preguntó taladrando a la audiencia con la mirada, si de repente se aprobase una ley que, sencillamente, permitiese matar? ¿Qué pasaría con todos nosotros y nuestros seres queridos? El público no hizo más preguntas.
Otro acto de justicia lo protagonizó el dúo formado por Andreu Martin y el joven Juan Gómez-Jurado. En dos ocasiones, por lo menos en público (unas tres más en privado), Gómez Jurado -que con 28 años debuta con un trhiller supertraducido y se presenta como un precoz genio de la trama (es la gran apuesta de Roca Editorial)- declaró su felicidad por estar sentado junto a quien fue su ídolo de infancia. "A los diez años yo leía admirado a Andreu Martin". Andreu Martín, por su parte, aceptó con resignada sonrisa esta ratificación de su condición de decano la novela negra, modelo y hombre que peina canas. De pocas canas, alopecía y otros detalles se bromeó durante la mesa con el también alopécico y carismático Giorgio Faletti.
Conclusiones negras. De no haber existido el Año del libro y la Lectura -que convocó el año pasado el Primer Encuentro de Novela Negra Europea- este nuevo encuentro no habría tenido lugar. Esta el Jaime Peñafiel de la novela negra- cree, discrepando con muchos, que a nadie cansa la proliferación de encuentros, mesas redondas y conmemoraciones del tema que sea. Las ciudades dan para todo y, en cualquier caso, que sobre esto no opinen ni los cronistas, ni los escritores, sino los ciudadanos que, por ejemplo, llenaron la Virreina.
La ciudad, repito, da para todo-: el periodista Carlos Quilez ha dicho que en España tienen lugar 50 delitos por 1000 habitantes y que Barcelona tiene un mayor porcentaje de crímenes en verano que en invierno. Dicho esto, tuvo que irse corriendo a la Cadena Ser, por un asalto en L'Hospitalet". Pero ¿por qué la gente mata? Por qué a cinco minutos de la librería "Negra y criminal" apareció una mujer descuartizada? ¿Por qué el joven asesino de la catana hizo lo que hizo? ¿Por qué la justicia es tan arbitraria? Y por que, por ejemplo, el guionista, cómico y showman Giorgio Faletti decidió retrirarse a la isla de Elba, para escribir thrillers como el apabullante "Yo mato" (Grijalbo)? Mantener al espectador de teatro en vilo es muy difícil, escribir humor todos los días, mucho más difícil que escribir novela policial, confesó en la mesa del restaurante de su hotel donde habló, hechizó, pidió una silla alta para llegar a la torre de platos de la elegante mesa, contó anécdotas e improvisó personajes. Por detrás de tanta gracia y magnetismo pudo verse en él un talante común a todos los autores que, entre bromas y risas, soltaron frases muy certeras, algunas como navajazos, otras como disparos.
La escritora francesa Dominique Manotti ("Sendero sombrio", Tropismos) respondió a por qué había abandonado su trabajo de historiadora para escribir novela negra con la mejor frase de estas jornadas: por desesperación.
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