Áurea López Lamela, psiquiatra
Mi vocación literaria es tan antigua como mi vocación médica, pero la primera ha tenido que quedar en segunda fila durante años por la entrega a mi profesión psiquiátrica. Desde que retomé la literaria escribiendo novela policiaca me surgieron preguntas. Una fue qué autores españoles en la época de Poe, Conan Doyle, o Agatha Christie escribían novela policiaca. “El Clavo” de Pedro Antonio de Alarcón; “La gota de sangre” de Emilia Pardo Bazán; y las novelas de Plinio de Francisco García Pavón, son una respuesta.
Por orden cronológico, “El Clavo”, publicada en 1853, de P.A. de Alarcón (1833-1891) se considera la primera novela policiaca en España. Con un estilo artificioso cuenta la historia del juez Zarco que se ve envuelto en una intriga criminal, cuando encuentra en un cementerio una calavera atravesada por un largo clavo, que le sugiere que esa persona fue asesinada; y decide investigarlo. El juez Zarco estaba muy afectado porque había desaparecido la mujer de la que estaba enamorado. Descubre de quien era la calavera y considera que la esposa tuvo que ser la culpable porque estaba con su marido cuando murió, y después se fugó. Cuando encuentra a su novia descubre que era la mujer del hombre asesinado, ya que ella vivía bajo varias identidades. El juez Zarco la condena y luego pide el indulto. Aunque es una novela de misterio tiene tintes románticos. Zarco no usa el análisis deductivo de los detectives de la novela policiaca británica, sino la casualidad, para resolver la investigación. Ahora bien, representa a un investigador vulnerable porque Zarco estaba enamorado, sin saberlo, de la asesina a la que tiene que juzgar. Basándose en esta novela, Rafael Gil dirigió en 1944 una película con el mismo título.
Una de las figuras más sobresalientes del realismo y naturalismo español por la excelente calidad de su obra es Emilia Pardo Bazán (1851-1921). Siempre reconoció su afición por el misterio y la investigación criminal en la literatura, y escribió varios relatos policiales. De hecho se la reconoce como la iniciadora de este género en España. A pesar de ello, era muy crítica con Conan Doyle (ya muy conocido por sus novelas de Sherlock Holmes) por la falta de veracidad de sus historias. La gota de sangre (1911) es el más destacado de sus relatos policiales. Trata sobre Ignacio Selva, un señorito madrileño, que aficionado a leer novelas policíacas se convierte en detective, se ve obligado a resolver un crimen en su círculo de amistades para demostrar su propia inocencia y para luchar contra su aburrimiento existencial. La novela responde al patrón clásico europeo: se comete un crimen y se inspecciona, se presenta un detective muy sagaz, se formulan varias comprobaciones de hipótesis, se detiene al culpable y se restablece el orden inicial. Sin embargo, se aparta del patrón clásico del género policíaco porque Selva no es un detective infalible, sino una persona contradictoria. Por un lado es riguroso con el criminal, pero a la amante y cómplice la ayuda a escapar porque se siente atraído por ella, entrando así en conflicto consigo mismo y su ética. Así, en La gota de sangre Pardo Bazán intenta relativizar y plantea cuestiones morales recurriendo al análisis psicológico de los personajes, ante situaciones que exigen posicionamiento moral, lo que es característico de su obra.
Aunque también destaca por ser uno de los mejores cuentistas hispánicos, hablar de Francisco García Pavón (1919-1989) es hablar del gran autor clásico de la novela policíaca española. Ambientaba sus historias policiales en Tomelloso (donde nació) en épocas conflictivas, pero con su ironía las convertía en entretenidas y humorísticas investigaciones. Su protagonista Manuel González, Plinio, es un detective rural jefe de la Policía Municipal de Tomelloso. Es un hombre poco instruido que cuenta con la ayuda de un hombre más estudiado, Don Lotario, el veterinario del pueblo y compañero de investigaciones. Su trabajo policial se basa en la inteligencia y en la intuición. Se vale de sus conocimientos sobre el ser humano para resolver tanto crímenes grandes como delitos menores que ocurren en su localidad. En sus relatos aparecen elementos del trabajo policial: se analizan huellas, aparecen autopsias, se reconstruye el crimen, eso sí, sin meterse en política, sin denuncia social explícita. Describe el paisaje manchego y personajes singulares mediante diálogos y un lenguaje popular. Presenta una nueva picaresca en el franquismo escrita con sarcasmo. Con este autor se inicia un nuevo costumbrismo de detectives, comisarios e investigadores.
De la serie de Plinio destacan: Las Hermanas Coloradas (1969), Premio Nadal de novela, que trata de la ocultación de un perseguido político tras la guerra civil española en la España de posguerra; El reinado de Witiza que trata el caso de un cadáver que aparece embalsamado en un nicho ajeno. Muchos críticos la consideran una obra maestra, que logró sobrepasar el género de novela policíaca. En los años 70 TVE hizo una serie titulada Plinio, basada en su personaje, pero muy inferior a la calidad de sus relatos. Actualmente el ayuntamiento de Tomelloso concede un prestigioso premio de Novela Policiaca con su nombre.
Estos tres autores, que sobresalen en el inicio de la novela policiaca española, escribieron novelas costumbristas, naturalistas, con tintes picarescos; planteaban conflictos morales de los personajes y utilizaban elementos característicos de la investigación policial.
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