6 d’abril del 2011

El "boom" de los clubs de lectura llega a miles de lectores"

[El Periódico, 6 de abril de 2011]

Más de 400 grupos se reúnen una vez al mes para hablar de un libro

Anna Abella

"Los clubs de lectura son uno de los mejores inventos para la difusión del libro". No tanto para iniciarse en la lectura sino para consolidarla. Quizá no cree nuevos lectores pero sí evitan que algunos dejen de serlo, mejoran la capacidad de comprensión y fomentan la amistad y las actividades externas ligadas al libro". Si a la opinión de Paco Camarasa, alma de BCNegra y de la librería Negra y Criminal y conductor de cinco clubs de lectura en Barcelona, añadimos la de escritores que comentan en ellos sus obras, coordinadores y conductores y, sobre todo, la de usuarios, es fácil descubrir el porqué del éxito de estas citas mensuales donde la experiencia individual de leer se comparte y socializa.

Los clubs de lectura en Catalunya, más de 400, muchos con listas de espera, se multiplican y diversifican. Solo los que acumulan 255 bibliotecas públicas catalanas sumaron en el 2010 61.659 asistentes. En el 2003 solo había clubs en 131. En 1998, la Biblioteca Francesca Bonnemaison de Barcelona fue pionera del invento, surgido en el mundo anglosajón tras la segunda guerra mundial, hoy existen en la ciudad 79 clubs. Eso sin contar los independientes o impulsados por librerías o centros cívicos, y formando capítulo aparte los que funcionan en internet.

Cine, Cómic, Erótica...

Existen clubs para todos los gustos. Desde los generalistas a los de temáticas tan diversas como el cómic, viajes, poesía, teatro, filosofía, ciencia ficción, erótica o cine, pasando por los más específicos para la tercera edad, reclusos (en prisiones como Quatre Camins o la Model) o personas discapacitadas (como en la biblioteca Marcel·lí Domingo de Tortosa).

Entre los destinados a jóvenes destaca el que culmina en el festival BCNegra, que coordina Camarasa, en dos encuentros con el autor elegido de novela policiaca en la Biblioteca Jaume Fuster. En la pasada edición, 482 adolescentes de varios institutos de secundaria de Barcelona participaron en las tertulias previas.

Todos funcionan de forma similar, se reúnen una vez al mes, en grupos de entre 20 y 25 personas de entre 35 y 50 años (donde las mujeres son mayoría). Como explica Patricia de Golferichs, responsable del club de lectura del TR3SC, en el que participa El Periódico y que se reúne en el Espai Cultural Abacus Balmes, "ponen en común opiniones que ayudan a los demás a entender cosas que se les han escapado".

Según Ricardo Meneses, del club de novela negra de montbau, "descubres autores nuevos y es enriquecedor ver puntos de vista distintos". Con él coincide Anna Valero, del club de la Bonnemaison Paraula de Dona, sobre libros escritos por mujeres.

Marta Legido, del club de estudiantes de árabe de la Escuela Oficial de Idiomas de Barcelona, que desde 2001 se cita en restaurantes árabes para comentar libros de tema y autores árabes, afirma que "el intercambio de conocimientos y el debate, a veces sobre el velo o el conflicto árabe-israelí permite aprender mucho. Compartes un interés común y creas vínculos personales."

Función socializadora

El éxito de los clubs de lectura radica, según la opinión de Juanjo Arranz, director de programas de la red de Bibliotecas de Barcelona, "en su papel relacional, porque la gente, además de a explicar su experiencia lectora, va a relacionarse y hacer amistades, y en que socializan la lectura, ya que convierten en un placer el compartir el gusto o disgusto que les ha causado un libro y el discutir con otros sus impresiones".

En la misma línea se manifiesta Jordi Canal, conductor del club de novela negra y director de la Biblioteca la Bòbila de L'Hospitalet, pionera del género en España: "Conoces gente con un interés común y una pasión compartida y eso fomenta la pertenencia al grupo". Tanto Arranz como Canal coinciden también tanto en la importancia del papel del conductor o coordinador "como prescriptor para discriminar entre miles de libros" y en la "importancia del diálogo directo entre autor y lector", que resulta "enriquecedor para ambos".

Gratificante y divertido

Para los autores, aceptar la propuesta de una biblioteca o de la Institució de les Lletres Catalanes, que en algunos casos gestiona y sufraga la visita, para ir a un club de lectura es una experiencia gratificante y "divertida", apunta Jordi Puntí. "Es muy importante el contacto con el lector, ver que el libro que has escrito continúa su vida en la gente que lo lee a través de sus diversas interpretaciones -destaca el autor de Maletes perdudes-.

Gracias a su best-seller Olor de colonia, que se ha comentado también en clubs de jóvenes, Sílvia Alcántara es casi una profesional de estas citas. Aunque la media está entre una a la semana y al mes, "ha habido épocas en que tenía una al día", asegura la autora, encantada con el "intercambio de impresiones y la comunicación directa con los lectores".

Eduard Márquez, que acaba de publicar L'últim dia abans de demà, es todo un veterano. Lleva unos seis años yendo a clubs, tanto de adultos como de jóvenes. "Es extraordinario que la gente se reúna una vez al mes para hablar de libros. Solo por eso ya son todo un fenómeno -opina el autor de La decisión de Brandes-. Aprendo mucho y es enriquecedor y un placer compartir e intercambiar las emociones y pensamientos que te provoca una lectura". Con ellos coincide Martí Gironell, autor de El pont dels jueus: "Los lectores te dan claves para entender cosas de tus libros. Es un diálogo que te enriquece porque asistes con voluntad de aprender de sus comentarios y críticas". Una relación simbiótica.

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