22 d’agost del 2013

Mission, d'Agostino Steffani


Agostino Steffano. Mission: : [excerpts from the operas]. London: Decca, 2012 (CD)

Donna Leon: asaltada por la belleza
Dos veces en mi vida me he visto asaltada por un genio, cuando apareció de repente por detrás de mí y me golpeó en la cabeza. El primer asaltante fue Patrick O’Brian, el autor de veinte novelas históricas protagonizadas por el capitán Jack Aubrey, que navegó en la flota del almirante Lord Nelson contra los malvados franceses, y el segundo fue Agostino Steffani, sacerdote, diplomático y compositor.

Hasta que hace unos veinte años apareció un artículo sobre O’Brian en The New Yorker, se trataba —por utilizar el lenguaje de las novelas de espías— de un durmiente: los buenos lectores hablaban muy bien de él, había un reducido culto de devotos, aparecía siempre en las listas entre los mejores novelistas históricos vivos, pero la condición de famoso le resultaba esquiva. Hasta ese artículo.

Agostino Steffani, el compositor barroco de óperas, dúos de cámara y música orquestal y religiosa, es también un durmiente. Su nombre aparece una y otra vez en artículos sobre la época y sobre otros músicos, y en ellos se deja constancia de la influencia que tuvo en sus obras. También se menciona el hecho de que pasó varias décadas como diplomático vaticano dedicado al fútil intento de devolver el Norte al seno de la Iglesia católica. Aunque existen grabaciones de su música, y sus óperas se interpretan ocasionalmente, la condición de famoso —como sucedía con O’Brian— le resultaba esquiva.

No ha esquivado, sin embargo, la atención de Cecilia Bartoli. También ella había oído y leído el nombre y la música de Steffani durante años y había tenido la curiosidad y la iniciativa de examinar uno y otra más detenidamente. Al igual que Howard Carter, cuando describió lo que vio en el interior de la tumba recién descubierta de Tutankamón, Cecilia descubrió “cosas maravillosas”.

El entusiasmo es tan contagioso como irrefrenable. Mientras estaba aún planificando las arias y los dúos de Mission, ella me habló de Steffani, sugiriendo que una escritora de misterios podría sentirse intrigada por las numerosas preguntas sin responder que cabía plantear sobre su vida. Italiano, pasó la mayor parte de su vida en Alemania. Mientras Europa se convulsionaba con la Reforma, Steffani intentó, y fracasó, recuperar el Norte para la Iglesia católica. Un religioso de algún tipo, cuya vida fue aparentemente sobria y seria, se vio envuelto en medio del mayor escándalo sexual de su tiempo, con las letras de sus óperas utilizadas como una clave secreta entre amantes adúlteros. Es posible que Steffani, un sacerdote, y más tarde un obispo, fuera también un castrato. Aunque trató con familiaridad a reyes y reinas, a duques y príncipes, no existe absolutamente ningún vestigio de un estrecho vínculo personal con ninguna otra persona. 

Cuantas más pruebas me enviaba Cecilia de la disonancia dentro de su vida, más pasaba a interesarme por él y me ocupaba de intentar encontrar una explicación que pudiera dar sentido a todo. Y luego mencionó los baúles con sus papeles que habían desaparecido tras su muerte, yendo a parar a manos del Vaticano, donde fueron descubiertos en los últimos años del siglo pasado.

Me encontraba realmente ante las piezas de un rompecabezas. Más tarde Cecilia comentó, muy de pasada, que esta historia enmarañada e inexplicable podría servir de material para algún tipo de novela. “Algún tipo de novela.” “¿Algún tipo de novela?” ¿Y por qué no?

Fue entonces cuando Caterina Pellegrini, una musicóloga italiana a la que se pidió examinar los documentos, y por tanto la vida, de Agostino Steffani, entró en mi estudio de camino a la Biblioteca Marciana. Decidí seguirla y ver qué es lo que iba a encontrar enterrado en los archivos. Allí, sentada en un cubículo de investigador en una de las grandes bibliotecas del mundo, empezó a desenterrar posibles respuestas a muchos de los misterios que envuelven la vida de Steffani. Y allí puso por primera vez los pies en el camino que le conduciría al descubrimiento de Las joyas del paraíso.

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