Irene Dalmases
El escritor cubano Vladimir Hernández lleva dieciséis años residiendo en Barcelona. Sin embargo, como demuestra en su nueva novela "Habana Réquiem", el espacio sobre el que sigue fabulando es Cuba y el género al que opta es el negro porque "es la novela social de estos tiempos".
En una entrevista con Efe, el escritor argumenta que este tipo de obras son "un vehículo perfecto para mostrar las carencias de una sociedad, las pequeñas esquinitas, los intersticios que el ciudadano común no advierte y mucho menos los lectores de fuera del país".
Con sus títulos puede reflejar "la Cuba del falso aperturismo, la que nos llena a todos de incertidumbre, porque no vemos claro qué va a ocurrir, por dónde va a discurrir la historia".
A su juicio, la visita de Barack Obama el año pasado a la isla "ha cambiado de alguna manera los ánimos del tablero, aunque todavía hay demasiadas piezas que son prerrogativas del Estado y mientras éste las siga moviendo no sabremos a qué atenernos".
Publicada por HarperCollins Ibérica, la adictiva "Habana Réquiem" empieza con un presunto suicidio, un violador en serie y el hallazgo del cadáver de un joven negro relacionado con drogas de diseño y tribus urbanas, tres casos que deberán resolverse a contrarreloj.
Tres tenientes de la Mazmorra, la unidad de policía del hacinado distrito de Habana Vieja, oficiales de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), el veterano Puyol, la arribista Ana Rosa y el impulsivo Eddy, serán los encargados de las investigaciones y de patear las calles en busca de los culpables.
Vladimir Hernández, que vivió 36 años en el lugar, todavía conserva amistades allí, incluso en la policía, además de visitar de vez en cuando a su progenitor.
"Una vez solventado el asunto de escribir sobre este tipo de historias -reflexiona- lo que haces es interesarte por la realidad que has dejado en Cuba, que interesa en España y en el resto del mundo, indagas sobre el estado de ánimo de la sociedad, sobre las expectativas que tiene".
Por tanto, en lo referente a las descripciones relacionadas con las investigaciones policiales, "uno puede tomarse algunas licencias, pero debe quedar reflejado que no allí no actúan como los CSI norteamericanos ni como lo haría la policía española".
Entiende que el lector de su novela puede ver "los muchos elementos disfuncionales que todavía hay en esa sociedad".
Por otra parte, advierte de que, por encima de todo, lo que hace es escribir "literatura, en segundo lugar novela negra y, por último, se puede decir que hago novela cubana".
Ahondando en ello, indica que lo más importante "es el juego literario, lo que propongo al lector, un festín, que todo sea creíble, y luego, evidentemente, que entretenga, que genere reflexiones, que se vea que toda la obra destila idiosincrasia".
Criado entre Duranes y Pujoles, según precisa, Vladimir Hernández dice que Barcelona, donde ha ganado varios premios literarios, es "otro espacio habanero", desde el que quiere continuar escribiendo.
Ahora está trabajando en otra nueva historia, que empieza en Barcelona, después de que en la Habana haya muerto un catalán en circunstancias extrañas, un suceso que deberá investigar una subinspectora cubana.
Hernández cree que podría escribir sobre Barcelona, pero tiene dudas sobre si conseguiría las voces de sus personajes en los bares, en los centros laborales o en las comisarías de policía.
Admite tener dudas sobre eso, mientras que no ve ninguna dificultad en que sus personajes cubanos "hablen un lenguaje coloquial, en total y absoluto matrimonio con la realidad de allí".
Nacido en La Habana en 1966, Vladimir Hernández cursó estudios de Ingeniería y Física y en el año 2000, tras quedar finalista del Premio UPC de género fantástico, viajó a España y decidió quedarse a vivir en Barcelona, donde ha sido distinguido con otros premios, como el Manuel de Pedrolo, el Alberto Magno y el Premio Internacional de Novela Negra L'H Confidencial por "Indómito".
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